La revista de divulgación científica National Geographic (NatGeo) publicó un extenso fotorreportaje que grafica la situación del enorme vertedero de ropa que ensucia una porción del Desierto de Atacama a la altura de la Región de Tarapacá.
“La moda rápida va a morir en el desierto brumoso más grande del mundo”, se titula el artículo, donde muestran y explican cómo una zona tan aislada y con pasado glorioso terminó en el actual desastre ambiental.
Tal como informó BioBioChile, este lugar se transformó en un basurero clandestino de ropa de todo el mundo. Allí, se pueden encontrar prendas nuevas, con etiqueta y otras con muy poco uso. Se estima que se desechan unas 59.000 toneladas anuales de ropa que llegan por la zona franca del puerto de Iquique, también conocida como Zofri.
“El desierto de Atacama en el norte de Chile se extiende desde el Pacífico hasta los Andes a través de una vasta extensión de espectaculares cañones y conos de roca de color rojo anaranjado. Es el desierto más seco de la Tierra, y se parece tanto a la superficie de Marte que la NASA probó vehículos exploradores planetarios allí”, parte el relato de la publicación disponible en su sitio web en inglés.
No obstante, señalan que en la actualidad, Atacama perdió algo de su “maravilla” al convertirse en “uno de los vertederos de ropa descartada de más rápido crecimiento en el mundo, gracias a la veloz producción en masa de ropa con estilo y económica conocida como moda rápida”.
“El fenómeno ha generado tantos desechos que Naciones Unidas lo califica como ‘una emergencia ambiental y social’ para el planeta”, advierten.
Cómo el desierto de Atacama se transformó en el “basurero de la moda”
NatGeo describe la situación del Desierto de Atacama como “montones colosales de ropa desechada, con etiquetas de todo el mundo, que se extienden hasta donde alcanza la vista en las afueras de Alto Hospicio”.
“En un barranco, una pila de jeans manchados de tinta y chaquetas de traje blanqueadas por el sol intenso, se elevaban sobre un montón de abrigos de piel sintética y camisas formales, con etiquetas de precios aún adheridas. Se mezclan botellas, bolsas y otra basura”, complementan.
Entrevistado por la organización científica, Franklin Zepeda, oriundo del norte de Chile y director de la consultora de sustentabilidad llamada Con100cia Circular, dijo que le “impactó pensar que nos estábamos convirtiendo en el basurero textil de los países desarrollados”.
Pero, ¿cómo toda esa ropa acabó tirada en el desierto? Aunque parece poco probable que un desierto aislado fuese elegido para descartar la moda que no se vende, dice National Geographic, el que Iquique, ciudad próxima a Alto Hospicio, tenga un puerto libre de impuestos, favoreció la situación.
“En el borde occidental del desierto, millones de toneladas de ropa llegan anualmente desde Europa, Asia y las Américas. La cuenta del año pasado fue de 44 millones de toneladas, según las estadísticas aduaneras chilenas”, expresan.
Bernardo Guerrero, sociólogo de la Fundación Crear, organización que estudia la historia y la cultura de Iquique, dijo que después de declararse zona franca a la ciudad en la década de los 70, el negocio de la ropa comenzó a crecer.
Con el paso de los años “la ropa comenzó a entrar y salir de Iquique como olas a medida que cambiaba la moda mundial”. Guerrero dijo que en la década de los 90 casi todos en la zona usaban el mismo tipo de chaqueta acolchada, luego de que la prenda llegara en masa. “Era una señal de lo que estaba por venir”, aventuró Natgeo.
Lo que no se vende, se bota
El volumen de ropa aumentó más y más con el tiempo, llegando a una sobreabundancia de prendas, lo que llevó a los importadores a deshacerse de lo que no vendían.
“La ropa que no pasa el corte con los importadores termina en manos de camioneros que la transportan unas pocas millas a las afueras de Alto Hospicio, donde pasa por otro ciclo de clasificación y reventa en pequeñas tiendas y mercados callejeros, o en La Quebradilla, uno de los mercados al aire libre más grandes de Chile”, explica Natgeo.
Tras esto, “lo que no se vende en el mercado se destina al desierto, donde reposa, imperecedero, ya que gran parte está hecho de materiales sintéticos que no se biodegradan”.
Aportes y soluciones
Aunque algunas personas llegan a este lugar a rescatar lo que pueden, es tal el volumen de ropa que no es suficiente para que se despeje.
“Por muy útiles que hayan sido los mercados de reventa en una era anterior, se han visto abrumados por la magnitud de los crecientes descartes. Se están realizando nuevos esfuerzos, grandes y pequeños, para lidiar con el desperdicio de ropa, y la atención al desorden en el desierto puede inspirar proyectos adicionales”, señalan.
Por ejemplo, indican que Franklin fundó la startup Ecofibra, que construye paneles aislantes para el hogar a partir de desechos textiles.
Asimismo, señalan que la empresa que administra la zona franca apoya programas de reciclaje, mientras una importadora de ropa busca abrir una planta de reciclaje para hacer rellenos de cojines con la ropa descartada.
Sin embargo, manifiestan que la solución más “prometedora” podría venir del gobierno.
En este sentido, señalan que varios países, como India, Australia, Japón o Canadá, están aprobando leyes que exigen que los fabricantes de ropa asuman la responsabilidad financiera de sus productos cuando culminan su vida útil.
Si bien en Chile se aprobó una ley similar llamada Responsabilidad Extendida del Productor en 2016, esta no incluyó a la industria textil, sino que sólo a “los productores e importadores por seis categorías de desechos, que incluyen aceites lubricantes, productos electrónicos, baterías y baterías pequeñas, contenedores y empaques, y llantas”.
Puedes ver el fotorreportaje completo en el sitio oficial de National Geographic.