Ignacio Álvarez explica sus inspiraciones para "El último Neógrafo"

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Una singular novela publicó este año Ignacio Álvarez: “El Último Neógrafo” (Laurel Ediciones). En ella incluye reflexiones muy variadas, también comparte situaciones personales y ciertamente se detiene en lo que señala en su título.

Para conversar sobre ella estuvo con Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra en el programa “Del Fin del Mundo”, de TV BioBio.

“Hay un montón de cosas que se mezclaron en la cazuela”, parte diciendo. “Una de las primeras cosas es la historia de los neógrafos, que existieron de verdad. Chile tiene una larga tradición de reflexión ortográfica, desde Andrés Bello en adelante. Y uno de los grupos radicales de pensamiento son los neógrafos. Todo un grupo que conocí estudiante lingüística, hace unos treinta años. Me quedó dando vueltas”.

“La otra cosa que me quedó dando vueltas fue el siglo XIX, como un espacio anterior a la censura. En el siglo XIX hay ideas rarísimas, como las de los neógrafos, pero también todas esas discusiones de Lastarria, que no tienen ninguna inhibición. Y eso me pareció super atractivo”.

Estas ideas resurgieron, cuenta, porque “lo otro que terminó de juntarse es todo lo que pasó durante el estallido, en donde se discutió, de la peor forma posible, yo creo, la cuestión de la violencia en la política”.

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Una singular novela publicó este año Ignacio Álvarez: “El Último Neógrafo” (Laurel Ediciones). En ella incluye reflexiones muy variadas, también comparte situaciones personales y ciertamente se detiene en lo que señala en su título.

Para conversar sobre ella estuvo con Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra en el programa “Del Fin del Mundo”, de TV BioBio.

“Hay un montón de cosas que se mezclaron en la cazuela”, parte diciendo. “Una de las primeras cosas es la historia de los neógrafos, que existieron de verdad. Chile tiene una larga tradición de reflexión ortográfica, desde Andrés Bello en adelante. Y uno de los grupos radicales de pensamiento son los neógrafos. Todo un grupo que conocí estudiante lingüística, hace unos treinta años. Me quedó dando vueltas”.

“La otra cosa que me quedó dando vueltas fue el siglo XIX, como un espacio anterior a la censura. En el siglo XIX hay ideas rarísimas, como las de los neógrafos, pero también todas esas discusiones de Lastarria, que no tienen ninguna inhibición. Y eso me pareció super atractivo”.

Estas ideas resurgieron, cuenta, porque “lo otro que terminó de juntarse es todo lo que pasó durante el estallido, en donde se discutió, de la peor forma posible, yo creo, la cuestión de la violencia en la política”.