Los líderes del G20 sellaron hoy en Roma su compromiso de “esforzarse” para limitar el calentamiento global a 1,5 grados, aunque la descarbonización se cumplirá “en torno a mitad de siglo”, una fórmula vaga con la que se logró cerrar filas pero que no satisfizo a todos.
“Estamos orgullosos del resultado, pero es un comienzo”, reconoció el primer ministro anfitrión, el italiano Mario Draghi, en el cierre de las reuniones.
La cumbre terminó con una extensa Declaración en la que el G20 dejó por escrito su determinación por una “completa y efectiva implementación” de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992 y el Acuerdo de París de 2015.
Este último texto tenía por objetivo mantener el calentamiento global muy por debajo de los 2 grados e incluía la voluntad de llevar a cabo “esfuerzos” para limitarlo a 1,5, una meta que ha quedado refrendada en la cumbre de Roma, aunque con medias tintas.
Los jefes de Estado o de Gobierno del G20 han acordado ahora tomar acciones “de mitigación, adaptación y financiación” con tal propósito en “esta década crítica”, aunque con un matiz importante: “en base a las circunstancias nacionales”.
En concreto, reflejando “el principio de responsabilidad común” de cada país y sus capacidades respectivas y diferenciadas.
“Seremos juzgados por lo que haremos”
“Ahora debemos concentrarnos en ponerlo en marcha pues seremos juzgados por lo que haremos, no por lo que decimos. Esta cumbre ha llenado de sustancia nuestras palabras”, dijo Draghi entre aplausos.
El primer ministro italiano defendió este resultado, habida cuenta de que hasta febrero Estados Unidos permanecía fuera del Acuerdo de París, por voluntad del expresidente Donald Trump.
Además el pasado julio, el G20 ministerial de Nápoles (sur) de Energía y Medio Ambiente había fracasado en su intento de sumar a China e India al objetivo del 1,5 grados en este siglo.
Y es que la reducción de las emisiones es un asunto espinoso para las mayores potencias, las más contaminantes, al implicar un cambio radical en sus sistemas productivos.
Por eso, para cerrar filas, el G20 no terminó con una sucesión de acciones concretas, ni tampoco con un compromiso claro en materia de descarbonización para 2050, sino que se habla de “alrededor de mitad de siglo”, pues países como Rusia y China, el más poblado del planeta, piden al menos otros diez años para cumplirlo.
La decepción de Guterres
Lo que deliberara el G20 era importante porque este foro, con España y Países Bajos como invitados permanentes, engloba el 80 % de la riqueza y el 60 % de la población mundial. Es decir, que sus acciones marcan la diferencia en la batalla climática.
Además la cita de Roma había sido presentada como la antesala de la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) que arrancó este domingo en la ciudad británica de Glasgow.
Por ello fue invitado a la cita romana el príncipe Carlos de Inglaterra, que animó a la comunidad internacional a “apartar las diferencias” y combatir esta amenaza desde Glasgow: “Es la última oportunidad para actuar”, advirtió ante el plenario.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, dijo que dejaba Roma con sus “esperanzas incumplidas pero no enterradas” y animó a la COP26 a “mantener vivo” el acuerdo del grado y medio.
Para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero los líderes del mundo se comprometen a tomar nuevas medidas a lo largo de esta década, pero también a ayudar a los países más vulnerables, pobres y, por ende, más expuestos ante un desastre climático.
A sabiendas de que cambiar la transición ecológica cuesta dinero, se quieren movilizar 100.000 millones de dólares (unos 86.500 millones de euros) anuales hasta 2025 para ayudarles.
Los negociadores estadounidenses estaban especialmente interesados en sumar a más países al Compromiso Mundial sobre el Metano, impulsado junto a la Unión Europea, pero todo quedó en que el G20 “toma nota” de iniciativas de reducción de ese hidrocarburo.
Los otros acuerdos de Roma
La cumbre de Roma, que deja la imagen de los líderes mundiales lanzando una moneda a la Fontana de Trevi, ha sido el escenario de otros acuerdos. El primero fue la adopción, tras largas negociaciones, de un impuesto mínimo global a las multinacionales del 15 % para equilibrar el sistema tributario internacional.
También los Veinte se comprometieron a vacunar contra la COVID-19 al 70 % de la población mundial para 2022, mediante el reparto de fármacos entre los países menos prósperos.
Y además la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, y el de Estados Unidos, Joe Biden, acabaron la cumbre celebrando la suspensión de aranceles mutuos al acero y aluminio impuestos bajo la administración de Donald Trump.