Bajo las cálidas y cristalinas aguas del Golfo de Áqaba, en el extremo norte del mar Rojo, se encuentran unas bulliciosas aguas de coloridos corales.
Al amanecer, los peces salen de sus refugios coralinos y se unen a anguilas, tortugas y pulpos para nadar por estas ricas aguas.
Esta vibrante escena no se ha visto afectada por el blanqueo masivo que ha asolado los arrecifes en otros lugares del planeta.
La mayoría de los corales solo pueden sobrevivir dentro de un estrecho margen de temperatura.
A medida que se calientan los océanos, se interrumpe la simbiosis de corales y algas.
El estrés térmico hace que, durante la fotosíntesis, las algas no solo produzcan azúcar, el nutriente vital para los corales, sino también toxinas.
Para protegerse, los corales estresados expulsan sus algas productoras de energía y pierden su color.
Cuando los corales se blanquean y mueren, ecosistemas enteros pueden colapsar con ellos.
Según un estudio reciente, en menos de una década se ha perdido el 14% de los arrecifes de coral del mundo.
Un mundo de amenazas para los corales
Asolados por el calentamiento global, la contaminación y la destrucción del hábitat, la cobertura mundial de arrecifes coralinos se ha reducido a la mitad desde la década de 1950.
Los expertos predicen que hasta el 90% de los corales podría desaparecer en las próximas décadas.
Sin embargo, en las costas del norte del mar Rojo se vislumbra algo de esperanza, ya que los corales de Áqaba parecen no verse afectados por el constante calentamiento de las aguas.
“Descubrimos que los corales de Áqaba pueden soportar temperaturas muy superiores a la máxima de 27 grados centígrados del verano”, explicó Maoz Fine, profesor de biología marina que dirigió la investigación sobre la resistencia al calor de los corales en el Instituto Interuniversitario de Ciencias Marinas de Eilat, en Israel.
La esperanza del mar Rojo
Fine y su equipo diseñaron un sistema de acuario para simular las condiciones futuras del mar Rojo y realizaron experimentos para entender qué hace que los corales de Áqaba sean tan resistentes.
Mientras que la mayoría de corales se blanquean a uno o dos grados por encima de su rango normal, los experimentos demostraron que los corales de Áqaba podían soportar temperaturas de hasta seis grados centígrados por encima de la máxima del verano a la que suelen estar expuestos.
“Hicimos pruebas con unas 20 especies diferentes del coral y todas ellas mostraron una gran tolerancia al estrés térmico”, contó Fine.
“A pesar del aumento de las temperaturas, los corales nunca se blanquearon”, añadió.
Se cree que esa resistencia térmica es producto de la forma en que los corales migraron al Mar Rojo desde el Océano Índico durante la última Edad de Hielo, hace unos 20 mil años.
En su camino hacia el Golfo de Áqaba, los corales tuvieron que cruzar el golfo de Adén y la parte sur del mar Rojo.
Allí, las temperaturas del agua son mucho más altas.
Con el paso de las generaciones, las larvas de los corales supervivientes se desplazaron hacia el norte y poblaron zonas con temperaturas de agua mucho más bajas, pero conservaron su resistencia al calor.
“Estos corales fueron seleccionados para resistir altas temperaturas, pero viven a temperaturas de unos seis grados por debajo de su umbral de blanqueamiento”, aclaró Fine.
Únicos
Aunque los corales de otras regiones están adaptados a aguas más cálidas, Fine explicó que ningún otro coral posee una capacidad diferencial tan grande entre las temperaturas máximas que pueden alcanzar las aguas en las que vive y su umbral de blanqueo.
“Este es uno de los pocos lugares que conocemos donde los corales podrán sobrevivir al calentamiento global”, afirmó.
Mientras los arrecifes de coral se enfrentan a una destrucción masiva en todo el mundo debido al aumento de temperaturas, los investigadores y conservacionistas esperan que el Golfo de Áqaba pueda convertirse en un refugio para los corales que quedan en el mundo.
¿Podrían los corales de Áqaba ayudar a otros arrecifes?
“Los corales de Áqaba podrían ser una fuente para repoblar otros arrecifes, cuyos corales están muriendo”, según Manuel Aranda, biólogo marino de la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá (KAUST, por sus siglas en inglés) de Arabia Saudí.
El problema, según Aranda, es la magnitud.
“La Gran Barrera de Coral es del tamaño de Italia. No podemos plantar arrecifes del mismo modo que esparcimos semillas en tierra”, alertó.
¿Por qué? Porque la plantación de coral requiere que los buzos entren en el agua y fijen manualmente fragmentos de coral cultivados previamente en viveros.
Además, las plantaciones de coral son costosas y requieren mucho tiempo, y la introducción de nuevas especies en una región suele ser muy difícil.
Aranda forma parte de un grupo de investigación de la KAUST que trabaja en la identificación de corales resistentes al calor para cruzarlos con poblaciones de coral de otros lugares y aumentar con ello su tolerancia al calor.
“Normalmente los corales tardan muchas generaciones en adaptarse a un nuevo entorno”, advirtió Aranda.
Pero el planeta se está calentando más rápido que este proceso de adaptación.
Por eso, Aranda espera acelerar los intercambios genéticos para que los corales tengan la oportunidad de seguir el ritmo del aumento de las temperaturas.
“Esperamos que con los cruces no tengamos que plantar corales, sino que se reproduzcan por sí mismos”, comentó.
Sin embargo, incluso este método lleva tiempo y Fine no está convencido de que vaya a funcionar a gran escala.
Cree que hay que centrarse en identificar y preservar los arrecifes resistentes, en lugar de intentar cultivar corales en otros lugares.
“Lo que podemos ofrecer es conocimiento, entender qué genes fueron seleccionados en el sur al entrar en el Mar Rojo y lo que eso significa para la resistencia térmica”, opinó Fine.
“Se lo debemos a las generaciones futuras”
Alrededor del 25% de todas las especies marinas viven en los arrecifes de coral y sus alrededores, lo que los convierte en uno de los hábitats más diversos del mundo.
“El Golfo de Áqaba tiene un ecosistema muy diverso”, confirmó el conservacionista jordano Ehab Eid.
“En Jordania hemos identificado 157 especies de corales pétreos y hay más de 500 especies de peces. Más de la mitad de ellas dependen de los corales”, señaló.
Además de proporcionar hábitats vitales para la vida marina, los arrecifes de coral también proporcionan alimentos y medicinas, protegen las costas y aseguran el sustento de más de 500 millones de personas en todo el mundo.
A pesar de su resistencia a las altas temperaturas, los corales de Áqaba son vulnerables a la contaminación y al desarrollo insostenible de las zonas costeras urbanas, lo que pone en peligro el sustento de las numerosas personas de Jordania, Israel, Arabia Saudí y Egipto que dependen de la pesca y el turismo en el Golfo de Áqaba.
“Los corales son esenciales para la pesca aquí”, explicó Ibrahim Riady, que trabaja como pescador en la ciudad jordana de Áqaba desde hace más de dos décadas.
“Nuestros ingresos depende de ellos”, aseveró.
Él y otros pescadores locales cuentan que sus capturas han disminuido en las últimas décadas.
De momento, los científicos piden protección para el arrecife.
Pretenden que el golfo pueda servir de refugio para los corales que, si sobreviven a las amenazas locales, podrían revivir los arrecifes de otros lugares.
“El Golfo de Áqaba podría ser uno de los últimos arrecifes que queden a finales de este siglo”, lamentó Eid. “Es un tesoro. Se lo debemos a las generaciones futuras”, cerró.