“Esta es una novela que podríamos decir que es histórica”, comienza explicando Laura Ortiz, premiada autora colombiana, que vive en Buenos Aires.
De paso en Santiago, estuvo en el programa “Del Fin del Mundo”, de TV BioBio, conversando con Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra sobre su más reciente publicación, “Indócil” (Planeta). En ella, Laura “toma una huelga de inquilinos (arrendatarios), que ocurrió a comienzos del siglo XX, en Buenos Aires, en su mayoría de inmigrantes, atraídos por las promesas del Gobierno que creyó que llegarían más alemanes; con la suerte de que llegaron más italianos, y ellos vienen con su postura anarquista. Me interesó por el carácter contemporáneo del tema”. Esto ocurrió en el barrio de San Telmo.
“Porque cuando empecé a leer los reclamos, son reclamos que bien podrían verse ahora en Argentina. Yo tengo amigas que sufren cada mes con la especulación, una cosa de angustia cotidiana”.
En la primera parte de la novela, la voz es la de la casa.
“La casa no es solo quien la posee, sino que se construye sensorialmente”, dice.
Marco Antonio acota: “Este es un San Telmo mágico. Hay una cantidad de relatos, de voces, que son alucinantes. Están también fragmentos del diario “El Perseguido”, que apunta a todos los sistemas de explotación que ha habido, “siempre con una belleza…. Hay un dulce barroco, en que vas trabajando el dolor. ¿Qué catapulto este trabajo con el lenguaje?”.
“La escritura me encontró como a todos muy chica”, responde Laura. “Yo sentía que había una operaicón mágica en las palabras. Por ejemplo, cuando decía mamá. Porque sufría cuando iba al colegio porque la evocaba. Era una niña muy apegada a mi madre. ¡Era un drama!”, se ríe porque no es que estuviese internada.
Recuerda que en Proust hay una larguísima parte en la que dice que sentía angustia cuando su mamá no iba a darle su besos de buenas noches. Julia Kristeva decía que la diferencia entre poeta y narrador es que el poeta cuando dice mamá sigue extrañando a su madre y el narrador cree que la puede recuperarla”.
“Las historias no solo están hechas de dramas, de hechos, de acontecimientos; están hechas de palabras. Nosotros los escritores tenemos que conocer y respetar el peso, la textura de las palabras. En mi adolescencia, fui a un taller de poesía: la poesía es política, porque es la insubordinación del lenguaje, para encontrar atisbos de libertad”.
¿Cuáles con tus lecturas colombianas?, pregunta Marco Antonio.
“En el mundo de la poesía, voces como la de María Mercedes Carranza, que tiene una obra muy contenida, muy profunda; Piedad Bonnett; Andrea Cote. Ahora hay nueva camada de poetas contemporánea, lo cual me llama mucho la atención porque siempre se dice que la poesía no vende. Y no solo eso, he visto muchos clubes de lectura de poesía”.
Marco Antonio describe “Indócil” como “una novela mayor, no solo por su tema de denuncia, que me recuerda de los niños cristaleros de Chile, chicos de 8 años y menos: eran explotados por sus manitas. Esa voz que le das al inquilinato, las casas, las niñas…”
Laura acota: “La belleza sirve para confrontar el horror. Y la ternura también es un lente para ver el horror. A mí me interesa contar las luchas pero creo que la ternura y la belleza nos permite contemplarlas fuera de la película de acción”.