El aromo: una especie exótica e invasora que amenaza la flora nativa y afecta los ecosistemas, especialmente en la zona centro-sur de Chile.
Estudios han demostrado que el aromo reduce la riqueza de especies nativas y altera la composición florística de la zona donde se encuentra, lo que genera efectos negativos en la biodiversidad y el ecosistema, según detalla Ladera Sur.
En la zona centro-sur es común ver, mucho antes de la primera, la floración del aromo, científicamente llamado “Acacia Dealbata”.
El mal llamado “aromo chileno”
Esta especie es fácil de identificar, pues se caracterizan por sus abundantes racimos de flores amarillas, similares a los algodones.
El árbol, mal llamada “aromo chileno”, es originario de Australia y llegó a Chile durante el siglo XIX con el fin de controlar la erosión de ciertos lugares, pero también de modo ornamental, es decir, decorativo.
Una gran cantidad se encuentra con mayor facilidad en sitios erosionados de la Cordillera de la Costa de la Región del Biobío, principalmente en caminos y riberas fluviales.
En aquel sitio, se estima que la superficie cubierta por esta especie podría llegar a más de 100 mil hectáreas.
Es por ello que con el paso del tiempo, la especie se ha apoderado de su entorno, debido a su rápida proliferación que amenaza la flora nativa y afecta los ecosistemas locales.
Amenaza a la flora nativa y afecta los ecosistemas
“El aromo es una especie invasora, eso quiere decir que es muy agresiva en términos de producción de semillas, rebrote y crecimiento rápido”, dijo a BioBioChile, Cristian Echeverría Leal, académico e investigador de la Universidad de Concepción y director del proyecto Campus Naturaleza de la misma casa de estudios.
“Estas características hacen que, cuando la especie llega a un lugar, compita de manera muy eficaz con las especies nativas de los bosques chilenos”, afirma.
De esta manera, debido al rápido crecimiento y capacidad de producir semillas, el aromo puede fácilmente desplazar a las especies nativas que suelen tener estas características mucho menores.
Es así como, “altera la composición del ecosistema, llegando a ser la especie dominante del lugar”, afirma el docente.
Por su parte, Rafael García, doctor en Ciencias Forestales, Ingeniero Forestal, y director del Laboratorio de Invasiones Biológicas del Instituto de Ecología y Biodiversidad, dice que el aromo “produce una competencia básicamente de recursos, principalmente de luz”.
“Una vez que alcanza su tamaño máximo, forma parches muy densos, muy sombríos, y la vegetación nativa que va quedando abajo empieza a morir porque no tiene el recurso lumínico”, menciona para Ladera Sur.
“Hay distintos estudios que han demostrado que una vez que se establece el aromo, es capaz de ir excluyendo a las especies nativas”, asegura.
Sumado a ello, las zonas invadidas producen efectos negativos en los “ensambles de insectos, de briófitos, en el ciclo hidrológico y de nutrientes, así como en la regeneración de especies nativas”, detalla el sitio.
¿Qué pasaría si se impide el completo crecimiento de la flora nativa por culpa del aromo?
Tras preguntarse qué pasaría con la fauna nativa si el aromo se apodera de un territorio, la respuesta es cruda, pero realista.
Existiría una “pérdida significativa de los atributos de la biodiversidad nativa, con pérdidas o extinciones locales de diversas especies, especialmente aquellas más sensibles a la fragmentación y a la pérdida de hábitat”, asegura Cristian Echeverría.
Sumado a ello, si el aromo se convierte en la especie dominante, aquellas otras especies nativas serían desplazadas y “tendríamos un área extensa dominada por una sola especie. Esto implicaría una alteración de los procesos ecológicos de toda la flora y fauna del lugar”, menciona.
Puntos a favor del aromo
Sin embargo, no todo es negativo, pues el aromo también tiene la capacidad de fijar nitrógeno, lo que le permite crecer en suelos pobres.
Aquello es un punto positivo, pues ayuda a controlar la erosión en lugares donde otras especies no podrían establecerse, pero todo de manera controlada.
“En algunos sitios que están bastante erosionados y, donde el sustrato suelo se ha perdido, sería una posibilidad tener aromos para poder recuperar el nitrógeno en el suelo. Sin embargo, esto debería hacerse de forma puntual y no a gran escala territorial”, afirma Echeverría.
Junto con ello, también pude ser un beneficio para las personas, al utilizarlo como leña.
“No obstante, esto implica siempre tener un manejo exhaustivo y preciso para evitar que la especie no colonice otras áreas que no deseamos que sean dominadas por esta especie”, agrega.
Otro de sus aspectos positivos es su particular belleza, y que por la cual, la gente los aprecia.
A muchas personas les recuerda su infancia, otros juegan con sus particulares flores y un porcentaje los mantiene como decoración en sus hogares.
Detención de su crecimiento
Para controlar su crecimiento, la forma no es tan sencilla, pero existe.
“La expansión del aromo puede ser detenida mediante actividades de restauración ecológica y otras acciones de recuperación”, afirma Cristian Echeverría.
El docente, justamente, es uno de los investigadores que está indagando en la detención del crecimiento del aromo, en el Parque Nacional Nonguén, de la región el Biobío.
El docente manifestó que todo el proceso fue realizado siguiendo los estándares internacionales de la Sociedad para la Restauración Ecológica (SER).
Por ello, en el caso de zonas invadidas de Nonguén, “se ha realizado una cosecha completa de los individuos de aromo, que pueden alcanzar densidades de hasta 14,000 árboles por hectárea, y a los tocones (troncos) que quedan, se le han aplicado varios tratamientos”, cuenta.
Tratamiento a los aromos en el Parque Nacional Nonguén
En palabras del académico, uno de estos tratamientos consiste en “triturar los desechos para crear un mantillo o mulch, que se coloca sobre los tocones y el suelo, con el fin de prevenir el rebrote y la germinación de nuevas semillas de aromo”.
Aquel proceso se combinó con un control mecánico y manual, de los rebrotes por los primeros cinco años.
Otro de los tratamientos es probar el control biológico del aromo, utilizando dos hongos descomponedores de la madera, “los cuales están mostrando resultados interesantes para seguir extrapolando”, afirma Echeverría.
Dentro de la restauración ecológica, el docente junto a su equipo ha hecho una recreación del ecosistema desde cero.
Para ello se empleó una plantilla del bosque de referencia para diseñar la plantación, estableciendo las especies y organizándolas según un patrón espacial.
“De esta manera, las plantas siguen un proceso o imitan básicamente un patrón natural y no son establecidas en núcleos o en filas, como se acostumbra en otras actividades de reforestación”, explica Echeverría.
A través de aquel enfoque, los investigadores buscan promover la interacción entre individuos de la misma especie y entre distintas especies, todo con el objetivo de recuperar los procesos ecológicos que se han perdido tras la invasión del aromo.