Un estudio reveló que la industria chilena del salmón utilizó más antibióticos, pese al esfuerzo de reducción. La pandemia y las condiciones climáticas, que provocaron floraciones de algas tóxicas, son los culpables de este aumento, especialmente en 2020 y 2021.
Al lanzar el Programa de Reducción de Antibióticos para el Salmón Chileno (CSARP) en 2019, la industria estableció una meta de reducir el uso de antibióticos a la mitad para 2025, pero desde entonces la situación ha empeorado.
En 2022, el sector utilizó 363,0 gramos de antibióticos por tonelada métrica de salmón cosechada, un 24% más que los 293,6 g/t utilizados en 2019, según revela el último informe del CSARP.
Por supuesto, esa es la inclinación más negativa del documento de 38 páginas recién publicado. En el lado positivo, el informe también señala que Chile ha logrado reducir su uso de antibióticos en un 12% desde los 412,8 g/t observados en 2017, que es la línea de base sobre la que se estableció su objetivo original de reducción del 50%.
Además, su uso de antibióticos en 2022 es un 7% menor que los 392 g/t experimentados en 2021, por lo que ha habido algún movimiento
en la dirección correcta.
Uso de antibióticos en los salmones
Rolando Ibarra, investigador principal del programa Seafood Watch del Acuario de la Bahía de Monterey, ve la parte del vaso medio lleno. En una entrevista concedida a Undercurrent el miércoles, el investigador con 22 años de experiencia en acuicultura, que ha desempeñado un papel fundamental en la dirección del CSARP, aplaudió a la industria chilena del salmón por su compromiso en la búsqueda de soluciones, así como por su transparencia y voluntad de comunicar sus conclusiones.
El especialista dijo que el sector se ha enfrentado a algunos retos difíciles en sus recientes esfuerzos por reducir el uso de antibióticos, como las condiciones medioambientales causadas por el cambio climático y la pandemia.
Respecto a si la industria chilena del salmón alcanzará su objetivo de reducción del 50% en menos de tres años, Ibarra se mostró reacio a hacer predicciones, pero se mostró satisfecho con los progresos realizados.
“Después de casi tres o cuatro años de programa, las empresas siguen teniendo el compromiso de facilitar datos a nuestra tercera parte, que en este caso es una ONG, y también la transparencia y la rendición de cuentas”, precisó el experto.
Así también entiende “mejor la oportunidad, sobre todo en cada empresa, y la motivación para el uso de antibióticos. Sabemos que es un objetivo difícil, pero estamos en camino de reducir el uso de antibióticos”.
Industria chilena del salmón
Los piscicultores evitaron alimentar con antibióticos a los peces más grandes. Sin embargo, a pesar de su dominio del mercado estadounidense, Chile se enfrenta a un importante problema: la Piscirickettsia salmonis, el agente causante del síndrome rickettsial del salmón (SRS), una bacteria endémica que causa una alta tasa de mortalidad en el salmón para la que no existe una vacuna eficaz.
Debido a las luchas de Chile contra el SRS que depende tanto de los antibióticos, han explicado las fuentes. Según Ibarra, la situación empeoró en 2020 debido a la pandemia.
A raíz de la escasez de mano de obra, a los problemas de transporte y a la reducción de las ventas en varios mercados, gran parte del salmón chileno se quedó en el agua más tiempo de lo esperado, comentó el profesional.
Esto significa que los peces son más grandes y tienen más probabilidades de contraer enfermedades, lo que requiere un uso más frecuente y en mayor cantidad de antibióticos.
“Algunas empresas decidieron evitar el tratamiento después de cuatro kilos de peso debido al aumento del consumo de antibióticos”, relató.
Una razón aún mayor para el repunte, señaló Ibarra, fueron condiciones medioambientales, especialmente en 2020 y 2021.
“El aumento de la temperatura, la proliferación de algas y los bajos niveles de oxígeno, que por un lado son condiciones favorables para las enfermedades bacterianas y, por otro, aumentan el estrés de los peces, haciéndolos más susceptibles a las infecciones”, manifestó.
En tanto, el informe advertía de la probabilidad del 50% de que se produjera otro episodio de El Niño durante el invierno chileno, entre junio y agosto de 2023, con una probabilidad aún mayor, del 60%, de que El Niño ocurra de nuevo en primavera, entre septiembre y noviembre de 2023, según el servicio meteorológico del Gobierno chileno.