“Hoy, el 1% del mundo es una zona calurosa en la que apenas se puede vivir. A 2070, esa porción podría pasar a 19%. Miles de millones de personas llaman a esa tierra su hogar. ¿Dónde irán?”.
Así parte un extenso reportaje publicado este viernes por The New York Times Magazine titulado “la gran migración climática”, en el cual, con la participación de ProPublica y el Centro Pulitzer, se examinó cómo el cambio climático producirá un movimiento de personas nunca antes visto en la historia reciente.
Con el Acuerdo de París seriamente amenazado y las emisiones de carbono a la atmósfera sin una real disminución, como especie nos enfrentamos a un futuro que será mucho más caluroso producto de la acción humana e industrial.
En 2019, un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences vaticinó que el planeta podría ver en los próximos 50 años un aumento de temperatura mayor al acumulado en los últimos 6 milenios.
Además, la investigación concluyó que zonas extremadamente calurosas como el Sahara podrían pasar a conformar un quinto del planeta, “potencialmente dejando a una de cada tres personas vivas fuera del nicho climático en el cual los humanos han prosperado por miles de años”.
A medida que las condiciones comiencen a cambiar y se noten en la falta de agua, la muerte de cultivos, olas de calor más severas y hambre, allí es cuando campesinos de países pobres comenzarán a migrar a las ciudades más grandes.
Los que no logren mejorar su calidad de vida en su país mirarán al mundo desarrollado, lo que empeorará las crisis humanitarias que ya viven Europa y Estados Unidos ante el aumento de migrantes que se agolpan en sus fronteras.
Pero aunque esta nota habla de 2070, la migración ya partió en algunos países, tal como es el caso del Sudeste Asiático, donde los monzones se han vuelto más erráticos e impredecibles, afectando directamente la agricultura.
De acuerdo a cifras del Banco Mundial (BM), ocho millones de habitantes ya han abandonado esa región con destino al Medio Oriente, Europa y América del Norte.
Algo similar ocurre en el Sahel, la zona de transición entre el Sahara y la sabana, donde las sequías y las fallas en las cosechas han obligado a que la población rural deje sus hogares y se movilice a las costas y a las ciudades de mayor tamaño.
Lo mismo sucede con aquellos que ya sufren en el Medio Oriente y el norte de África, quienes han comenzado a poner la mirada en Europa, lo que modelos adelantan que se profundizará con el paso del tiempo.
Aumento progresivo
La llegada y eventual aumento del flujo de este tipo de inmigrantes no es bien recibido en los países ricos. Ejemplo de ello es la actitud y política de Donald Trump o los crecientes movimientos nacionalistas que surgen en el viejo continente.
No obstante, según el citado periódico, la solución radica en que esas naciones se preparen política y materialmente para entender cuándo y cómo las personas se moverán.
“Nos enfocamos en cambios en América Central y usamos datos climáticos y de desarrollo económico para examinar una serie de escenarios. Nuestro modelo proyecta que la migración aumentará cada año sin importar el clima, pero que la cantidad de migración aumentará substancialmente a medida que este cambia”, afirmó la revista del Times.
“En los escenarios más extremos, más de 30 millones de migrantes podrían dirigirse a la frontera de Estados Unidos en los próximos 30 años”, agregaron.
En detalle, y solo en el caso estadounidense, la proyección a 2025 habla de 700 mil personas agolpándose en esa frontera, lo que sube a 1,5 millones en 2050.
Sin embargo, mirando el futuro, la publicación también escudriñó la idea que Estados Unidos endurezca aún más sus políticas en la materia.
En ese caso, la simulación habla de personas siendo devueltas a sus pueblos y ciudades de origen y muchos desmotivándose de dejar tales zonas en primer lugar.
Así, el diario concluyó que la población de América Central aumentará y el despoblamiento del campo se revertirá, aunque también subirá la pobreza y el hambre se profundizará, fenómenos que convivirán con un clima más caluroso, una agricultura cada vez más compleja de manejar y menos agua.
“Esta versión del mundo deja a decenas de millones de personas desesperadas y con menos opciones. La miseria reina y grandes poblaciones quedan atrapadas”, señalaron.
Eso ya es una realidad en el Sahel, donde Naciones Unidas baraja que el 65% de las tierras arables se degradaron en una región donde la desertificación avanza a pasos agigantados y donde viven más de 150 millones de personas.
“Mi miedo más profundo es que la transición de África a una civilización post cambio climático lleve a una salida constante de personas”, señaló al medio Solomon Hsiang, un economista e investigador climático en la Universidad de California Berkeley.
En el Sudeste Asiático, donde vive un cuarto de la población mundial, el Banco Mundial asume que la falta de comida será un problema del futuro cercano.
A los 8 millones que ya salieron, el ente estima entre 17 a 36 millones de personas las que dejarían de llamar a esa región su hogar en los próximos años.
¿El destino? India, país donde hacia fines de siglo el aire acondicionado será vital para poder vivir, al menos de acuerdo a los modelos vigentes hasta hoy.
Aumento del mar
Y si el calor no los hace arrancar, quienes vivan en costas o lugares de baja altitud sobre el nivel del mar deberán hacerlo por la subida del océano.
Citando cifras de científicos especializados, el artículo afirma que esta tragedia sola causará 150 millones de desplazados a nivel planetario.
Uno de los países grandes que se verá más afectado será Vietnam, especialmente en el delta del Mekong, hoy hogar de 18 millones de personas, pero Tailandia, la mayoría del sur de Irak y casi todo el delta del Nilo, sumado a grandes partes de China, también cambiarán con la subida del nivel del mar.
Con todo, el Banco Mundial ya emitió un reporte que analizó en detalle los efectos migratorios del cambio climático hacia un mundo más inhóspito.
El estudio contó con la participación de las universidades Columbia y de la Ciudad de Nueva York y arrojó que, de no tomar ninguna acción ahora, a 2050 habrá más de 143 millones de desplazados entre África Subsahariana, el Sudeste Asiático y América Latina.
“Pero si actuamos ahora, podríamos reducir el número de personas forzadas a desplazarse por el cambio climático hasta en un 80%”, escribieron.
Para lograrlo, el estudio afirmó que se deben reducir las emisiones de carbono, incluir el cambio climático en los planes de desarrollo e invertir para mejorar el entendimiento de las migraciones internas producto de este fenómeno.
Pero parece más fácil decirlo que hacerlo: según Julio Díaz Jiménez, científico titular en la Escuela Nacional de Sanidad en el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), para frenar el cambio climático y reducir las consecuencias del calentamiento global en los ecosistemas tenemos que experimentar bajas en las emisiones de carbono del 7,6% durante diez años consecutivos.
De ser más extremos, aquellos valores deberían dispararse a 10% por los próximos 12 meses y recién allí podríamos comenzar a cantar victoria.
“La reducción de emisiones, necesaria, es eficaz desde el primer día, pero hará falta un tiempo antes de que podamos medir sus efectos con certeza”, dijo a la Agencia AFP a principios de julio Bjorn Samset, del centro de investigación noruego sobre el clima Cicero.
Y el investigador volvió a mencionar el Acuerdo de París. Aunque se cumpliera, como se selló en 2015, sus efectos recién se notarían a mediados del Siglo XXI. Pero ya sabemos que eso no está ocurriendo.