Cientos de bomberos siguen combatiendo este viernes las llamas en las afueras de Atenas, en una situación definida como “crítica” por el primer ministro griego, mientras en la vecina Turquía aumenta la presión por su gestión de la emergencia.
Ambos países llevan una semana luchando contra los fuegos que asolan la parte oriental del Mediterráneo, azotada por la peor ola de calor en décadas, en un desastre que autoridades y expertos vinculan al cambio climático.
Bomberos franceses llegaron a Grecia el jueves para colaborar. También están previstos refuerzos de Suiza, Suecia, Rumanía e Israel.
“Nuestro país afronta una situación extremadamente crítica”, dijo el jueves por la noche el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis, poniendo seis de sus trece regiones en alerta alta.
“Nos enfrentamos a condiciones sin precedentes, pues varios días de ola de calor han transformado a todo el país en un polvorín”, afirmó.
A una treintena de kilómetros al norte de Atenas, las llamas devoraron enormes áreas de pinedas, forzando la evacuación de más municipios durante la noche del jueves y cubriendo de un humo denso y asfixiante la capital griega.
En el pueblo de Afidnes, en plena noche, los bomberos trataron de contener desde su camión unas llamas que se elevaban por encima de ellos.
Parte de la autopista que conecta Atenas con el norte del país fue cerrada por precaución.
Ayuda internacional
El viceministro de Protección Civil, Nikos Hardalias, indicó que el jueves se declararon 99 incendios y 57 seguían activos durante la noche.
En la isla de Eubea, algunos monjes fueron evacuados a la fuerza tras negarse a abandonar su monasterio.
Francia envió 82 bomberos y debe hacer llegar dos aviones hidrantes, los mismos que Suecia. Rumanía aportará 112 bomberos con 23 vehículos y Suiza colaborará con tres helicópteros, indicó a la AFP un portavoz de los bomberos griegos.
Israel declaró que hará llegar un avión con 15 bomberos y un amplio cargamento de retardante de llama.
Ante este peligro extremo, las autoridades griegas prohibieron visitar bosques, parques nacionales y espacios naturales hasta el lunes.
“Si alguien duda que el cambio climático es real, que vengan y vean la intensidad del fenómeno aquí”, dijo el primer ministro el jueves mientras inspeccionaba los restos arqueológicos del lugar donde se celebraban los Juegos Olímpicos de la Antigüedad, también amenazados por el fuego.
Las llamas también llevaron al gobierno de Macedonia del Norte a declarar 30 días de estado de emergencia.
En la vecina Albania, en los Balcanes, el ministro de Defensa aseguró que la situación es “crítica” por la amenaza sobre núcleos habitados.
Erdogan en aprietos
Turquía ha registrado 208 incendios desde el 28 de julio y 12 siguen activos hasta este viernes, según la presidencia.
Ocho personas murieron y decenas fueron hospitalizadas en las partes costeras del sur del país.
En un suceso especialmente crítico esta semana, el fuerte viento espoleó un fuego que llegó hasta una central termoeléctrica en la costa del mar Egeo que almacenaba miles de toneladas de carbón.
La oficina del presidente Recep Tayyip Erdogan aseguró que una inspección inicial, tras haber controlado las llamas, mostraba que “no había daños en las unidades principales de la planta”.
El gobierno se enfrenta a una creciente presión después que la oposición asegurara que solo se había gastado una pequeña fracción del presupuesto para prevención de incendios.
La Dirección General de Silvicultura gastó solamente 1,75% de los 200 millones de liras turcas (US$23 millones) presupuestados para incendios forestales en los primeros seis meses de 2021, dijo Murat Emir, diputado del principal partido opositor, con unas cifras presuntamente obtenidas de un informe del mismo gobierno.
“Es una situación que incluso podría definirse como traición”, dijo a la AFP.
Erdogan ha sido blanco de críticas por actuar lentamente o por ser reacio a aceptar ayuda internacional tras conocerse que Turquía no disponía de aviones antiincendios.
El gobierno responsabilizó a la Asociación Aeronáutica de Turquía que, según Erdogan, no había actualizado su flota y su tecnología.
La crisis significa un desafío inesperado para el poderoso líder turco a dos años de unas nuevas elecciones que podrían llevar su mandato a una tercera década.