Chesterton, el momento de la Ortodoxia

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Gilbert Keith Chesterton es una de las figuraras más prominentes de la vida intelectual en Inglaterra a comienzos del siglo XX. Escritor, polemista, periodista, filósofo y excelente conversador, destacaba por sus profundos conocimientos y su gran capacidad de exponer y discutir en el ámbito público, donde fueron célebres sus polémicas con George Bernard Shaw, Qells y Kipling.

Chesterton nació el 29 de mayo de 1874, en Londres, de manera que este año se conmemoran 150 años de su natalicio. Falleció el 14 de junio de 1936, habiendo dejado un inmenso legado de libros, citas, artículos y reflexiones, en géneros muy diversos: la biografía, donde abordó a personajes como Santo Tomás de Aquino y San Francisco de Asís; la literatura, donde son célebres sus historias de misterio del padre Brown; el ensayo, en el cual destaca su Ortodoxia (1908). También dio a luz su Autobiografía (Acantilado, 2010). En esta última recordaría que empezó a escribir con “la firme decisión de hacerlo contra los decadentes y los pesimistas que gobernaban la cultura de la época” (p. 105), reflejo de su convicciones y de su talante polemista.

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Gilbert Keith Chesterton es una de las figuraras más prominentes de la vida intelectual en Inglaterra a comienzos del siglo XX. Escritor, polemista, periodista, filósofo y excelente conversador, destacaba por sus profundos conocimientos y su gran capacidad de exponer y discutir en el ámbito público, donde fueron célebres sus polémicas con George Bernard Shaw, Qells y Kipling.

Chesterton nació el 29 de mayo de 1874, en Londres, de manera que este año se conmemoran 150 años de su natalicio. Falleció el 14 de junio de 1936, habiendo dejado un inmenso legado de libros, citas, artículos y reflexiones, en géneros muy diversos: la biografía, donde abordó a personajes como Santo Tomás de Aquino y San Francisco de Asís; la literatura, donde son célebres sus historias de misterio del padre Brown; el ensayo, en el cual destaca su Ortodoxia (1908). También dio a luz su Autobiografía (Acantilado, 2010). En esta última recordaría que empezó a escribir con “la firme decisión de hacerlo contra los decadentes y los pesimistas que gobernaban la cultura de la época” (p. 105), reflejo de su convicciones y de su talante polemista.