Voz inconfundible, voz inolvidable.
Hablamos de la voz de la primera dama de la canción como se le denominó a Ella Fitzgerald, la más famosa cantante de jazz que nació el 25 de abril de 1917.
Nació en Virginia en una situación de pobreza permanente. Su padre era un conductor de tren que abandonó a la madre de Ella cuando era muy pequeña, por lo que se fueron a vivir con el novio de su mamá, Joseph Da Silva.
En 1932, la madre de Ella falleció en un accidente de tránsito. Aunque Ella estuvo un tiempo en la casa de su padrastro, finalmente decidió irse a vivir con una tía.
Recién había cumplido los 15 años y este ambiente, un ambiente dramático, condicionó su comportamiento.
Tuvo frecuentes problemas de ausentismo escolar e incluso tuvo problemas con la policía. Huía frecuentemente de casa y hasta estuvo internada en un reformatorio.
Desde su niñez que Ella Fitzgerald bailaba, cantaba en un club escolar y además aprendió a tocar piano.
Su casa estaba en un barrio de Harlem y todas las tardes, junto a sus amigas, tomaba el tren e iba a mirar los espectáculos del Teatro Apolo en Nueva York.
En realidad Fitzgerald siempre quiso ser bailarina, por lo que su llegada a la música fue casual. “Yo quería ser bailarina, no cantante”, recordaba la artista.
Un día hizo una apuesta con dos amigas. “Como a las tres nos atraía el escenario, sorteamos a ver quién se presentaba a un concurso de aficionados y yo gané. Quería presentarme como bailarina, pero en el último momento me obligaron a cantar, de modo que canté. Así comencé a ganar todos los concursos”, diría Fitzgerald.
Ese concurso de aficionados se hizo en el Teatro Apolo y fue allí donde debutó. Después siguió como solista de la orquesta de Chick Webb, convencida de ello por uno de los asistentes a las noches del Apolo, el reputado saxofonista Benny Carter.
Entonces, Ella Fitzgerald comenzó a cantar con la banda de Chick Webb en el mítico salón de baile Savoy de Harlem.
Desde ese momento, desarrolló una carrera que solamente estuvo plagada de éxitos.
La crítica señala que muy pocas cantantes han podido abarcar con éxito una vasta gama de estilos dentro del jazz.
Solo ella podía pasar de un tema ingenuo a revolucionarias improvisaciones vocales, para luego volver a las canciones románticas de los grandes baladistas estadounidenses.
Ciega y con sus piernas amputadas a causa de la diabetes que sufría, Ella Fitzgerald falleció en Beverly Hills en el año 1996.