Este miércoles, un nuevo informe de observación a centros residenciales de protección del Servicio Nacional de Menores (Sename) fue revelado a Radio Bío Bío, tras lo cual se confirmaron cifras que demuestran la difícil realidad que pueden vivir más de 90 mil menores de edad en Chile.
El estudio tomó en cuenta un universo de 405 niños, a partir de la observación en 171 centros del Sename en todas las regiones del país, además de 1.076 funcionarios públicos del organismo.
Lo anterior, con el objetivo de determinar el incumplimiento de derechos humanos al interior de los centros, las condiciones de trabajo para empleados y la vulneración de derechos a menores de edad.
Violencia, abusos y depresión
En primer lugar se preguntó a los niños y niñas por la posibilidad de haber sido castigados por funcionarios en sus estadías, a lo cual un 84,3% respondió que sí habían recibido castigos: desde privación de bienes o privilegios hasta la contención física y maltratos (golpes).
Es decir, 8 de cada 10 menores en los centros de protección reportaron ser castigados en el último año.
En cuanto a violencia física o psicológica entre pares, 189 del total reconocieron haber sido víctimas de esto “muchas veces” en el último año: una prevalencia igual al 48,4% o dicho de otro modo; uno de cada dos niños sufre violencia reiterada entre pares.
En segundo lugar, 157 menores sobre los 14 años fueron consultados por su salud mental mientras han estado internados en los centros, tras lo cual el análisis conjunto de todas las preguntas y respuestas señala que el 68,6% presenta síntomas que se asocian con cuadros de depresión.
Finalmente, el estudio identificó 23 casos de abuso sexual revelados por los mismos niñas y niños entrevistados, ocurridos en el último año; lo cual corresponde a un 6,8% del total.
La mayoría de los casos son niñas y un alto porcentaje aseguró todavía estar en contacto con las personas que perpetraron los abusos.
Condiciones de vida
El estudio también analizó las condiciones en las cuales se encuentran viviendo los menores, lo que reveló preocupantes cifras.
Un 22,1% no vive separado entre adolescentes y niños, mientras que un 23,4% no vive separado por sexo. Esto último se explica en que en algunos casos se privilegian las características de personalidad, en vez de la edad o el sexo, para distribuir a los internados.
Además, “el 37,2% de los dormitorios no se encuentran personalizados por los niños y
niñas que los habitan, lo que atenta al desarrollo de su identidad y desarrollo. En algunos hogares se pudo observar escasa apropiación del entorno físico”.
Finalmente, el 21,2% de los centros están “sobrepoblados”; donde un 3,1% de estos presenta sobrecupo superior al 75% y en un 12,5% llega al 50%.
Ambiente laboral violento
Del total de 1.173 trabajadores de los centros que fueron consultados en el estudio, un 87,9% corresponde a mujeres y un 12,1% a hombres.
De estos, más de la mitad asegura que existen maltratos verbales por parte de los menores hacia los funcionarios. En tanto, el 40% de hombres denuncia agresiones físicas, mientras que un 28,8% de las mujeres acusan lo mismo.