Tráfico del jaguar en Bolivia: tres claves para conocer cómo operan las mafias
Créditos: Muchos traficantes y compradores de colmillos llevan fácilmente estas partes de jaguar y eso dificulta el trabajo de las autoridades. Foto: Earth League International (ELI).
Domingo 21 marzo de 2021 | Publicado a las 11:30
· Actualizado a las 12:19
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Una investigación con un equipo encubierto develó las rutas y las mafias que operan para el tráfico del jaguar en Bolivia. Los investigadores descubrieron también que no sólo se comercializa colmillos, piel y huesos, sino que la carne se vende en restaurantes de forma clandestina.
“El tráfico de jaguar no solo es un problema de conservación, sino de crimen organizado”, dice Andrea Crosta, director ejecutivo y cofundador de Earth League International (ELI), institución que durante dos años realizó una investigación sobre el tráfico de jaguar en varias ciudades de Bolivia.
La investigación se hizo con con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de los Países Bajos (UICN NL), entre el 2018 y el 2020, con el fin de exponer uno de los eslabones menos conocidos en la cadena de tráfico del felino: el de las comunidades asiáticas que habitan en este país, quienes hablan en un idioma distinto al de las autoridades locales que los investigan.
Así se llegó a establecer que existen al menos tres grupos criminales que operan en territorio boliviano, formados, principalmente, por ciudadanos chinos, que operan en los departamentos de Santa Cruz y Beni.
Además del tráfico en transporte aéreo, se descubrió que la carne del jaguar también se vende en por lo menos dos restaurantes de Santa Cruz. ¿Qué está pasando en Bolivia con el jaguar?
Las rutas del tráfico
La venta de las partes de jaguar se inicia, generalmente, por redes sociales como el WeChat, la plataforma tecnológica de mensajería más usada por la comunidad china dentro y fuera del país asiático.
Hasta el 2017 las ventas se promocionaban en las radios locales o en anuncios impresos, sobre todo en áreas rurales. Sin embargo, actualmente esta forma se ha reducido drásticamente y desde enero del 2019 no ha habido nuevas incautaciones de partes de jaguar.
“Hemos empezado a tener indicios de presencia de organizaciones criminales internacionales”, comenta Rodrigo Herrera, asesor legal de la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas (DGBAP) del Ministerio de Medio Ambiente y Agua de Bolivia.
Una de estas bandas, conocida como Putian, tendría relación directa con la mafia Fujian en Hong Kong, China. Según la investigación de ELI, estas bandas criminales no solo desarrollan negocios ilegales, sino que también han instalado restaurantes y tiendas que utilizan de fachada tanto para el tráfico de partes de jaguar como para otro tipo de bienes ilegales, que pueden ir desde animales silvestres hasta drogas.
La investigación también reveló que para el tráfico de partes de jaguar como colmillos, huesos y hasta genitales, los criminales utilizan el transporte aéreo a través de aeropuertos con poca seguridad.
Entre las rutas descubiertas por la investigación se detectó que hay traficantes en Brasil que trasladan las partes de jaguar por Surinam y Guyana debido al débil control en estos países.
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El tigre americano
Para los ciudadanos chinos que viven en Bolivia el jaguar es conocido como el tigre americano. Esa denominación se debe a que los jaguares están sustituyendo a los tigres asiáticos en el tráfico de partes de felino.
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Thaís Morcatty, investigadora de la Universidad Oxford Brookes, publicó un estudio sobre la relación entre la llegada de las inversiones china a Bolivia, principalmente para proyectos de infraestructura, y el tráfico de jaguar.
En su estudio, Morcatty indica que la búsqueda de sustitutos a las partes de tigre ya han ocurrido en África, donde las poblaciones de leones también se han reducido por esta demanda.
“Hay nuevas vías que se están abriendo a estos cazadores, mientras el flujo de trabajadores [de los grandes proyectos de infraestructura] crea una nueva demanda por carne de monte, específicamente por parte de ciudadanos chinos”, señala el informe.
La investigación del equipo de agentes encubiertos de ELI también detectó el consumo de carne de jaguar en restaurantes de Santa Cruz, operados por ciudadanos chinos, que ofrecen de forma oculta diversos tipos de carne silvestre.
Delitos sin sanción
“Es muy fácil ir detrás del cazador, que generalmente es local, en este caso, de Bolivia. Pero es el eslabón más débil. La caza furtiva existe porque hay un traficante que pide los colmillos”, comenta Crosta, de ELI.
Las cifras de incautación de partes de jaguar entre el 2014 e inicios del 2019 señalan que el decomiso de 760 colmillos corresponden a unos 200 jaguares. Además, entre el 2014 y el 2016, el servicio postal de Bolivia, Ecobol, encontró 300 colmillos en 16 paquetes con destino a Asia.
Hasta el momento se conocen 34 casos de tráfico de jaguar, tanto vivos como de partes del animal. De ellos, solo cinco tienen sentencia y dos de ellos cumplen penas en la cárcel de hasta seis años, la pena máxima en este delito.
Un anteproyecto de ley del Ministerio del Ambiente y Agua enviado al Ministerio de la Presidencia busca la creación de la Ley de Protección de los Animales, que propone incluir entre los delitos de fauna el “biocidio animal”, con una pena de hasta 15 años de cárcel.
La directora de la Fiscalía Especializada en Justicia Penal Juvenil y Delitos Medioambientales de la Fiscalía General del Estado, Vania Arroyo, considera que es necesario fortalecer las normas. “Por ahora sugerimos el trabajo con agravantes. Por ejemplo, si es que el animal es comercializado, pero además lo han asesinado o ha sido decapitado, debe tener más pena de cárcel. Actualmente la sanción es mínima y es una burla”, indica.
La investigación de ELI ha puesto de manifiesto otro serio problema: Los 300 colmillos que fueron incautados en 16 paquetes en el servicio postal boliviano no tienen casos abiertos y, lo que es peor, no existe información oficial sobre el paradero de esas piezas.
Este artículo fue publicado originalmente en la revista internacional de conservación natural Mongabay Latam.