Cada vez han ido saliendo más casos a la luz. El problema es transversal y ha ido presentándose en el Poder Judicial, los Municipios, entre otros. Mientras tanto, la desconfianza sigue creciendo.
La corrupción en los poderes del Estado sigue siendo uno de los temas de debate sobre la mesa al inicio de esta semana. Recordemos que una de las ministras de la Corte Suprema, Ángela Vivanco, está tangencialmente involucrada en un caso de presunto tráfico de influencias.
Los numerosos hechos que han dado cuenta de una cierta laxitud en diversas instituciones generan una alta preocupación. A este fenómeno que se ha presentado en el Poder Judicial se suma una alta cifra de irregularidades en los Municipios, en donde un porcentaje significativo de las autoridades o ex jefes comunales se encuentra cursando procesos judiciales por diversas causas.
Pareciera que la corrupción es algo cada vez más transversal y los delitos han alcanzado otras esferas. Cada día que pasa, existe mayor visibilidad de este tipo de casos.
“Caiga quien caiga”, es una de las frases que emplean los políticos al ser consultados por esta problemática. Sin embargo, pareciera que son muy pocos los que caen y la crisis continúa.
Indudablemente, lo anteriormente descrito ha aumentado la desconfianza por parte de la ciudadanía. La delincuencia y el crimen organizado, que también han registrado un alza durante el último tiempo, muchas veces están ligados a este mismo tipo de situaciones, en que se compran o captan voluntades.
La principal responsabilidad de la proliferación de todo esto es de las autoridades, ya que las reacciones parecieran ser tardías.
No obstante, una de las grandes interrogantes es si acaso ha ido incrementando la corrupción, o bien, ahora hay mejores mecanismos de denuncia, así como también, una mayor fiscalización y sensibilidad al respecto.
Mientras que esto no se soluciona, siguen presentándose conductas cuestionables en los tribunales, criterios dudosos y una aparente tolerancia al interior del Poder Judicial o por parte de los partidos políticos, que es el primer paso para que se pudra el sistema.
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