Jaurés y el socialismo en Francia

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El socialismo en Francia ha tenido una trayectoria de alzas y bajas, avances relevantes en el plano ideológico y electoral, pero también en los grados de influencia, tanto a nivel político como cultural. Se trata de un país que parece hecho para muchas de las ideas que promovió la izquierda europea en el siglo XX, un lugar privilegiado de recepción del marxismo, pero a la vez con intelectuales y políticos de gran espíritu crítico, que acogieron algunos aspectos, repensaron otros y también los contradijeron. Es decir, nada de ortodoxias sin vuelta atrás. Asimismo, si analizamos los últimos ochenta años, se puede observar que son más bien escasos los gobiernos liderados por socialistas. Comparado internacionalmente, es claro que Francia no produjo teóricos marxistas de la categoría de Kautsky o Bernstein, aunque no resulte claro saber por qué; tampoco existía gran debate teórico y se tradujeron pocas obras marxistas.

En su clásico libro Cien años de Socialismo (Barcelona, Edhasa, 2001), Donald Sasoon sostiene que uno de los problemas del socialismo francés es que estaba “crónicamente escindido en sus líneas tanto organizativas como ideológicas. La división se expresaba en los seguidores de Charles Fourier (socialistas utópicos), de Saint-Simon (tecnócratas), de Louis Blanc (reformistas) y de Auguste Blanqui (insurgentes). Y mostraba una expresión negativa de la situación: en Francia solo un millón de trabajadores estaban organizados, mientras en Alemania y en Gran Bretaña sus sindicatos llegaban a tres millones de miembros.

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El socialismo en Francia ha tenido una trayectoria de alzas y bajas, avances relevantes en el plano ideológico y electoral, pero también en los grados de influencia, tanto a nivel político como cultural. Se trata de un país que parece hecho para muchas de las ideas que promovió la izquierda europea en el siglo XX, un lugar privilegiado de recepción del marxismo, pero a la vez con intelectuales y políticos de gran espíritu crítico, que acogieron algunos aspectos, repensaron otros y también los contradijeron. Es decir, nada de ortodoxias sin vuelta atrás. Asimismo, si analizamos los últimos ochenta años, se puede observar que son más bien escasos los gobiernos liderados por socialistas. Comparado internacionalmente, es claro que Francia no produjo teóricos marxistas de la categoría de Kautsky o Bernstein, aunque no resulte claro saber por qué; tampoco existía gran debate teórico y se tradujeron pocas obras marxistas.

En su clásico libro Cien años de Socialismo (Barcelona, Edhasa, 2001), Donald Sasoon sostiene que uno de los problemas del socialismo francés es que estaba “crónicamente escindido en sus líneas tanto organizativas como ideológicas. La división se expresaba en los seguidores de Charles Fourier (socialistas utópicos), de Saint-Simon (tecnócratas), de Louis Blanc (reformistas) y de Auguste Blanqui (insurgentes). Y mostraba una expresión negativa de la situación: en Francia solo un millón de trabajadores estaban organizados, mientras en Alemania y en Gran Bretaña sus sindicatos llegaban a tres millones de miembros.