Una época revolucionaria: Nuestros años verde olivo

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioTV
visitas

La Revolución Cubana de 1959 es un tema que da para mucho, no solo en el ámbito histórico y político, sino también en el cultural y en la literatura, específicamente. La llegada de los “barbudos” al poder se convirtió en un ícono de su tiempo e inspiró a numerosos países y grupos en América Latina. Fidel Castro, su hermano Raúl, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y Huber Matos, entre otros, pasaron a formar parte de la constelación de figuras políticas del continente y en revolucionarios que fueron mirados como ejemplo o temidos en el resto de la región. Al poco tiempo surgieron las divisiones, los cambios y una consolidación en el poder que se extiende, literalmente, hasta hoy.
El tema también ha sido parte de la creación literaria. Neruda se jactaba de haber sido el primer poeta en escribirle a la Revolución, en su Canción de Gesta publicada en 1960. Cuba fue, durante años, símbolo de unión de la izquierda intelectual, parte del imaginario del boom latinoamericano y también fuente de la crisis de sus escritores más emblemáticos: Gabriel García Márquez (seguidor incondicional de Fidel) y Mario Vargas Llosa (quien se distanció de la dictadura por el famoso y ominoso Caso Padilla). Hasta el presente siguen apareciendo importantes obras literarias basadas en el tema de la Revolución o en alguna de sus múltiples consecuencias.

En esa línea se inscribe el libro del escritor chileno Roberto Ampuero, Nuestros años verde olivo (varias ediciones, por ejemplo Barcelona, La Otra Orilla, 2010, DeBolsillo, 2012. En esta ocasión usamos la de Planeta, 1999). Sin duda, se trata de una obra de autoficción, en la que Ampuero recorre su propia experiencia de joven revolucionario, posteriormente desilusionado de los socialismos reales. Todo comienza cuando un comunista de cerca de 20 años debió salir de Chile en 1973, producto del golpe de Estado del 11 de septiembre. Primero se dirigió a Alemania Oriental, que abrió las puertas a muchos exiliados; luego se enamoró de Margarita, una hermosa cubana hija de una de las figuras principales del régimen castrista, el revolucionario e intransigente Ulises Cienfuegos, hombre con muchas muertes en su conciencia. Tras algunas vacilaciones doctrinarias y prácticas, ambos jóvenes decidieron trasladarse –para casarse y tener a su hijo– a la mismísima isla de Fidel, que había representado desde tiempo atrás la imagen del sistema que era preciso construir en este mundo. Con ello, los viajeros estaban ilusionados,“creyendo ilusamente que daba el primer paso hacia la felicidad”.

    visitas

La Revolución Cubana de 1959 es un tema que da para mucho, no solo en el ámbito histórico y político, sino también en el cultural y en la literatura, específicamente. La llegada de los “barbudos” al poder se convirtió en un ícono de su tiempo e inspiró a numerosos países y grupos en América Latina. Fidel Castro, su hermano Raúl, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y Huber Matos, entre otros, pasaron a formar parte de la constelación de figuras políticas del continente y en revolucionarios que fueron mirados como ejemplo o temidos en el resto de la región. Al poco tiempo surgieron las divisiones, los cambios y una consolidación en el poder que se extiende, literalmente, hasta hoy.
El tema también ha sido parte de la creación literaria. Neruda se jactaba de haber sido el primer poeta en escribirle a la Revolución, en su Canción de Gesta publicada en 1960. Cuba fue, durante años, símbolo de unión de la izquierda intelectual, parte del imaginario del boom latinoamericano y también fuente de la crisis de sus escritores más emblemáticos: Gabriel García Márquez (seguidor incondicional de Fidel) y Mario Vargas Llosa (quien se distanció de la dictadura por el famoso y ominoso Caso Padilla). Hasta el presente siguen apareciendo importantes obras literarias basadas en el tema de la Revolución o en alguna de sus múltiples consecuencias.

En esa línea se inscribe el libro del escritor chileno Roberto Ampuero, Nuestros años verde olivo (varias ediciones, por ejemplo Barcelona, La Otra Orilla, 2010, DeBolsillo, 2012. En esta ocasión usamos la de Planeta, 1999). Sin duda, se trata de una obra de autoficción, en la que Ampuero recorre su propia experiencia de joven revolucionario, posteriormente desilusionado de los socialismos reales. Todo comienza cuando un comunista de cerca de 20 años debió salir de Chile en 1973, producto del golpe de Estado del 11 de septiembre. Primero se dirigió a Alemania Oriental, que abrió las puertas a muchos exiliados; luego se enamoró de Margarita, una hermosa cubana hija de una de las figuras principales del régimen castrista, el revolucionario e intransigente Ulises Cienfuegos, hombre con muchas muertes en su conciencia. Tras algunas vacilaciones doctrinarias y prácticas, ambos jóvenes decidieron trasladarse –para casarse y tener a su hijo– a la mismísima isla de Fidel, que había representado desde tiempo atrás la imagen del sistema que era preciso construir en este mundo. Con ello, los viajeros estaban ilusionados,“creyendo ilusamente que daba el primer paso hacia la felicidad”.