El 4 abril de 2005, un grupo de 400 jóvenes ingresó al Regimiento Reforzado N° 17 “Los Ángeles” en la ciudad del mismo nombre para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, la mayoría de los cuales optó por la vía voluntaria.
La tragedia ocurrió el 18 de mayo de ese año. El primer despacho de Radio Bío Bío a las 16:50 horas dio cuenta del volcamiento de un camión en la zona cordillerana, con dos soldados fallecidos. Inmediatamente, familiares de los soldados comenzaron a llamar a los medios de comunicación locales y después se trasladaron hasta la misma unidad militar. Lo que vino aún resulta difícil de creer.
Canción "Hoy el pueblo está triste" de Fernando Yáñez
No contaban con la vestimenta correspondiente, no había certeza de las medidas de seguridad y el frío se agudizaba bajo una intensa tormenta de viento blanco. Aún así, los conscriptos se vieron obligados a marchar entre los faldeos del volcán Antuco y la Laguna Laja bajo la presión de sus superiores. 44 conscriptos y un sargento segundo perdieron la vida. ¿Qué pasó con aquellos que fueron sindicados como los responsables? De los siete oficiales a cargo de los jóvenes esa noche, cinco se encuentran actualmente trabajando en el Ejército, incluso algunos en servicio activo.
Muchos de los sobrevivientes quedaron de forma permanente con daños articulares, quemaduras en la planta de los pies y extremidades, además de otros múltiples padecimientos que se transformaron en marcas imborrables, las que no sólo se llevan en el alma sino también en el cuerpo.
"Estuvimos ahí esa noche, luego el día jueves, caminamos los cuatro hacia “La Cortina” y vi como a 13 ó 14 soldados muertos, todos tirados en la nieve, escarchados con los ojos cerrados".
"No tuve ninguna instrucción militar que tuviese que ver con la montaña, solamente tuvimos 'ejercicios de escuela', los que consistían en pasos, marcha regular, ponerse firmes, a discreción, etc. (...)".
"Vestíamos la misma ropa que ocupamos en el Regimiento y lo único diferente que llevábamos, era un par de botas “Para”, que sirven para caminar en la nieve (...) Llevábamos como tres horas y el tiempo empeoró, con un fuerte viento y algunos compañeros empezaron a caer al suelo, cansados y congelados".
"Ya se va, se va, nos dio un beso y partió desde el andén. Ya se va, se va con el sueño de ser un coronel. A la montaña se enfilaron las tropas, a cumplir su instrucción militar. Una orden cambió todas las cosas, una orden de bajada presurosa y mi niño se fue a la eternidad. Nuestros pechos han sido desgarrados y esas llagas no cerrarán jamás". (Extracto de la canción "A los héroes de Antuco", Halcones Negros)