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La vida de Ever nunca fue fácil. De alguna u otra forma siempre estaba sufriendo por su apariencia física. Jamás buscó ayuda ni tampoco pudieron ayudarlo. Por desconocimiento, desinterés o miedo. Lo que sea, igual vivió con una carga emocional gigante. En lo exterior eso sí proyectaba felicidad, al menos hasta los 30 años, cuando lo asesinaron y descuartizaron. El autor del crimen, un conocido, confesó el homicidio y se defendió diciendo que Ever lo atacó primero.
Evelyn nunca fue Evelyn.
Cuando nació el 5 de enero de 1993 y la inscribieron en el Registro Civil todos pensaron que sería Evelyn Andrea. Pero no.
Evelyn siempre fue Ever.
El joven transmasculino de pelo corto y pañoletas en la cabeza. De ropa holgada, gafas grandes y jockey. El chico coqueto y sociable que caminaba por las calles de Los Ángeles saludando a medio mundo. El “Daddy”, como lo bautizaron por su parecido a Daddy Yankee y que él disfrutaba escuchando ese apodo.
Su familia lo aceptó sin más. Sus amistades también. El resto no. El resto lo molestaba y lo hería internamente, sobre todo en el colegio —profesores y compañeros— que no entendían por qué tenía una figura tan masculina.
Nunca reflejó que le importara. Siendo el mayor de tres hermanos, con un padre ausente, su postura permanente era mirar hacia adelante y seguir siendo ese niño simpático y carismático. Demostrar madurez. Pero en el fondo le dolía. Su hermana menor, Noelia Albarrán, recuerda que se daba cuenta de esos bajones emocionales.
Cuando grande la situación tampoco mejoró. Ever trabajó de auxiliar de buses, en la Vega, y sus últimos meses los pasó como guardia de seguridad en distintos puntos de la ciudad.
—Acá en Los Ángeles hay mucha discriminación, porque, por ejemplo, iba a trabajar y, no sé, de presencia lo veían, y ya, venga todo el día. Llegaba (al otro día), tenía que presentar los papeles, veían el nombre, veían que era mujer. Y no —cuenta Noelia.
Violencia silenciosa
Ever nunca inició el trámite legal para el cambio de sexo registral. Con sus amistades más íntimas expresó su intención de ir al Registro Civil y cambiarse el nombre para que sus documentos oficiales dejaran de ser un problema al momento de presentarse a un trabajo.
—Lo que pasa es que Ever no se informaba tanto en ese sentido —reconoce Noelia— pero siempre tuvo esa intención de cambiar su nombre.
Nunca llegó a concretarlo y aunque a veces sufría situaciones donde lo rechazaban, se las arreglaba igual. Conseguía trabajos esporádicos, de construcción generalmente. Tampoco necesitaba mucho porque vivía con su madre. Independientemente, su familia sabía que era un saco que cargaba desde su infancia. Noelia explica:
—El problema es que Ever nunca tuvo una definición previamente. No tuvo un apoyo en su transición a transmasculinidad.
Por ignorancia principalmente. Ni él ni su familia sabían más sobre cómo orientar o qué procesos realizar para un cambio de identidad.
—Pudo ir algún tipo de fundación LGTBIQ+, que lo pudiera orientar en eso y ayudar también en esa transición. Pero nunca tuvo la información y no la pidió tampoco —explica Noelia.
Desde la Fundación Vanguardista Divergente del Bío Bío (Fuvadi), la única organización en Los Ángeles que entrega apoyo legal, social y psicológico sobre estos temas en la región, ratifican que Ever jamás se acercó a pedir orientación.
—Nosotros no conocimos antes a Ever. Sí lo ubicamos en algunas oportunidades (…) Lo que pasa es que Los Ángeles es relativamente pequeño y además, la población trans es una población bastante esquiva —detalla Vladimir Urrutia, cofundandor de Fuvadi.
Y agrega:
—Ever sufría una violencia silenciosa.
“Cualquier cosa, le aviso”
A lo anterior se sumaba otro factor. Los últimos días de agosto Ever tuvo una ruptura amorosa con su polola de poco más de un año.
—Ever siempre que terminaba o tenía problemas con sus parejas se ponía triste. Era como… dependiente de su relación. Como acabo de mundo cuando terminaba —detalla su hermana.
Eso lo tenía cabizbajo. Por eso el 31 de agosto Ever decidió salir a tomar unas cervezas. Era su forma de soltar la pena.
También coincidía que ese día tenía que ir a botar un muro de cemento; un “trabajito” extra que le ofreció Oscar Contreras, de 32 años.
Lo conoció en esa misma un tiempo antes, haciendo trabajos de construcción. Así que se juntaron y fueron a compartir con una tercera persona. Cerca de las 22:00 horas se trasladaron al Restobar Dejavú. Desde ahí Ever le envió un mensaje a su amiga pidiéndole que lo fueran a buscar porque se sentía muy mal. No obtuvo respuesta hasta la mañana siguiente.
Pidieron un uber y terminaron en la casa de Oscar. La investigación hasta ahora indica que sólo estaban ellos dos.
Desde ese momento nadie supo más de Ever. Su madre lo llamó insistentemente. También contactó a todas sus amistades y nadie reconoció haberlo visto. A Oscar igual le marcó.
—Porque mi mamá supo que se había juntado con él. Y él: “no, tía. Nosotros nos separamos temprano. Cualquier cosa yo le aviso” —recuerda Noelia de ese momento.
Lo cierto, es que mientras Oscar estaba en esa llamada, Ever estaba a su lado. Muerto.
La confesión
La noche del 1 de septiembre aparecieron dos piernas humanas en calle Lynch con Alberto D’Halmar. A tres cuadras de la casa de Oscar. La noticia se viralizó rápido. Algunos divulgaron que era un femicidio. Noelia con su familia investigaron por su cuenta las primeras 24 horas y preguntaron en los bares si habían visto a Ever. Cuando se enteraron que estuvo con Oscar le entregaron su nombre a la policía.
Tras el hallazgo del cuerpo se parapetaron afuera de su casa y acorralado, confesó.
—No es que él se entregara de manera voluntaria, o sea, las policías ya estaban en su casa porque fue la última persona vista con él. Además, la casa estaba con manchas de sangre y un olor extremo a cloro. Entonces, frente a esa dinámica yo no diría que se entrega, insisto en eso, porque ya las diligencias investigativas decantaban en él —detalla Nicolás Arismendi, abogado de la familia.
Según el propio testimonio de Oscar, Ever lo intentó atacar y él respondió.
—Se ha logrado determinar que varias de las lesiones propinadas por el imputado a Ever ya eran de carácter fatal —explica el abogado del Estudio Diaz y Arismendi—. Por tanto, él sin duda añadió mayor dolor a la víctima del necesario para causar la muerte.
Además del ensañamiento, la familia también apunta a que fue un crimen de odio porque parte de las heridas, según el abogado, están en zonas íntimas.
—Nosotros entendemos que esa es una clara manifestación de odio, ya que no son sectores que dan muerte, sino más bien es un mensaje que trata de transmitir en este caso el autor, y esto tiene un correlato justamente con la manera en la cual distribuye el cuerpo de Ever, que es en tres lugares distintos —argumenta Arismendi.
La defensa de Oscar lo niega.
—El imputado y la víctima tenían una relación de amistad, donde al imputado le es irrelevante su identidad de género —estipula Carolina Valenzuela, abogada de la Defensoría Penal Pública del Bío Bío.
“El crimen de odio más grande”
Entre las diligencias realizadas está una evaluación de las lesiones de Oscar, esas que dijo que se las hizo Ever. Arismendi dice que son “de antigua data”, según los resultados del informe.
También queda pendiente un peritaje psicológico. Mientras tanto, Oscar sigue en prisión preventiva desde el 5 de septiembre por el homicidio con descuartizamiento de Ever.
Aunque Carolina asegura que “no hay antecedentes para señalar que existe participación de terceros”, Arismendi no lápida esa posibilidad. Por el contrario, busca agotar todas las pruebas para determinar si intervinieron otras personas.
El crimen de Ever tocó las puertas de varias instituciones que buscaron exponer su repudio. Llegó incluso hasta diputadas oficialistas con el intento de crear una nueva ley. Para Vladimir Urrutia va más allá de eso porque alteró la sensación de inseguridad en la comunidad.
—Hay una línea muy delgada entre lo verbal y lo físico. Y cuando es físico, casi siempre es con resultado de muerte —expone.
Ahora, desde Fuvadi intentan crear la Ley Ever que quiere integrar tres artículos modificatorios. Esto se reduce a que por ejemplo, si una persona trans es víctima de un crimen, eso se tipifique como transmasculinicidio o transfemicidio. Si es un travesti, se denominará como travesticidio. Las penas de cárcel aumentarían.
—Lo que pasó con Ever es el crimen de odio más grande que ha tenido este país —sentencia el cofundandor de la fundación.