Durante 2020 la pandemia por el coronavirus afectó el trabajo de conservación que realizaban comunidades campesinas y nativas. Mongabay Latam presenta cuatro casos de cómo se ha enfrentado este reto en los Andes y la Amazonía.
En los alrededores del Parque Nacional Yaguas, las comunidades nativas huitoto cambiaron la pesca de consumo de las arahuanas por el comercio sustentable de esta especie. Pero la pandemia paralizó sus planes durante el 2020.
Al igual que en esta zona de la región Loreto, la crisis sanitaria causada por el coronavirus afectó los proyectos de conservación que se habían instalado en los Andes y la Amazonía peruanos.
Mongabay Latam presenta cuatro experiencias de comunidades nativas y campesinas que se han visto alteradas por la llegada del covid-19, pero que, pese a ello, han encontrado su ruta para seguir funcionando.
1.- Comunidades del bajo Putumayo cuidan a sus peces y al parque Yaguas en medio de la pandemia
En el bajo Putumayo, en la región Loreto, cerca del Parque Nacional Yaguas, las comunidades nativas huitoto han dejado de pescar las arahuanas para dedicarse a exportar los alevinos de esta especie al mercado asiático.
Hace varios años se dieron cuenta que era más rentable exportar los alevinos del también llamado pez dragón y decidieron criar estos peces de manera sostenible. La comunidad nativa Tres Esquinas es una de las siete comunidades que se dedica a esta actividad.
“Las comunidades aprovechan aproximadamente un millón de alevinos al año, lo que significa para ellos un ingreso promedio de 3 millones de soles”, cuenta Teófilo Torres, jefe del Parque Nacional Yaguas. Sin embargo, el 2020 las cosas cambiaron debido a la pandemia y la paralización de las exportaciones al mercado asiático. Ellos esperan que este 2021 puedan retomar esta actividad. Lea la historia completa aquí.
2.- Perú: Queuña Raymi, una fiesta campesina para poblar de bosques las alturas del Cusco
En la Cordillera de Vilcanota, junto al río Urubamba, la comunidad campesina de Huilloc realiza, cada año, la siembra de plantones de queuña (Polylepis spp.), una especie nativa de nuestro continente.
De acuerdo con un documento de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, estos bosques son claves en la provisión de bienes y servicios ecosistémicos, pues regulan el clima y el suministro de agua, además que atenúan las inundaciones y las sequías, entre otros beneficios ambientales.
Cada año, a la campaña de producción y siembra de Polylepis, llamada en quechua festival Queuña Raymi (la fiesta de las queuñas) se suman 21 comunidades para reforestar las cabeceras de sus cuencas hídricas. Lea la historia completa aquí.
3.- Resistir a la pandemia: tres comunidades indígenas luchan por mantenerse a flote en Perú
En medio de la pandemia, tres comunidades indígenas de Loreto, Ucayali y Madre de Dios han buscado alternativas para generar ingreso para sus familias.
En 2019, la Asociación de Pescadores Artesanales Katinbaschi -que reúne a comunidades nativas del río Pastaza en Loreto, construyó una planta de hielo que funciona con energía solar para conservar maparates y boquichicos, doncellas y paiches y asegurar que este pescado llegue fresco a los mercados de Tarapoto.
En Ucayali, la comunidad nativa Sinchi Roca utiliza la tecnología para detectar las invasiones en su territorio e intentar frenar la deforestación. Mientras que en Madre de Dios, Arli Sebastián, de la etnia Yine, se inspiró en el arte de su pueblo para diseñar mascarillas durante la pandemia. Lea la historia completa aquí.
4.- Perú: la batalla por salvar a las vicuñas de la caza furtiva en medio de la pandemia
En Perú, la población de la vicuña bordeaba los 2 millones de ejemplares en la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, para la década de 1960 la caza furtiva había reducido drásticamente el número de individuos de esta especie hasta llevarla al límite de sólo 5000 ejemplares.
En 1967 se creó la Reserva Nacional Pampa Galeras Bárbara D’Achille para empezar su recuperación. Pasaron cinco décadas para lograr que la población de esta especie catalogada En Peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se recupere y llegue a los 210 mil ejemplares.
La pandemia del covid-19 las enfrentó nuevamente con los cazadores furtivos que terminaron con por lo menos 200 vicuñas durante el 2020, un problema que están enfrentando las rondas campesinas de la zona. Lea la historia completa aquí.
Este artículo fue publicado originalmente en la revista internacional de conservación natural Mongabay Latam.