Científicos revelaron el primer mapa que retrata la vida vegetal en la Antártica, mostrando con él cómo la crisis climática permite que cada vez el continente blanco sea más verde.
Específicamente, cada vez se registran más pasto y claveles antárticos, ambos endémicos, pero también un centenar de especies invasoras como el pasto común.
En el mapa satelital, publicado en Nature Geosciences, se ve la preocupante tendencia, con vida fotosintética expandiéndose desde las fronteras antárticas.
En total, lograron detectar casi 45 kilómetros cuadrados de vegetación -representando el 0,12% de la superficie sin hielo-, y el 80% de ésta se encuentra en la península contemplada en lo que en Chile se conoce como el Territorio Antártico Chileno, aunque esta es una reclamación más bien simbólica pues el Tratado Antártico impide que países puedan efectivamente adjudicarse soberanía en el continente.
El mapa, explica en un comunicado Charlotte Walshaw, investigadora de doctorado de la Universidad de Edimburgo que dirigió el estudio, “tendrá profundas implicaciones para nuestra comprensión de dónde se encuentra la vegetación en todo el continente, y qué factores influyen en esta distribución”.
Por su parte, la co-autora Claudia Colesie de la Universidad de Edimburgo explica en The Conversation que la colonización vegetal suele desarrollarse en varias etapas.
Primero, las algas y cianobacterias pioneras alcanzan la tierra, integrándose en las partículas de la arena y permitiendo que eventualmente otros organismos puedan crecer ahí. Luego, los líquenes y los musgos se establecen y crecen en esa superficie, hasta que finalmente llegan semillas de plantas mayores.
Un proceso cada vez más facilitado por los cambios en las temperaturas.
“Obtener un mapa preciso de la vida fotosintética del continente nos da una base de referencia para evaluar los cambios futuros. A medida que el continente se calienta y el hielo se derrite, anticipamos que las zonas de afloramiento rocoso se ampliarán y que la vegetación colonizará más terreno, añadió Peter Fretwell, experto en teledetección del BAS y coautor del artículo. “Este nuevo mapa nos permite vigilar estas consecuencias del cambio climático”.
Para llegar a estos resultados, se utilizaron satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA), complementados con exploraciones en terreno a lo largo de varios veranos australes.
El estudio fue desarrollado por especialistas de la Universidad de Edinburgh y del Instituto Noruego para la Investigación de la Naturaleza, la Prospección Antártica Británica y la Asociación Escocesa de Ciencias Marinas.