En el marco del recién pasado Día Mundial del Agua (martes 22 de marzo), y ante la creciente sequía que afecta a la región de Valparaíso, las plantas desalinizadoras son una de las opciones que han protagonizado el debate sobre posibles soluciones para la región de Valparaíso.
Sin embargo, aunque pueden ayudar a combatir el problema, también son numerosas las voces que advierten que la desalinización “no es una panacea”.
El martes, en conversación con Radio Bío Bío, el gobernador Rodrigo Mundaca advirtió que su costo puede ascender a más de $6 mil millones.
Además, aclaró que implementarlas y evaluar su impacto ambiental puede tardar hasta cuatro o cinco años.
María Christina Fragkou, científica medioambiental y directora del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile, también abordó “el lado B” de las plantas desalinizadoras y su eventual desarrollo en la región de Valparaíso.
Lo que explicó es que extraen agua del mar en un proceso llamado osmosis inversa y separan el agua “pura” de un concentrado similar a la salmuera.
¿El problema? Este “residuo” puede ser contaminante e impactar negativamente el ecosistema.
A todo lo anterior, Fragkou sumó el hecho que el proceso requiere de mucha energía, “la cual en Chile principalmente proviene de combustibles fósiles”.
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La especialista aseguró que “es preocupante” que no se esté teniendo en cuenta el potencial impacto negativo de las plantas desalinizadoras en el debate nacional.
En tanto, las iniciativas en pro de su desarrollo continúan en auge, como quedó en evidencia durante el recién pasado Día del Agua.
En La Ligua – donde las plantas de desalinización municipales abastecen ya a varios sectores – fue en esta fecha en la que se anunció un proyecto que busca el mejoramiento de estas unidades.
El alcalde de la comuna, Patricio Pallares, indicó que “eran de urgente necesidad” estas mejoras, ya que estas plantas desalinizadoras presentan dificultades cada mes.
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En este caso, el problema de las plantas desalinizadoras tendría relación con una mala implementación.
Sin embargo, tampoco se descarta que tenga que ver con la difícil mantención de estas estructuras, que además implican un alto costo para recambiar los filtros que utilizan.
Hoy hay más de 18 mil plantas de desalinización en más de 150 países y se están convirtiendo en una importante fuente de agua en sitios como Israel.
En Chile existen 18 y hay numerosos planes para que continúen en desarrollo.