Sábado 17 abril de 2021 | Publicado a las 11:36
· Actualizado a las 11:37
visitas
visitas
Más de 5.000 toneladas de salmones han muerto en los centros de cultivo debido a la marea café y la biodiversidad marina de la Patagonia se encuentra en grave riesgo. El Gobierno ha señalado que se trata de un evento natural, sin embargo, científicos aseguran que la industria salmonera también tiene responsabilidad.
El pasado 27 de marzo apareció en el mar de la Patagonia chilena, específicamente en los fiordos Comau, Jacaf y Puyuhuapi, una floración de algas nocivas (FAN) también conocida como marea café. Este fenómeno es provocado por el incremento de microalgas en el agua que poseen pigmentos café, por lo que al realizar su fotosíntesis tornan el agua de ese color.
Producto de esta marea, hasta el 12 de abril se habían reportado “un total aproximado de 5.595 toneladas de salmones muertos, de las cuales 3.076 toneladas corresponden a los centros afectados en la región de Los Lagos y 2.519 toneladas a los de la región de Aysén”, dijo a este medio Marcela Lara, subdirectora del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca).
Camanchaca S.A, la empresa salmonera cuyos centros de cultivo se han visto afectados por este fenómeno, estima pérdidas por 4,4 millones de dolares. Pero lo que preocupa a la comunidad científica y local es el impacto nocivo que la marea café generará en un ecosistema único, como lo es la Patagonia, ya que con el pasar de los días esta marea decantará y se sumergirá hasta llegar al fondo marino, aseguran los expertos, afectando a las especies que allí habitan.
“Estas algas pueden matar a todo tipo de peces y corales”, asegura Vreni Häussermann, quien durante más de 17 años fue directora del Centro de Investigación Científica Huinay, ubicado en el Fiordo Comau. La científica señala que aunque no han podido bucear y ver qué es lo que está pasando bajo el agua, la situación es “muy grave” y agrega que la zona marina costera protegida ubicada al interior de Comau está siendo impactada por completo.
El Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), el organismo científico encargado de generar información biológica para la Subsecretaría de Pesca, señaló que se trata de un evento natural producido principalmente por la presencia de microalgas, las que dependiendo de su tipo requieren de diferentes condiciones ambientales para que generen floraciones.
Dichas condiciones climáticas y oceanográficas que generan este tipo de floraciones, “son recurrentes y comunes en todos los cuerpos de agua, a nivel mundial”, dijo Salmonchile, una asociación que agrupa a las principales empresas productoras y proveedoras de Salmón, en un comunicado publicado en su página web. La Sociedad Chilena de Ciencias del Mar, por su parte, precisó que esta vez la proliferación de microalgas se debió a las “inusuales alzas en la temperatura del agua provocadas por el Fenómeno de El Niño”.
Sin embargo, científicos y expertos consultados por este medio aseguran que esa no sería la única causa y que la industria salmonera tiene una participación importante en la aparición de la marea café.
El biólogo marino y oceanógrafo Tarcizio Antezana, quien fue coordinador de la Red de Instituciones Europeas y Latinoamericanas en Ciencias Marinas, y académico de la Universidad de California, dijo a Mongabay Latam que si bien es cierto que estos eventos naturales no se pueden predecir y que sin duda el cambio climático está generando efectos en el ecosistema marino, atribuirle la floración nociva de algas sólo a esos impactos “es imprudente y aventurado”.
Antezana afirma que “las fecas más la materia orgánica de desechos de alimento que les dan a los salmones, genera eutrofización”. Es decir, que en el agua se acumula un exceso de nutrientes que sobrepasa la capacidad natural que tienen las comunidades bióticas para consumirlos. La gran cantidad de nutrientes genera esta floración de algas nocivas (FAN) que, según el especialista, tiene “una textura similar a la clara de huevo que hace que a los peces al respirar se les tapen las branquias y mueran de asfixia”.
Häussermann agrega que cuando se genera ese tipo de floración de microalgas, estas enturbian la superficie del agua impidiendo que la luz solar llegue al fondo marino, afectando a las especies que necesitan de ella para vivir.
Además, estas algas “crecen y viven apenas una semana o tal vez un poco más”, dice la bióloga. Al morir, caen al fondo y son consumidas por bacterias que gastan el oxígeno en un fenómeno que se conoce como hipoxia. Luego, al no haber oxígeno en el agua, toda la vida que hay en ella muere.
Antezana señaló a Mongabay Latam que en diversos países está demostrada la relación directa entre la salmonicultura, los procesos de eutrofización y la floración de algas nocivas, pero que en Chile faltan investigaciones en esta materia. “Hay un nivel de ignorancia que no se compadece con las ganancias que la industria salmonera reporta”, dice el científico.
Sin embargo, en 2013, Häussermann descubrió, junto a un grupo de científicos, que la actividad industrial salmonera había estado impactando por lo menos a lo largo de 10 años los ecosistemas marinos del fiordo Comau.
Los antecedentes
Una reciente investigación de Mongabay Latam, que expuso la existencia de 416 concesiones para salmonicultura al interior de áreas marinas protegidas en Chile, contó cómo la bióloga germano-chilena registró, entre 2003 y 2013, las especies marinas que observaba en aquel fiordo. Entre un año y otro los cambios eran muy graduales, pero cuando en 2013 la científica comparó las fotografías que había hecho al inicio de la investigación, se dio cuenta de que ya no quedaba casi nada de lo que había visto por primera vez, 10 años atrás.
Tras los análisis, lo que concluyeron los investigadores es que todos esos cambios habían sido provocados por la industria salmonera debido, justamente, a la eutrofización y la consecuente pérdida de biodiversidad.
Los eventos FAN más catastróficos que se han registrado en Chile ocurrieron en 2016. Estos produjeron, por un lado, la mortandad de 40.000 toneladas de salmones y, por otro, paralizaron la extracción de mariscos por varios meses en gran parte de la región de Los Lagos, dice Italo Masotti Muzzio, director de la Escuela de Biología Marina de la Universidad de Valparaíso. Se estima que ambos eventos generaron pérdidas económicas por 800 millones de dolares.
A pesar de todos estos antecedentes, en esta ocasión “se ha ignorado el principio precautorio por parte de las autoridades”, dice Antezana.
Los científicos coinciden en que se sabía que un fenómeno de floración de algas nocivas podía ocurrir. En los últimos veranos, asegura Häussermann, los centros salmoneros han tenido que inyectar oxígeno al fiordo para compensar la falta del mismo. La misma industria así lo reconoce en una publicación de la revista Aqua que señala que “desde hace muchos años los salmonicultores han venido implementando sistemas de oxigenación en los centros de cultivo con el objetivo de evitar la mortalidad de los peces cuando los niveles de saturación de oxígeno (O2) comienzan a bajar del óptimo”.
El jefe del Centro de Estudios de Algas Nocivas del IFOP, Oscar Espinoza, reconoce que las bajas de oxígeno registradas en los sistemas de fiordos del sur de Chile pueden ser atribuidas a distintas fuentes como, por ejemplo, por ingresos de agua de mar con concentraciones bajas de oxígeno que quedan atrapadas al interior de los fiordos, pero también “por consumo de oxígeno por parte de altas densidades de organismos en cultivo”. Este año, además, ha aumentado la salinidad del agua, pues debido a la sequía ha disminuido el influjo de agua dulce que reciben los fiordos desde los ríos, los glaciares y la lluvia.
Todos estos elementos resultaría en un cóctel de condiciones que favorece el crecimiento de algas nocivas, aseguran los expertos.
La bióloga Flavia Liberona, directora ejecutiva de Fundación Terram, agrega que un fiordo “es un canal estrecho donde el recambio de agua es más lento”, por lo que desde el punto de vista ecológico, “no son zonas aptas para el desarrollo de la salmonicultura”.
Mongabay Latam envió preguntas a la empresa Camanchaca S.A, pero hasta el cierre de esta nota no obtuvo respuesta. SalmonChile, por su parte, asegura en su sitio web que si bien la floración de algas nocivas “genera preocupación, es importante señalar que hasta hoy el evento ha estado acotado a áreas puntuales”. Además, agrega que una floración era “esperable para la época de fin del verano inicio de otoño”, que esta se ha producido “en una escala que no guarda relación con lo de 2016” y que tanto el sector público como de las empresas han podido responder de manera coordinada a la contingencia.
El futuro incierto
En estos momentos las algas nocivas siguen vivas en la superficie del agua en el Fiordo Comau. Sardinas, larvas de robalitos, crustáceos, más otros animales que filtran su alimento, como los choritos y hasta el fitoplancton, están resintiendo los efectos de la marea café. “Todos están sin alimento porque (su hábitat) está capitalizado por las microalgas nocivas”, explica Antezana.
Pero los científicos temen que lo peor aún esté por venir. Se refieren, por un lado, a los impactos que genera la irrupción de las algas tóxicas en los fiordos y, por otro, a la hipoxia que generará una vez que las algas mueran y desciendan hasta el fondo marino. “Esta alga marina puede matar a moluscos y crustáceos, como choritos (Mytilus chilensis) y picorocos (Austromegabalanus psittacus)”, sentencia Häussermann. Si eso ocurre, los pescadores locales que viven de la recolección de esas especies se verán también afectados.
Italo Masotti, que también es investigador del Centro de Observación Marina para Estudios de Riesgos del Ambiente Costero (COSTA-R) de la Universidad de Valparaíso, precisa que en zonas de canales y fiordos del sur de Chile, los fenómenos de floración de algas nocivas afectan considerablemente la economía local ―que depende en gran parte de la actividad pesquera―, ya que las especies que sobreviven a estos eventos “bioacumulan la toxina, por lo que no pueden ser vendidos hasta que la eliminen”, dice Masotti.
A través de su sitio web, Sernapesca informó que se ha retirado ya el 95% de los salmones muertos.
Este artículo fue publicado originalmente en la revista internacional de conservación natural Mongabay Latam.