¿Un combustible “milagroso” contra el calentamiento global? El hidrógeno podría contribuir a la descarbonización de algunos sectores, siempre que se fabrique de forma limpia y para usos selectivos.
Cinco años después del Acuerdo de París, muchos gobiernos apuestan por este recurso movidos por la urgencia, pero también en busca de perspectivas industriales.
Solución para problemas difíciles
El uso del hidrógeno no es nuevo. Desde el desarrollo de la electrólisis del agua en 1800 que forma parte de muchos procesos industriales, como por ejemplo en el refinado de petróleo o la elaboración de fertilizantes.
En la actualidad esta molécula omnipresente en la Tierra, dotada de una gran intensidad energética y no contaminante, parece el combustible capaz de ecologizar la industria pesada.
El gigante del acero ArcelorMittal ya prevé usarlo para sustituir el carbón en sus altos hornos. Se puede aplicar asimismo a los productos químicos como aluminio y vidrio, puesto que requieren altas temperaturas. ¿El problema?: un costo adicional de hasta 80%.
Como ya hizo el sector espacial hace tiempo, el transporte voluminoso puede hallar la solución en el hidrógeno. Algunos lo ven como el futuro de la aviación. Ya hay barcos y autobuses equipados con el y pronto habrá trenes en Alemania o Italia.
Además es un medio de almacenamiento y entra en juego para el desarrollo de la energía solar y eólica que, de forma intermitente, deberán poder almacenar su excedente.
El proceso “power to gas” convierte la electricidad en hidrógeno, que luego se inyecta en las redes de gas.
Philippe Boucly, de France Hydrogen, ha visto en 40 años muchos “comienzos en falso”.
“Esta vez es el bueno, porque el hidrógeno cumple todos los requisitos: frente a la emergencia climática, para la calidad de aire y también para reindustrializar los países occidentales”, dijo.
Amigo de la ecología
¿El otro problema? El hidrógeno no es una energía primaria y proviene de un proceso de transformación que consume energía todavía basado en el carbón y el gas.
Según la Agencia Internacional de Energía, por este motivo la producción mundial de hidrógeno emitió 830 millones de toneladas de CO2 en 2017, lo que equivale a las emisiones combinadas de Indonesia y el Reino Unido.
Para que su fabricación sea más ecológica existen varias opciones:
– Hidrógeno “verde”: obtenido con electricidad renovable por electrólisis (la corriente pasa por el agua, separa el hidrógeno y el oxígeno). En 2019, esto costaba tres veces el precio del extraído del gas.
– Hidrógeno “azul”: extraído del gas natural y captando el CO2 emitido. Una coalición de industriales como ExxonMobil y ENI aboga por esta opción, polémica porque el proceso de captura y secuestro sigue siendo incierto y costoso.
– Hidrógeno “bajo en carbono” producido por electrólisis a partir de electricidad nuclear, como en China. En Francia, el sector aboga por un paso “transitorio más o menos largo” a través del átomo.
Apuesta industrial
Este 2020 se presentaron planes para la recuperación post covid en países como Australia, Francia, el Reino Unido y Japón, por nombrar algunos. Alemania ha previsto 9.000 millones de euros (10.900 millones de dólares) para el hidrógeno verde y Holanda planea un “Hydrogen Valley”.
La UE quiere alcanzar del 12% al 14% de hidrógeno en su combinación energética para 2050 (del 2% actual) y evalúa la financiación entre 180.000 millones y 470.000 millones de euros (entre 218.000 y 570.000 millones de dólares).
Europa, con sus campeones Air Liquide o Linde, no quiere perder esta carrera ante China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.
No obstante, en medio del entusiasmo, los defensores del clima y el medio ambiente se muestran prudentes.
“No todas las estrategias se basan en el hidrógeno verde, algunas incluyen carbón, gas, nuclear”, señaló el informe Transparencia climática publicado por 14 think tanks. Sin embargo, reconocieron que “desarrollar una estrategia de hidrógeno es un paso positivo”.
Apuesta climática
“La contribución del hidrógeno a la lucha contra el cambio climático puede ser real, pero hay condiciones, y antes que nada un uso sabio, allí donde no haya alternativas”, resumió Nicolas Berghmans, del Instituto de Relaciones Internacionales (Iddri).
Según el organismo de investigación BloombergNEF, con la caída de los precios de la energía solar y eólica, y siempre que se cambie la escala, el hidrógeno verde podría producirse en 2050 por entre 0,8 y 1,6 dólares por kilo, comparable al gas natural.
Al final, “mucho dependerá de lo que suceda con los usos: es decir, la capacidad de reducir la demanda energética”, advirtió el experto. El hidrógeno debe formar parte de una política energética global que también actúe en la disminución del consumo.