La Bomba Atómica sobre Hiroshima

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Cuando se escribe sobre el siglo XX la historia del horror parece repetirse de la manera más amarga. Las guerras mundiales, el Gulag en la Unión Soviética, los campos de exterminio en la Alemania nazi, la revolución cultural en China y los regímenes totalitarios en diversos lugares del mundo, sumado a un catálogo largo de males que se podrían agregar a la lista. Entre ellos emerge con especial fuerza la Bomba Atómica, arma letal y de consecuencias múltiples, con la que las fuerzas norteamericanas atacaron Japón, específicamente en Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945. Conviene recordarlo a través de un libro, cuando se ha cumplido un año más de aquellos dramáticos acontecimientos.

Ese es el tema que trata el escritor japonés KenzaburoOé (Premio Nobel de Literatura en 1994), en su libro Cuadernos de Hiroshima (Barcelona, Anagrama, 2011), 221 páginas. Se trata de un trabajo que reúne los artículos escritos por Oé entre 1963 y 1965 –en pleno contexto de la Guerra Fría y de la amenaza nuclear– sobre las secuelas de la Bomba Atómica en la sociedad japonesa, con especial atención en los sobrevivientes. Sin duda se trataba de una tarea difícil, considerando que “la gente de Hiroshima prefiere guardar silencio hasta el momento de enfrentarse a la muerte”, como le explicó un dermatólogo. En sus viajes a la ciudad, el autor procuró conocer de primera mano los efectos de la Bomba, a través de los que habían estado ahí el 6 de agosto de 1945 y los días siguientes, procurando saber cómo vivían los afectos en los hospitales, conversar con los médicos y los pacientes, saber acerca de los movimientos por la paz y contra el uso de las armas nucleares y tratar de contar después lo que podríamos llamar las permanentes secuelas de Hiroshima.

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Cuando se escribe sobre el siglo XX la historia del horror parece repetirse de la manera más amarga. Las guerras mundiales, el Gulag en la Unión Soviética, los campos de exterminio en la Alemania nazi, la revolución cultural en China y los regímenes totalitarios en diversos lugares del mundo, sumado a un catálogo largo de males que se podrían agregar a la lista. Entre ellos emerge con especial fuerza la Bomba Atómica, arma letal y de consecuencias múltiples, con la que las fuerzas norteamericanas atacaron Japón, específicamente en Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945. Conviene recordarlo a través de un libro, cuando se ha cumplido un año más de aquellos dramáticos acontecimientos.

Ese es el tema que trata el escritor japonés KenzaburoOé (Premio Nobel de Literatura en 1994), en su libro Cuadernos de Hiroshima (Barcelona, Anagrama, 2011), 221 páginas. Se trata de un trabajo que reúne los artículos escritos por Oé entre 1963 y 1965 –en pleno contexto de la Guerra Fría y de la amenaza nuclear– sobre las secuelas de la Bomba Atómica en la sociedad japonesa, con especial atención en los sobrevivientes. Sin duda se trataba de una tarea difícil, considerando que “la gente de Hiroshima prefiere guardar silencio hasta el momento de enfrentarse a la muerte”, como le explicó un dermatólogo. En sus viajes a la ciudad, el autor procuró conocer de primera mano los efectos de la Bomba, a través de los que habían estado ahí el 6 de agosto de 1945 y los días siguientes, procurando saber cómo vivían los afectos en los hospitales, conversar con los médicos y los pacientes, saber acerca de los movimientos por la paz y contra el uso de las armas nucleares y tratar de contar después lo que podríamos llamar las permanentes secuelas de Hiroshima.