A lo largo de sus 70 años de vida, la artista Marina Abramovic ha realizado intensos y polémicos trabajos de performance, que han impactado a las audiencias a través de las décadas.
La mujer oriunda de Serbia es reconocida como la “Madrina del arte de la perfomance”, puesto que en cada una de sus obras busca traspasar los límites de su cuerpo y mente, y también junto a su público.
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Marina tenía 28 años cuando realizó uno de sus más impactantes y exigentes trabajos, el que incluso pudo costarle la vida: Ritmo 0.
En esta performance, realizada en 1974 en el Studio Mora de Nápoles (Italia), la artista colocó 72 objetos sobre una mesa, un papel instrucciones y se paró estática.
En el papel, Marina escribió que los asistentes podían usar estos elementos en ella como quisieran por seis horas y que ella fingiría ser un objeto, asumiendo toda la responsabilidad que ello implica.
“Soy un objeto y pueden hacer conmigo lo que quieran, y asumo todas las responsabilidades por 6 horas”, expresaban en resumen los papeles.
Marina explica que se transformó en la pieza para ver que tan lejos podía llegar el público cuando el artista no hace nada.
Entre los objetos sobre la mesa, habían plumas, cedas, hilos, agua, flores; entre otros elementos inofensivos, como también navajas, cadenas, un látigo, cuchillos y una pistola cargada con balas.
“Llevé mi cuerpo al límite, pero nunca quise morir. No estaba interesada en morir”, expresa.
“Ritmo 0” comenzó a las 20 horas y el público se acercó de a poco. Usaron las plumas para hacerle cosquillas, algunos la besaron en la cara, otros intentaban que estornudara con el olor de las flores y alguien le roció agua en la cabeza.
No obstante, tres horas después el ambiente se tornó trágico y gradualmente violento.
Uno de los asistentes le cortó ligeramente la piel del cuello para beber de su sangre. Otros la tomaron en brazos y la dieron vueltas alrededor del salón para luego acostarla en la mesa. En ese lugar abrieron sus piernas y le colocaron un cuchillo entremedio hiréndola levemente.
Luego el público comenzó a sortear la pistola para colocarla sobre la cabeza de Marina. Tal como prometió, ella continuó inmóvil. “Los guardias llegaron porque el público se volvió loco y le quitaron la pistola de la mano para después tirarla por la ventana”, recuerda.
Después de ese episodio cortaron las ropas de la artista, rozando e hiriendo su piel. Algunas personas tomaron las rosas para torturar a Marina con sus espinas.
Según relata el escritor y crítico de arte Thomas Mcevilley, quien estaba presente, la mujer sufrió varios asaltos sexuales menores, “pero ella estaba tan comprometida con la obra que hubiera resistido hasta una violación o su propio asesinato”.
“Me sentí realmente violada: me cortaron la ropa, me clavaron espinas de rosas en el estómago, una persona me apuntó con el arma en la cabeza y otra se la quitó. Se creó una atmósfera agresiva”, recuerda la artista.
Cuando se cumplieron las 6 horas, Marina Abramovic volvió a actuar como un ser humano, se puso de pie y comenzó a caminar hacia el público. “Todos salieron corriendo. Se atemorizaron al confrontarme como persona”, cuenta.
Una terrible conclusión sobre la sociedad
El trasfondo del trabajo artístico de Marina era comprobar qué haría el público, concluyendo que si los guardias no hubiesen intervenido, habrían terminado por matarla. “Me sentí como una marioneta”, expresa.
No obstante, la artista realizó una conclusión mucho más deprimente y profunda al analizar su performance.
“Esta obra revela algo terrible sobre la humanidad. Muestra qué tan rápido una persona puede hacerte daño en circunstancias favorables. Muestra lo fácil que es deshumanizar a una persona que no lucha, que no se defiende. Muestra que si se proporciona el escenario, la mayoría de las personas ‘normales’, al parecer, pueden llegar a ser verdaderamente violentas”, opina.
Respecto a su perseverancia durante la obra, Marina señala que “la energía es ilimitada”. “No se trata del cuerpo, sino que del poder de la mente”, señala.
Ritmo 0 fue uno de los trabajos más polémicos de Marina, los que en aquel tiempo eran vistos como “ridículos, masoquistas, enfermos y exhibicionistas” por quienes no pertenecían al ‘mundo’ del performance, señala la mujer, pero que finalmente calaban en lo más oculto y terrible del ser humano.
Revisa aquí el video de Marina (39 años después) hablando sobre Ritmo 0: