Han pasado cerca de 48 años desde la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia, sin duda, un obtáculo para la colaboración y el progreso entre ambos países vecinos.
Así, las relaciones se han caracterizado por diferentes eventos judicales, como el fallo de La Haya ante la demanda de Bolivia por una salida al mar o la disputa por la posesión de las aguas del Río Silala, ambas causas ganadas por Chile.
En una nueva edición de La entrevista de Tomás Mosciatti, se conversó con Jaime Aparicio, exembajador ante la OEA, expresidente del comité jurídico de la OEA, exagente de Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya y profesor de la Universidad George Washington, quien en esta oportunidad explicó cuáles son las consecuencias de la gélida relación entre Chile y Bolivia.
Relaciones diplomáticas
Tras el fallo de la Corte Internacional de la Haya, “lo lógico era entrar a una nueva relación cuyo primer paso debió haber sido, o debería ser, la reanudación de relaciones diplomáticas sin condiciones. Esa es, creo, la forma más viable de encarar esta nueva etapa post-judicialización, y entrar en una etapa de pensar bajo la óptica del sentido común, no de ideologías”, comentó Aparicio.
“Ahora hay que enfocarse en las necesidades que tienen los dos pueblos, son dos países absolutamente complementarios, es una cosa muy extraña que no se puedan solucionar los problemas a partir de una relación diplomática normal y del más alto nivel, yo creo que esa debería ser la primera iniciativa en este caso de Bolivia”, explicó.
“Es el momento de pensar cómo vamos a dejar el siglo XX para transformar una agenda de conflictos en una agenda de intereses comunes”, sostuvo.
Conflicto en la frontera
“Hace unos años la seguridad estaba parcializada en distintos tipos de delitos, de crímenes, lo que está pasando en los últimos años es una unificación del crimen organizado, cada vez se ve más vinculación entre unos y otros, y obviamente una de las fronteras más vulnerables es la de Chile”, sostuvo.
“Creo que esto debería ser un tema que se debería llevar a organizaciones internacionales que conocen de estos temas dentro de las Naciones Unidas, para hacer una investigación de lo que ocurre y que este tema no sólo sea algo relacionado a la represión”, comentó.
“También acaba corrompiendo a los propios encargados de la vigilancia por la cantidad de dinero que circula” y agregó que, debe haber “un estudio adecuado de cómo se puede, sin perjudicar a la gente, combatir al tráfico”.
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