Un día como hoy, pero en 1848, James Wilson Marshall, un carpintero y aserradero que trabajaba en Coloma, California, fue el primero en encontrar oro, una pepita de 21 gramos, lo que terminó desatando la fiebre del oro.
Ese día, Marshall solamente quería arreglar los problemas de una de las bombas hidráulicas para el aserradero, pero al acercarse al río, unos brillos en específico le hicieron saltar al agua, y al limpiarse la tierra de su mano, descubrió un metal similar al cobre.
James confirmó que era oro en Sacramento, y acto seguido, se esparció el rumor por Sutter hasta que llegó al conocimiento de algunos periodistas en San Francisco.
Samuel Branham, editor y periodista del California Star, publicó una noticia sobre el descubrimiento de Marshall.
Descubrimiento del oro:
El 19 de agosto de 1848, el New York Herald informó en uno de sus artículos sobre el descubrimiento de oro en California.
El presidente de Estados Unidos de ese entonces presentó un informe al congreso, confirmándolo.
Inmigración a California:
Debido a esto, muchas personas emigraron a California con la esperanza de hacer riquezas. Los primeros inmigrantes provenían de los territorios limítrofes, que llegaron en distintas oleadas. En pocas semanas, lograron reunir muchas cantidades de oro.
Lamentablemente, la gran migración a una zona casi despoblada terminó por destruir la forma de vida de varios condados, pues no sólo llegaron mineros y aprendices de la minería, sino que también delincuentes, vagabundos, estafadores y prostitutas.
Un año después, llegó la segunda oleada de inmigrantes, esta vez provenientes de lugares más lejanos, como Oregón, Hawái y diversos países de Hispanoamérica.
Fueron llamados despectivamente por los californianos como “los del 49”.
La mayor parte de los inmigrantes llegaron por mar, después de largos viajes ( de entre cinco y ocho meses por el estrecho de Magallanes).
Los mineros llegaron desde lugares más alejados aún: China, Nueva Zelanda o Australia. Asimismo, arribaron franceses, alemanes, italianos y chilenos. De hecho, hubo un barrio en San Francisco llamado “Chilecito”.
La fiebre del oro influyó fuertemente en California, pues luego del descubrimiento de 1848, se transformó, prácticamente en un año, en una ciudad de 25 mil habitantes. Antes de ello fue una aldea de unos 500 habitantes.
A partir de 1855, la cantidad de oro descubierta fue disminuyendo y sólo los grandes empresarios se hicieron con las concesiones, quienes eran los únicos que podían invertir lo suficiente para la extracción.
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