Lunes 15 julio de 2024 | Publicado a las 15:13
· Actualizado a las 15:31
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Una ballena picuda de pala dentada, considerada la más rara del mundo, apareció recientemente varada en una playa de Nueva Zelanda. Con solo seis ballenas de esta especie registradas anteriormente, esta nueva oportunidad permitiría a los científicos obtener información vital y hasta ahora, desconocida, sobre su dieta, hábitat y comportamiento.
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La ballena picuda de pala dentada (Mesoplodon traversii) es las más rara del mundo, sin que hasta ahora se haya registrado ningún avistamiento de esta especie con vida. Nadie sabe cuántas hay, qué comen ni dónde viven en la vasta extensión del Océano Pacífico meridional. Sin embargo, los científicos de Nueva Zelanda pueden haber dado por fin un respiro.
La agencia de conservación del país dijo este lunes que la criatura de cinco metros de largo que apareció en una playa de la Isla Sur este mes coincide con las características de este raro espécimen.
“Sabemos muy poco, prácticamente nada” sobre estas criaturas, dijo a Associated Press, Hannah Hendriks, asesora técnica marina del Departamento de Conservación. “Esto va a dar lugar a una ciencia asombrosa y arrojará información sin precedentes en el mundo“.
Sería el primer espécimen encontrado en un estado que permitiría a los científicos diseccionarla, lo que les permitiría trazar la relación de la ballena con las otras pocas de la especie encontradas previamente y saber qué come y tal vez dar pistas sobre su lugar de residencia.
La ballena más rara del mundo es prácticamente desconocida
Sólo se han localizado otras seis ballenas picudas de pala dentada, y las halladas intactas en las playas de la Isla Norte de Nueva Zelanda había sido enterradas antes de que las pruebas de ADN pudieran verificar su identidad, lo que frustró cualquier posibilidad de estudiarlas.
En esta ocasión, la ballena varada fue transportada rápidamente a un almacén de refrigeración y los investigadores trabajarán con los maoríes para planificar su examinación, según la agencia de conservación.
Los indígenas neozelandeses consideran a las ballenas un tesoro sagrado de importancia cultural. En abril, sus líderes firmaron un tratado que reconoce a las ballenas como “personas jurídicas”.
Actualmente, no se sabe nada sobre el hábitat de estas ballenas. Las criaturas bucean en busca de alimento y salen a la superficie tan raramente que ha sido imposible acotar su ubicación más allá del sur del Océano Pacífico meridional, donde se encuentran algunas de las fosas oceánicas más profundas del mundo, señala Hendriks.
“Es muy difícil investigar sobre mamíferos marinos si no se les ve en el mar”, explica. “Es como encontrar una aguja en un pajar. No sabes dónde buscar”, afirma.
La agencia de conservación dijo que las pruebas genéticas para confirmar la identificación de la ballena podría llevar meses. Se necesitaron “muchos años y un enorme esfuerzo por parte de investigadores y la población local” para identificar a estos mamíferos “increíblemente enigmáticos”, señaló Kirsten Young, profesora de la Universidad de Exeter.
El nuevo descubrimiento “me hace preguntarme cuántas hay en las profundidades oceánicas y cómo viven”, dijo Young.
Contados ejemplares
Los primeros rastros de la ballena picuda de pala dentada se encontraron en 1872 en la isla neozelandesa de Pitt. En la década de 1950 se descubrió en una isla costera, y los huesos de una tercera se encontraron en la isla Robinson Crusoe de Chile en 1986.
La secuenciación del ADN en 2002 demostró que los tres especímenes eran de la misma especie, y que era una distinta de otras especies de ballenas. Los investigadores que estudian al mamífero no pudieron confirmar si la especie estaba extinta.
Luego, en 2010, dos ballenas picudas, ambas muertas, aparecieron en una playa de Nueva Zelanda. En un principio las confundieron con uno de los otros 13 tipos más comunes de especies de Nueva Zelanda, pero muestras de tejido tomadas tras ser enterrada, revelaron que se trataba la enigmática especie.
Nueva Zelanda es un punto caliente de varamientos de ballenas, con más de 5.000 episodios registrados desde 1840, según el Departamento de Conservación.