Un libro estremecedor, para todos los tiempos

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Hay libros para todos los gustos, e incluso hay personas que mantienen una distancia permanente con la lectura.
Hace algunos años leí un libro estremecedor, que se convirtió de inmediato en una de mis obras preferidas, de los mejores libros que he leído en toda mi vida: se trata de La hora 25, de Virgil Gheorghiu (Madrid, El Buey Mudo, 2010). El escritor rumano, más bien desconocido, nació en 1916, en medio de la Primera Guerra Mundial, y falleció en 1992, cuando el mundo conocido durante el siglo XX ya había experimentado un extraño e imprevisible final. Entre medio, toda una historia tremenda y llena de dolores.

La hora 25 es un libro que está ambientado en los tiempos terribles de la Segunda Guerra Mundial, con el comunismo y el nazismo como telón de fondo. Fue publicado en 1949, cuando todavía estaban frescos los recuerdos, y en momentos en que el dominio de Hitler sobre gran parte de los países de Europa Central y Oriental se había desplazado hacia el imperio de Stalin y la instauración de regímenes comunistas en la región. Los pueblos involucrados, que habían celebrado la llegada de “la liberación”, comprendieron muy pronto que el poder apenas había “cambiado de manos”, como expresó Czeslaw Milosz en un valioso libro ambientado en la transición de Polonia –desde el nazismo al comunismo– después de aquella guerra.

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Hay libros para todos los gustos, e incluso hay personas que mantienen una distancia permanente con la lectura.
Hace algunos años leí un libro estremecedor, que se convirtió de inmediato en una de mis obras preferidas, de los mejores libros que he leído en toda mi vida: se trata de La hora 25, de Virgil Gheorghiu (Madrid, El Buey Mudo, 2010). El escritor rumano, más bien desconocido, nació en 1916, en medio de la Primera Guerra Mundial, y falleció en 1992, cuando el mundo conocido durante el siglo XX ya había experimentado un extraño e imprevisible final. Entre medio, toda una historia tremenda y llena de dolores.

La hora 25 es un libro que está ambientado en los tiempos terribles de la Segunda Guerra Mundial, con el comunismo y el nazismo como telón de fondo. Fue publicado en 1949, cuando todavía estaban frescos los recuerdos, y en momentos en que el dominio de Hitler sobre gran parte de los países de Europa Central y Oriental se había desplazado hacia el imperio de Stalin y la instauración de regímenes comunistas en la región. Los pueblos involucrados, que habían celebrado la llegada de “la liberación”, comprendieron muy pronto que el poder apenas había “cambiado de manos”, como expresó Czeslaw Milosz en un valioso libro ambientado en la transición de Polonia –desde el nazismo al comunismo– después de aquella guerra.