En las relaciones de pareja no todo es color de rosa. Las rencillas, pequeñas discusiones y hasta grandes peleas no son algo raro, por lo que es necesario saber cómo enfrentar esas situaciones de una manera positiva.
Cuando a un integrante de la relación le molesta alguna actitud del otro, lo mejor es conversarlo ‘en frío’, es decir, darse el tiempo de analizar esa incomodidad y encontrar el momento adecuado para plantear el conflicto.
“No se recomienda decir inmediatamente lo que genera molestia, sino que se debe pensar y reflexionar bien en el asunto, es decir, regularse emocionalmente respecto a ese tema. En general, es mejor decir y manifestar lo que a uno le perturba, pero con las emociones controladas y con una propuesta de soluciones a elegir entre ambos”, explica Miguel Gatica Chandía, psicólogo y docente del Magíster en Resolución de Conflictos y Mediación Sociofamiliar de la Universidad del Pacífico.
Por lo tanto, una de las peores costumbres en relaciones de pareja es aplicar la llamada ‘Ley del hielo’, es decir, ignorar al otro dándole a entender que hay un conflicto, pero sin hablar de ello.
“La llamada ‘Ley del hielo’ consiste en invisibilizar al otro, lo cual es incluir en los patrones de la comunicación de pareja una violencia pasiva, lo que obviamente afecta de forma negativa el área afectiva, no sólo de la persona sino que de la pareja. Esta conducta no es muy recomendable, ya que se sugiere manifestar los enojos desde la regulación de esa emocionalidad y, además, buscando una solución como pareja y no como individuos”, indica el especialista.
Por lo tanto, lo mejor es adoptar una actitud de ‘¿cómo lo solucionamos?´ y no desplazar la responsabilidad y resolución de esa problemática al otro. “Cada vez que uno de los dos no ve u omite al otro lo daña, por lo que finalmente es un daño mutuo que va desgastando la relación afectiva comunicacional de la pareja”, asegura el psicólogo experto en relaciones interpersonales.
Varias personas tratan de evitar comentar lo que les molesta del otro, con el fin de esquivar posibles peleas por lo que consideran ‘pequeños detalles’. Pero esas incomodidades se van acumulando y pueden dañar a la pareja mucho más que si se hubieran explicitado en su momento.
“La resolución de conflictos de forma pacífica siempre es lo aconsejable en una relación de pareja y, por cierto, en general en cualquier relación humana. Las personas y parejas deben aprender a comunicarse y decir lo que les pasa, sin miedo al otro y sin mentir para evadir discusiones y mantenerse en pareja, ya que eso las daña psicoemocionalmente. La invitación es a conversar con las emociones reguladas y con disposición a llegar a acuerdos de forma pacífica”, recomienda el académico de la Universidad del Pacífico.
La temida frase ‘tenemos que hablar’ suele anticipar una discusión, ya que generalmente es una persona la que desea decir lo que le molesta al otro, pero muchas veces no tiene el ánimo adecuado para sostener una conversación activa donde se busquen soluciones, sino que más bien sólo desea expresar los problemas de pareja.
“Para solucionar pacíficamente los conflictos, se requiere la motivación de llegar a un acuerdo, además de no encontrarse en una posición de guerra con el otro. A eso se le debe agregar el momento preciso, es decir, tiempo y espacio donde las partes estén dispuestas a no descalificarse ni dañarse. Los momentos adecuados en las relaciones familiares suelen darse en un contexto de intimidad, que invite a la comunicación e, idealmente, que no sea en presencia de los hijos, independientemente de la edad”, señala el experto.
Qué hacer después de una gran pelea
Si frecuentemente discutes con tu pareja, deberás analizar qué estrategias de resolución de conflicto estás olvidando utilizar. Las conversaciones con disposición adecuada y en el momento preciso pueden ahorrarte tremendos malos ratos.
“Las peleas no son una forma pacífica de resolver conflictos, ya que pueden transformarse en patrones interaccionales de comunicación propios de la violencia. Las peleas no deben reemplazar el ‘conversar’, es decir, expresar lo que me pasa de una forma adecuada y buscar soluciones en conjunto. Si las peleas son parte ya de una dinámica instalada en la pareja, esto indica que existe un ciclo de violencia y, por ende, de violencia intrafamiliar”, advierte Miguel Gatica Chandía, docente del Magister en Resolución de Conflictos y Mediación Sociofamiliar de la Universidad del Pacífico.
Después de una gran pelea, puede terminar la relación o dar paso a una nueva etapa para la pareja, donde se mejoren o cambien los aspectos que originaron la discusión. “Cuando existe una ‘gran pelea’ lo mejor tomar conciencia si lo que se dijo o hizo fue lo adecuado, con el fin de asumir las equivocaciones cometidas. Durante las peleas existe una escasa regulación emocional de las dos partes, por lo que se recomienda reconsiderar lo hecho, ya que allí puede haber espacio para las disculpas y el perdón”, recomienda el especialista.
Finalmente, el psicólogo y Doctor en Ciencias Humanas y Sociales enumera los motivos más comunes por los que pelea una pareja. “Los temas o áreas que ocasionan las discusiones de pareja son el abuso de las redes sociales, la desconfianza en el otro, límites pocos claros de la relación, celos, escasa complicidad en las labores del hogar y de crianza, escasa comunicación en lo afectivo-sexual y mal manejo de la rutina, entre otras razones”, concluye Gatica.