El grito de un hombre -hasta ahora desconocido- terminó siendo clave para que la policía concretara la detención de Jhoyner Enrique Bonilla Brito (22), el único imputado por el homicidio, ocurrido en Concepción, del cabo primero de Carabineros Alex Onésimo Salazar Rodríguez (37).
Los hechos acaecidos la madrugada del domingo quedaron plasmados en los testimonios que los colegas del fallecido prestaron ante la fiscalía.
El primero de ellos corresponde a un uniformado que había iniciado su turno a eso de las 21:30 horas del sábado junto al hoy mártir 1.231 de la institución verde oliva. El funcionario no sólo presenció el hecho, sino que también formó parte del grupo de policías que fue embestido por el ciudadano venezolano. Zafó por centímetros del impacto.
De acuerdo a lo expuesto en la audiencia por el Ministerio Público, Jhoyner se encontraba en las afueras de un local nocturno, emplazado casi frente a la Gobernación Regional del Bío Bío, al que acudió una pareja de carabineros para realizar un control, puesto que aparentemente funcionaba de forma irregular.
Los funcionarios se disponían a detener a un sujeto de polera blanca, que opuso resistencia y cayó al suelo. Algunos de los presentes comenzaron a arrojar botellas a los uniformados, los que pidieron refuerzos a las unidades cercanas. Fue entonces que el imputado, que vestía polera negra, abordó un vehículo blanco, mal estacionado en la vereda, y arremetió contra los policías.
El imputado (polera negra, estampado de calavera blanca), yendo hacia el vehículo blanco.
En su alocución, el funcionario relató sus intentos para evitar que el hombre se diera a la fuga y el momento exacto en el que se percató que su compañero de patrulla había caído abatido.
—Decidí desenfundar mi arma de servicio, revólver marca Taurus con seis municiones, y logré percutar un disparo en dirección al vehículo color blanco, el cual iba dándose a la fuga por calle Prat hacia el poniente. Observé en ese instante a mi cabo Salazar que se encontraba tirado en el suelo. Sangraba de su nariz y oído, por lo que me acerqué a él, sujetándolo del cuello. Estaba inconsciente.
El funcionario prosiguió:
—En ese instante solicité ayuda por radio a la ambulancia, ya que se encontraba grave. Recuerdo que hasta el lugar llegó una persona de sexo femenino, que señaló ser enfermera y nos prestó ayuda para evitar que mi cabo Salazar se ahogara con la sangre… posteriormente llegó el SAMU.
El grito anónimo
Lo que ocurrió apenas minutos más tarde quedó registrado en la declaración de la cabo primero, Cecilia González Opazo, jefa de la patrulla de la Segunda Comisaría de Carabineros de Concepción. Su figura es fundamental: fue ella quien logró la detención del imputado.
De acuerdo con el relato de la uniformada, con más de 12 años de servicio en la institución, la primera alerta la recibieron a las 05:45 horas del domingo. La instrucción era simple, aunque urgente: todas las patrullas del perímetro debían trasladarse a avenida Arturo Prat con calle Freire.
El llamado de la Central de Comunicaciones (Cenco) de Carabineros fue en respuesta a la solicitud de refuerzos que segundos antes realizaron los funcionarios de la Primera Comisaría, los mismos que se encontraban en medio del procedimiento en el local nocturno.
—Con mi cabo nos trasladamos de forma inmediata a dicho lugar. En eso nuevamente escuchamos vía radial que un funcionario de dotación de la Primera Comisaría de Carabineros de Concepción había sido atropellado por un vehículo de color blanco y que era conducido por un sujeto que vestía con vestimentas oscuras y jockey de color blanco y que se había dado a la fuga del lugar —partió declarando la cabo primero González.
Camino a la emergencia, un nuevo aviso por radio hizo que modificaran su recorrido. El funcionario que hacía guardia en las dependencias de la Primera Comisaría de Concepción, ubicada en calle San Martín entre Salas y Serrano, vio pasar por esta última calle a un vehículo con las mismas características del que minutos antes había arremetido contra los funcionarios.
—Señala que el vehículo iba a gran velocidad por calle Serrano en dirección al sureste, en dirección al Parque Ecuador, dejando el vehículo abandonado en la intersección de avenida Chacabuco con calle Serrano y el sujeto se da a la fuga de infantería (a pie).
De inmediato, cuenta la funcionaria, decidieron enfilar en dirección al parque.
—Una vez en el lugar se procede a efectuar el patrullaje en vehículos policiales, como así el mismo de infantería, con la finalidad de dar con el paradero de esta persona.
Estaban en eso cuando surgió el grito que terminó resultando clave:
—Escucho que una persona de sexo masculino grita a viva voz: “Vi la persona con vestimenta de color negro corriendo en dirección a calle Angol, entre calle Víctor Lamas y avenida Chacabuco, y ocultarse bajo un vehículo”. Por tal motivo, nos trasladamos a calle Angol comenzando una revisión de los vehículos que se encontraban estacionados en dicho lugar.
Ebrio y debajo de un auto
La búsqueda trajo rápidos resultados. La cabo primero relató:
—Llegando por calle Angol, frente al número 31, logré ver un sujeto de sexo masculino oculto abajo de un vehículo marca Suzuki, modelo Celerio, color gris.
Según indicó la carabinera, el hombre -oriundo de Caracas- reunía las características físicas y de vestimentas del sospechoso, por lo que procedieron con el arresto, no sin antes tener que aplicar el uso de la fuerza.
—El sujeto resultó con erosiones en el brazo izquierdo, logrando su detención a las 05:55 horas, informándole el motivo de detención y, a su vez, los derechos que se le asistían en calidad de detenido.
Una vez aprehendido, la policía logró verificar la identidad del aprehendido, quien fue sometido a una prueba respiratoria intoxilyzer. ¿El resultado? La presencia de 1,79 gramos de alcohol por litro de sangre en su cuerpo. Es decir, claramente en estado de ebriedad.
Con los testimonios de los uniformados, el Ministerio Público imputó a Jhoyner Enrique Bonilla Brito por dos delitos de maltrato a carabinero, conducción en estado de ebriedad y homicidio simple a carabinero en función. Este último fue objeto de controversia en la audiencia de este martes.
Jhoyner Bonillla a bordo del Chery IQ blanco con el que atropelló a carabineros.
¿Homicidio o impericia?
El defensor penal público, Felipe Martínez, argumentó en favor del imputado y en primer lugar sostuvo que él no lanzó botellas contra los uniformados en medio del operativo. Algo que la jueza consideró irrelevante.
Asimismo, intentó cambiar la calificación de uno de los delitos que se le imputa: del homicidio simple, que acusó fiscalía, a manejo en estado de ebriedad con resultado de muerte. Concretamente, aseguró que no hubo intención de quitarle la vida al carabinero, sino que sólo se trató de impericia a la hora de conducir. Más aún, enfatizó que en medio de su maniobra -en los videos exhibidos en la audiencia- se ve funcionar la luz de freno previo al primer impacto y en ocasiones posteriores. Tampoco tuvo éxito en ese intento.
De este modo, apuntó al primer parte policial del incidente, que alude a que el imputado, “en estado de ebriedad, ingresa con el móvil de la acera a la vía”, lo que a su parecer sindica la causa basal del atropello.
De delivery a prisión preventiva
Otro punto que generó debate en la audiencia fue la situación migratoria del imputado, pues la fiscalía no tenía información alguna al respecto.
La defensa precisó que cuenta con irreprochable conducta anterior y se encuentra en el país de forma regular, ya que cuenta con cédula de identidad chilena. Subrayó que ingresó por un paso habilitado, en avión. También detalló que el imputado -fanático de las motos, según se observa en sus redes sociales- cuenta con visa vigente, con la cual se desempeña como trabajador de delivery para la app PedidosYa.
La situación obligó a un receso por cerca de media hora para que Maritza González Palavecino, fiscal adjunta de la Fiscalía Local de Concepción, pudiera conseguir dicha información. Tras la pausa, consultada la autoridad migratoria, ratificó -en parte- lo dicho por la defensa. Ingresó como turista en agosto de 2017 y en julio de 2019 obtuvo una visa de residencia temporaria, que tiene vigencia hasta octubre de este 2023, y que le permite trabajar, estudiar o realizar actividades comerciales.
Tras evaluar todos los antecedentes, la jueza dejó al imputado en prisión preventiva, considerando la gravedad del delito y el peligro de fuga, pues no posee mayor arraigo al territorio nacional, algo que quedó en evidencia -entre otras cosas- por el domicilio que entregó a las autoridades: el departamento en que vive su exsuegra y su exesposa.