“Bring him home now” (Tráiganlo a casa ahora).
La frase en la foto del joven Elya kim Libman, desaparecido hace cinco meses, se repite en varios otros carteles clavados en aquel terreno donde prevalece el silencio y la melancolía. Flores, piedras, velas y un árbol plantado para cada víctima como símbolo de esperanza también son parte del memorial levantado en Re’im, a pocos kilómetros de la Franja de Gaza. Hace cinco meses, el escenario era completamente distinto.
El pasado 7 de octubre, miles de personas disfrutaban del festival de música electrónica Nova, cuando militantes del grupo terrorista Hamás irrumpieron la fiesta, convirtiendo lo que antes era celebración, en horror. Cerca de 360 personas fueron asesinadas a tiros, quemadas o golpeadas hasta la muerte. Otros 40 fueron tomados como rehenes por Hamás.
Madre de tres hijos, Liron Yeger es una de las sobrevivientes del ataque. Hoy cuenta a BBCL Investiga de paso por Israel que ese día había ido a trabajar en un puesto de comidas perteneciente a amigos. Después de haber trabajado tantas horas, resolvió descansar en un banco detrás del puesto.
—Me despertaron y pensé que era por los cohetes que estaban disparando. (…) Nos fuimos al auto y empezamos a huir por la carretera. En un determinado momento, vimos que estábamos bloqueados, nadie avanzaba. Entonces, dimos media vuelta y volvimos para la zona de la fiesta. Cerca de las 8:30 empezamos a escuchar disparos. Bajamos del auto y empezamos a huir a pie hacia el bosque, hacia la zona donde estaban corriendo todos —relata.
Yeger estaba acompañada de una amiga, pero debido a la situación de desesperación, ellas se separaron.
—Me caí, me lastimé el pie, un chico me ayudó y empezamos a correr hacia una plantación. Nos escondimos durante cuatro o cinco horas y, durante ese período, llamamos por teléfono a la policía varias veces para que nos fueran rescatar, pero nadie contestó. Todos estaban actuando en los pueblos donde también hubo matanza. Después de un tiempo, nos dimos cuenta de que empezaron a disminuir la cantidad de disparos y escuchamos a personas hablando en hebreo. Entendimos que nuestras fuerzas de seguridad habían controlado la zona. Entonces, decidimos dejar la plantación y, despacio, llegamos al camino principal, donde se nos acercó gente del Ejército para protegernos.
En este momento, Liron se acuerda que empezaron a disparar con bazucas contra ellos y tuvieron que trasladarlos hasta la ciudad de Ofakim, donde se quedaron alojados. Cerca de las seis o siete de la noche, ellos finalmente lograron comunicarse con los familiares. La amiga de Liron también sobrevivió.
—Solo tuvimos suerte —asevera la israelí, quien sigue con signos de trauma.
La gran dificultad para dejar el lugar mencionada por Liron también fue enfrentada por Dima Fleiman. Pero a diferencia de su pareja, él cree que sobrevivió gracias a un milagro:
—Escapé de forma milagrosa. Estaba escondido en una ruta con varios autos. Esa ruta, la 242, hoy la conocemos como la ‘Ruta de la Muerte’ porque los terroristas pasaron por ese lugar. Asesinaron uno a uno, después verificaron cada persona tirada en el piso e incendiaron los autos.
Fleiman viajó para el festival con un grupo de 15 amigos desde el norte de Israel, cerca de la frontera con el Líbano.
—Fuimos todos juntos y de los 15, regresamos 8. Casi la mitad fue asesinado o secuestrado. No tengo ninguna explicación sobre cómo logré sobrevivir y los que estaban conmigo no. ¡Los terroristas llegaron a disparar contra el auto mientras escapábamos! Pienso que tuve una protección divina —asegura el israelí de 41 años.
Días de terror en Gaza
En medio de varias fotografías pegadas en la oficina del Foro de Rehenes y Familiares Desaparecidos, en Tel Aviv, está la imagen de Mia Schem, nieta de un ciudadano chileno. Al lado de su nombre, la palabra “home” (casa), aludiendo al hecho de que la joven de 21 años fue uno de los libertados a fines de noviembre.
Schem también estaba en el Festival Nova y, cuando intentaba escapar en un vehículo, fue capturada por un extremista, quien comenzó a tocarle la parte superior de su cuerpo, parando solamente cuando ella gritó de dolor, pues tenía una herida de bala en su brazo derecho. La joven fue llevada a una casa de cautiverio en la Franja de Gaza. En el recinto vivía una familia con nexos con el grupo terrorista y el padre de dicho núcleo la vigilaba durante 24 horas.
En entrevista al diario argentino Clarín, Schem reveló que, además de morir, tenía pánico de ser abusada sexualmente por el hombre. No la perdía de vista, incluyendo miradas lascivas.
Vivían también en la residencia la esposa y los hijos de la pareja, quienes entraban a la habitación y la miraban “como si fuera un animal de zoológico”, según dijo la franco-israelí a un canal de televisión. Para ella, la única razón por la que no fue abusada se debió a la presencia de la esposa del hombre y de sus hijos.
Pasado el mes de su captura, Schem fue llevada a un túnel junto a otras siete personas. En el lugar, según relató, comía un pan árabe por día. Finalmente, el día 30 de noviembre, ella fue liberada y entregada a personal de emergencia en la ciudad de Gaza. “La secuestrada de origen chileno Mía Schem acaba de ser liberada, en medio de una multitud palestina gritando en su contra. Su rostro dice todo”, afirmó en la época el embajador de Israel en Chile, Gil Artzyeli.
Un cementerio de vehículos
Hoy, la cantidad de autos amontonados al ingresar al terreno baldío sorprende. Adelante, otras centenas de vehículos alineados también cuentan muchas historias de lo que sucedió en aquel 7 de octubre. Más de 300 automóviles están en este “cementerio” al sur de Israel. Ellos fueron dañados, acribillados o quemados por militantes de Hamás.
Hay desde camionetas y motocicletas hasta ambulancias y carros policiales. Gran parte de estos vehículos fueron atacados en las rutas de acceso al festival Nova y algunos todavía guardan objetos personales de las víctimas. En el lugar, ubicado en Tkuma, a cerca de 6 km de la Franja de Gaza, también hay vehículos utilizados por los terroristas, como una camioneta con una DShK, ametralladora de fabricación soviética que había sido modificada.
Adam Ittah, quien antes del pasado octubre era civil y hoy trabaja como vocero del distrito sur del país, cuenta a BBCL Investiga que algunos de los autos tuvieron su tanque de combustible acribillado en un intento de los terroristas de explotar el vehículo con ocupantes en su interior.
—Tuvimos que sacar el tapizado de gran parte de los autos para que los restos mortales de las víctimas pudieran ser enterrados.
De inicio, la idea era enterrar los autos como estaban, pero el gobierno de Israel ya trabaja con la posibilidad de convertir el terreno en un memorial. Eso sería un plan para cuando termine la guerra contra Hamás.