A fines de los ’60, una niña de 14 años vive en Brooklyn, Nueva York, junto a un “familión”: son siete hermanas. Ella quiere ser enfermera, lo que a su madre le parece ¡inverosímil! Es una madre que recurre a una casamentera porque eso es lo que tiene que hacer: conseguir que sus hijas se casen.
Hasta que ocurre una tragedia.
Así arranca “Todos Nuestros Fuegos” (Seix Barral), segunda novela de Karen Codner, en la que narra la historia de una sobreviviente.
“El fuego cruza toda la novela. Es algo muy profundo del judaísmo”, comenta Karen, en conversación con Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra en el programa “Del Fin del Mundo”, de TV BioBio.
Y agrega: “Tiene una simbología muy importante; nos congregamos alrededor del fuego y el fuego te quema”. Cómo manejamos eso es lo que está tras esta historia que también es una de iniciación. “Siempre escuchamos historias de tragedias, pero no nos adentramos en el detalle”.
“Yo quería que ella saliera adelante pero no que saliera adelante tan fácilmente”, explica acerca de la construcción de su personaje. “Es una niña adolescente que quiere hacerle la bronca a la mamá, pero que está buscando su identidad”.
“Me costó soltarla para que empezara a salir, me costó sacarla del dolor. Siempre me pregunté si esto era creíble”.
“Hay una decisión de ella de querer salir. Ella se ha dedicado a vivir y a sobrevivir. Lo que se encuentra en Chile, la vuelve a poner a prueba. Es una mujer que sabe lo que quiere y lo que no quiere”.
Todo esto tiene que ver con “cómo uno va a reaccionar frente al trauma. Esa es la gran incógnita”.
La mezcla de la alegría y la tragedia, esa dicotomía propia de la vida, es lo que le interesa a Karen.
Sobre sus influencias, reflexiona: “Cuando uno está escribiendo tiene que tener mucho cuidado con lo que lee. En el narrador, Faulkner me ayudo muchísimo. En sus minutos, también ‘Los Errantes’, de Olga Tokarczuk. Decidí leer ‘Mujercitas’ y ‘Orgullo y Prejuicio’: en términos de la familia, su dinámica y esto de que hay que casar a la hija me sirvió mucho”. Así como Kent Haruf “en su uso de sus diálogos sin guion”. De Brenda Navarro, menciona “Ceniza en la boca”. “A Jon Fosse lo leí en el verano”.
“Todos nuestros fuegos” contiene mini capítulos que le da una singularidad, un estilo, a la novela, construida en espiral.
Karen explica que con ellos, “yo quería dar aire. Porque esta es una novela sin diálogos tradicionales”.