Según la Organización Mundial de Salud, 350 millones de personas padecen depresión en el mundo. Un número bastante alto que considera sólo aquellos que han sido diagnosticados, y no a quienes deambulan por las calles con una sensación extraña en su cuerpo y en su mente.
Lo cierto es que la depresión no es como lo muestran las películas o como lo imagina la mayoría. No se trata de una persona encerrada en su habitación llorando todo el día y escuchando a Adele. La depresión puede ser mucho más que eso y presentarse en personas que parecen ser perfectamente funcionales, e incluso felices.
Sin embargo, esta es una enfermedad compleja pues no sólo es invisible, sino que paradójica. Cuando se vive con depresión el paciente quiere que lo dejen sólo, pero a la vez existe un miedo incontrolable dentro de él porque no quieres que lo dejen fuera …
En la mayoría de estos casos, uno de los primeros síntomas que se asoman es la perdida de la concentración, pues la memoria comienza a llenarse de recuerdos tristes y temores que absorben sus fuerzas dejándolo cansado todo el tiempo.
Cuando alguien escucha estos síntomas, su gran solución es tratar de dormir, pero en realidad esa es una de las peores partes de la depresión, pues no se consigue, puesto que su mente lo traiciona y sus pensamientos no se detienen y se vuelven una cadena de eventos de lo que pasó, de lo que podría pasar y lo que pasará.
Muchos utilizan la música o Netflix para escapar de esa sensación y tener un segundo de silencio mental, lo cual probablemente puedan conseguir por un par de horas, pero ese placebo termina su efecto tarde o temprano.
Es ahí cuando el insomnio comienza a dejar sus secuelas, ya que durante la noche no queda nada más que hacer que pensar. ¿Qué hice? ¿Por qué lo hice? ¿Qué pasará? ¿Y si hubiese hecho esto diferente? ¿Y si piensan esto otro?.
Depresión altamente funcional
Los psiquiatras aseguran que depresión funcional es probablemente la más difícil de detectar para la sociedad en general.
Son personas que llevan una cruz por dentro, pero hacen todo a la perfección por fuera. Cada mañana se levantan, apareces en trabajo, el colegio o la Universidad, sonríen cuando es adecuado y hacen lo que tienen que hacer, como todo el resto.
Lo que nadie sabes sabe, es que ellos tienen un autoestima bajo pero a la vez son altamente exigentes consigo mismos.
Para poder cumplir con el alto estándar que se autodemandan, ellos se sobrecargan a un nivel poco sano y perjudicial para la salud y el estado de ánimo, lo que termina pasandoles la cuenta.
Carol Landau, PhD, profesora de psiquiatría y comportamiento humano de la universidad de Brown, asegura que este tipo de comportamiento se ve principalmente en las mujeres que parecen tenerlo todo resuelto y que son perfeccionistas.
“Las personas a menudo dicen que tener ‘depresión de alto funcionamiento’ es mejor que tener una ‘de bajo funcionamiento’, pero eso no es realmente cierto porque lo más importante para una persona deprimida es que reciba ayuda, la cual es poco probable que estos pacientes se permitan tener”, señaló al diario electrónico The Huffington Post.
Según la profesional, el gran problema es que no quieren admitir que necesitan ayuda para salir adelante, pues se siguen viendo asimismos como cuidadores. “Así que en el momento en que el paciente logra abrirse con un amigo sobre lo que le ocurre y siente, descubrirá que estos podrían decirles que el otro también podría estar pasando por algo similar “.
¿Qué hacer para ayudar?
La depresión sigue siendo una enfermedad que se trata de ocultar, especialmente en los trabajos por miedo a verse débil o incapaces frente a los jefes, y por ende quedarse sin fuente laboral.
Según la profesional, si quieres tratar de ayudar comienza de forma sutil hasta que sea un tema que pueda salir en cualquier conversación. Por ello recomienda, preguntarle al paciente cómo se siente o si necesita conversar.
“Recuerda que gente diferente, necesita cosas diferentes”, agrega. A muchos no les gusta ser presionados en cuestiones sociales, mientras que otros sí lo necesitan. Algunos necesitan un hombro para llorar, mientras que otros requieren que los hagan reír. No importa lo que sea, siempre será de ayuda tener a alguien cerca que los impulse a seguir adelante, aún cuando ya no quiera seguir su tratamiento.