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Atada y envuelta en frazada: el homicidio de Jesu, la menor que delató a su asesino antes de morir

Atada y envuelta en frazada: el homicidio de Jesu, la menor que delató a su asesino antes de morir

Lunes 05 febrero de 2024 | 06:00

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María Jesús Troncoso tenía 16 años cuando su vecino, un ex carabinero, la mató. Él mismo confesó que entró a robar, le pidió dinero, y la apuñaló. Antes de eso la amenazó, la ató de manos y pies y le exigió más plata. Cuando su mamá llegó a la casa la encontró agonizando. En sus últimas palabras pudo soltar el apodo de su asesino y le pidió que la abrazara. Su familia ahora exige una sentencia firme y evitar que pueda acceder a beneficios a futuro: "Puede ser que el día de mañana esté libre y... ¿Qué va a pasar con nosotras?", cuestionan.

Apenas Carmen Gloria cortó la videollamada con su hija María Jesús, decidió irse inmediatamente a la casa. Calcula que se demoró unos 10 minutos en auto. Quizás menos.

No tuvo ninguna razón en particular. Ella misma recuerda que no sintió ni vio nada extraño en esos minutos que conversó con la Jesu, pero decidió ir igual. Camila, su hija mayor que está sentada a su lado derecho, cree que fue intuición.

Lo único seguro es que cuando Carmen Gloria estacionó y entró a su casa percibió un silencio. Por eso lo primero que hizo fue subir hasta la habitación de María Jesús y entonces se tropezó con la “escena”, como la denomina ella.

—Encontré a María Jesús envuelta en un cobertor entre la cama y el velador. La saco y me doy cuenta que está amarrada —recapitula hoy, a tres meses de ese día.

Estaba amarrada de las manos y los pies.

—Respiraba muy mal.

Tenía diferentes heridas cortopunzantes en el cuerpo. Su mamá sólo pudo identificar dos en su costado.

—Me dijo abrázame —lamenta Carmen Gloria.

Y esas fueron las últimas palabras de María Jesús Troncoso Muñoz después de ser asesinada, a sus 16 años.

Madre, hijas y amigas

Una cosa está clara. María Jesús siempre le regaló una sonrisa al que se le cruzara. Su personalidad era efusiva y expresiva. Una alegría que irradió y contagió a lo largo —y corto— de sus 16 años.

—Hasta la vecina que le vendió una vez un helado en el negocio llegó al velorio porque encontró que María Jesús era una persona muy amable —cuenta su hermana Camila Troncoso.

Cuando nació, Camila ya tenía 8 años. Era su sueño ser la hermana mayor, sobre todo después de que su mamá perdiera un bebé. Ese dolor se calmó con la llegada de la Jesu, por eso Camila se propuso ser un modelo ejemplar y seguir con el sello que Carmen Gloria le inculcó: siempre hacer algo por el resto.

Ambas dicen que su vida no fue fácil. Que después vino una separación familiar y los problemas financieros afloraron. Aunque también coinciden que salieron adelante apoyándose mutuamente.

—Camila desde el embarazo se hizo cargo de su hermana. Ella era chiquitita y me decía “mamá, no llores, las dos vamos a cuidar a mi hermanita” —detalla Carmen Gloria— entonces ella era como la hermana-mamá. Siempre asumió ese rol, de que ella tenía que proteger a su hermana, que tenía que cuidarla, que tenía que estar para ella.

Desde que María Jesús cumplió cuatro años siempre fueron las tres. Salían juntas a conciertos o a mochilear, eran amigas. Eran unidas.

María Jesús

Un día más en casa

María Jesús también sobresalió en el colegio. Se convirtió en la tesorera del centro de alumnos de liceo Coeducacional Santa María de Los Ángeles. Participó en campeonatos de voleibol. Hasta fue periodista de su colegio en la básica.

—Se destacó harto su disposición de ayudar a sus compañeros que más lo necesitaban —resalta su hermana.

Si alguien lo requería, ella se ponía a trabajar organizando canastas familiares. Con los animales era lo mismo. Si veía a un gato o perro abandonado lo rescataba y se lo llevaba para la casa.

Así vivió su tercero medio, con su nariz metida en las actividades del liceo. También pensaba en qué estudiaría saliendo de cuarto. Tenía algunas ideas pero nada concreto. Cosmetología, enfermería o biología marina pasaron por su cabeza. El último fin de semana antes de su muerte conversó con Camila para ver cuáles eran sus opciones o a qué universidad iría. Le preocupaba tener un buen puntaje.

Al día siguiente de esa conversación, el lunes 16 de octubre, María Jesús despertó enferma. Tenía vómitos y dolor de estómago. Se quedó sola en la casa descansando mientras su mamá trabajaba y su hermana hacía su práctica profesional en Temuco.

Se mantuvo así hasta el miércoles. Esa noche le pidió a su mamá quedarse un día más porque, aunque se sentía un poco mejor, le daba miedo que le volvieran los malestares en el colegio.

—Ya bueno, quédate —le respondió Carmen Gloria ese día.

Eso explica porqué ese jueves 19 de octubre María Jesús estaba al interior de la habitación principal cuando su vecino, Jorge Rebolledo Martínez, entró a la casa.

Mamá, necesito dinero

Jorge era vecino de María Jesús. Según declaró el propio imputado, entró por la puerta principal y llegó hasta la cocina. Tomó un cuchillo de unos 30 centímetros aproximadamente.

Desde ahí subió hasta la habitación principal donde María Jesús descansaba. En la audiencia de formalización, la fiscal Ana María Molina detalló que en ese momento Rebolledo le pidió dinero:

—La víctima muy asustada le dice que sí, que tiene algo de dinero, alrededor de 20 mil pesos. El imputado lo considera insuficiente, se molesta y dice que necesita más dinero. Y ahí es donde empieza la parte más grave aún, y más dolorosa, porque la víctima es sometida a espacios de presión, de intimidación y maltrato.

La persecutora lo dice porque la amarró con una cinta de género en los pies y manos. Es ahí, mientras María Jesús estaba siendo amenazada que le envió un mensaje de audio a su mamá donde le pedía dinero para los polerones de cuarto medio. Luego de eso vino la videollamada:

—Y ahí le dije que no, que no tenía plata. Y ella me dice, pero saca la plata del condominio, porque yo manejo el dinero del condominio. Yo era la que recaudaba los gastos comunes. Y a mí me pareció raro eso porque ella nunca me hubiera dicho saca la plata del condominio. Y ella no sabía cuánto era, no sabía nada. Ella no sabía nada de ese dinero. Entonces me pareció raro.

Apenas cortó decidió ir a la casa. No porque viera, ni escuchara, ni sintiera algo extraño. Sólo fue. Tampoco le avisó que iría. Rebolledo se llevó el dinero y el celular de la Jesu.

El guatón

Cuando llegó, María Jesús tenía cuatro puñaladas en su cuerpo. Dos resultaron ser mortales. Carmen Gloria le sacó el cobertor, la desamarró e intentó llamar a una ambulancia.

—Ella respiraba pésimo —rememora.

Empezó a gritar pidiendo ayuda por el condominio. Sólo salió la familia de Jorge Rebolledo, quienes llamaron a una ambulancia. Él se paró afuera de la casa preguntando qué estaba pasando. Mientras, en el segundo piso de la casa, Carmen Gloria buscaba las heridas de su hija.

—Entre todo eso ella me dijo “el guatón, guatón”, que es el apodo del vecino.

Su mamá le hacía masajes mientras la ambulancia llegaba.

—Y después me dijo, abrázame. Ella siempre me pedía abrazos. O sea, era todo el día, abrázame, abrázame, abrázame. Y yo decía, hija, estoy aquí al lado tuyo. Pero no importa, abrázame. Porque ella siempre me extrañaba. Mamá, te extraño, me decía. Hija, estoy aquí, le respondía.

Fue lo último que alcanzó a decir. Cuando llegó la ambulancia la intentaron reanimar por casi media hora. Al final sólo pudieron constatar su hora de muerte.

“¿Qué va a pasar con nosotras?”

El apodo que alcanzó a soltar María Jesús antes de morir fue clave para que la PDI entrevistara a Rebolledo. Lo hizo en calidad de testigo, pero confesó que fue él quien la mató y terminó detenido.

La abogada de la Defensoría Penal Pública de Los Ángeles, Ivonne Flores, explicó que “ha colaborado en todo momento” con la investigación. Por ejemplo, realizándose pruebas biológicas o entregando su vestimenta.

—Él se encuentra muy arrepentido. Esto no sólo ha afectado a las víctimas, por supuesto que lo ha afectado a él, pero por sobre todo a su familia, quien se encuentra sufriendo las repercusiones de esto y que él entiende que se debe a sus actos —comentó.

Fuentes de este medio especifican que Rebolledo fue un ex carabinero dado de baja por haber sido condenado por el delito de robo con violencia. Pese a eso, pudo borrar sus antecedentes y ahora figura con “conducta irreprochable”. Eso iría en directo beneficio para rebajar sus años de cárcel.

Por eso, ahora Camila y Carmen Gloria buscan que se modifiquen algunas leyes y que las sentencias sean más duras. Esa dicen que es su lucha: obtener justicia para su hija y hermana.

—Ahora puede que le dicten una condena pero luego él va a poder optar a beneficios y esos son los beneficios que a nosotras nos dan inseguridad. O sea, puede ser que el día de mañana esté libre y… ¿Qué va a pasar con nosotras? —argumenta Camila—. El Estado es demasiado garantista, pero es garantista para quienes deciden atentar contra la vida de una adolescente.

La abogada del Centro de Apoyo a Víctimas de Los Ángeles, María José Soulodre, detalló que se les está entregando apoyo psicológico y jurídico a la familia. Que interpondrán una querella en representación de la madre y aunque el plazo de investigación vence en marzo, lo más probable es que se amplíe porque faltan diligencias.

Camila intenta visibilizar a diario el nombre de su hermana. Publica mensajes, fotos y reúne a personas los 19 de cada mes para conmemorarla. Pormenoriza en la ironía de la vida. Que antes salían a las marchas feministas las tres juntas y volvían llorando. Que agradecían estar juntas y vivas para apoyarse. Ahora dice que debe seguir haciéndolo por su hermana.

—Vida no hay. O sea, nuestro día a día es comer, dormir y tener reuniones —confiesa.

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