El 14 de septiembre de 1927 en Niza, Francia murió Isadora Duncan, la bailarina y coreógrafa estadounidense considerada la creadora de la danza moderna y pionera de la renovación de esta disciplina artística.
Angela Isadora Duncan nació en 1877 en San Francisco. Durante su adolescencia, su familia se trasladó a Chicago y ahí comenzó a estudiar danza clásica. Sin embargo, un incendio los dejó en la ruina y tuvieron que moverse a Nueva York. Ya en la Gran Manzana, Duncan ingresó a la compañía teatral del dramaturgo Agustin Daly.
Con solo 20 años se trasladó a Europa para convertirse en una bailarina profesional ya que era su gran meta de vida e incluso durante su adolescencia trabajó como profesora de baile en la escuela de su madre.
No obstante, Isadora no era una bailarina de formación clásica ya que su danza era improvisada y muy emocional. Duncan bailaba descalza y envuelta solo con togas y bufandas. Sus audiencias femeninas la adoraban y las bailarinas ligeras de ropa eran a menudo patrocinadas por una audiencia masculina adinerada, mas preocupada por los cuerpos que por la danza.
La vida personal de Isadora Duncan y su arte estuvieron alejadas de lo convencional, moral y tradicional. Estuvo casada con el poeta ruso Sergei Esenin. El matrimonio se arruinó por el alcoholismo del hombre, quien posteriormente cayó en depresión y se suicidó.
La bailarina tuvo dos hijos y nunca quiso revelar el nombre de los padres. Finalmente se supo que uno de ellos era hijo del diseñador teatral Gordon Grey y el otro de Paris Singer, el hijo del magnate de las maquinas de cocer. Un trágico accidente automovilístico terminó con la vida de ambos quienes terminaron ahogados en el río Cena de Paris, lo cual anticipó un futuro terrible para la artista quien terminó sumida en los excesos.
Entre sus ideologías afines estaba el feminismo y el comunismo, incluso este último provocó que se le revocará su ciudadanía estadounidense. También se declaró bisexual y mantuvo romances públicos con mujeres muy conocidas de la época, como la poeta Mercedes Acosta.
El inédito fallecimiento de Isadora Duncan se remonta a la ciudad francesa de Niza el 14 de septiembre de 1927, cuando la bailarina iba de pasajera en un convertible deportivo y tras reclinar su asiento para atrás para disfrutar la brisa marina, el echarpe que siempre vestía se enredó en los radios metálicos del vehículo provocándole una muerte inmediata por estrangulación.