En Chile, país mayoritariamente católico (cerca del 60% de nuestra población se define como tal), hemos escuchado en más de una ocasión la frase “Agáchate Semana Santa”, haciendo alusión a que la grosería que acabamos de decir contraviene el espíritu a observar en estas fechas.
Además, el resguardo especial de no proferir malas palabras en semana santa va acompañada de algunas creencias, mitos y en algunos casos supersticiones que llaman la atención.
No subirse a árboles, no bañarse en ríos y no mantener relaciones sexuales
Se desconoce el origen de estas creencias, que indicaban que quienes treparan un árbol en Semana Santa, corrían el riesgo de convertirse en mono; así como que quienes se bañaran en un río se volverían peces. Además, el caer en las tentaciones carnales (dentro de una relación formal) conllevaba el riesgo de quedar pegados permanentemente entre ambos amantes.
No ocupar clavos ni cuchillos, tampoco barrer
Durante el Viernes Santo no se debía limpiar la casa ni barrer el suelo, porque equivalía a “barrer la cara de Cristo”; así como tampoco se podían utilizar clavos porque Jesús fue crucificado de pies y manos con ellos; y, el empleo de cuchillos, equivaldría a cortar la carne de Cristo.
“Estos dichos, quizás tienen origen en algunos hechos concretos pasados de los cuales se desconoce su historia o situación, y que luego se tradujeron en mitos, e incluso, supersticiones que nutrían la cultura popular, no tienen origen en la doctrina de la Iglesia Católica. En algunos de ellos, tienen arraigo en la enseñanza religiosa, pero llevado a expresiones que la Iglesia no ha enseñado”, señala el padre Roberto Valderrama, párroco Del Sagrario de Concepción.
Mantener silencio o por lo menos no hacer ruido innecesario
Consultado al respecto, el padre Valderrama señala que “el silencio si constituye una práctica que se da tanto en la preparación para la semana santa (cuaresma) como en el desarrollo de la misma, particularmente en los días del Triduo Pascual –viernes, sábado y domingo santos-”, así lo demuestra la costumbre de no realizarse toques de campana en algunas iglesias y monasterios, debido a que por tradición éstas enmudecen durante los días centrales de ese periodo litúrgico (del Jueves Santo al Domingo de Resurrección).
En algunos monasterios y pueblos se convocaba a los feligreses a acudir a los santos oficios a través de las matracas, o la llamada Procesión del Silencio, como en San Luis Potosí en Mexico, en la cual para la noche de Viernes Santo se realiza la procesión en la cual sólo se escuchan sones de tambores y cornetas, pero todos los asistentes mantienen un estricto silencio, lo que amerita su nombre.
“Estas tradiciones nacen del fervor cristiano a vivir unos días de encuentro con Dios, marcado con signos externos que ayudan a poder prepararse a celebrar estos días santos”, señala el padre Roberto.