Los alemanes empezaron a votar este domingo en unas legislativas en las que la conservadora Angela Merkel se encamina hacia su cuarto mandato y en las que se espera un resultado histórico para la extrema derecha.
Los colegios electorales abrieron a las 08:00 horas locales para acoger a los cerca de 61,5 millones de electores repartidos en 299 circunscripciones para elegir a los diputados con un sistema que mezcla principios mayoritarios y proporcionales.
Excepto gran sorpresa de última hora, todos los sondeos apuntan a la victoria del campo conservador de Angela Merkel (34-36%), por delante de los socialdemócratas de Martin Schulz (21-22%) que podrían sufrir su peor derrota hasta ahora.
“La política de acogida de los refugiados no me gustó”, dice Jörg, un elector de 42 años en el barrio de Lichtenberg en Berlín. Pero “me va bastante bien con la política del gobierno actual” y “no veo alternativa a Merkel”, asegura, resumiendo lo que, en vista de los sondeos, parece el sentir de muchos alemanes.
Schulz, que votó en Würselen (oeste), no ha logrado encarnar el cambio, en parte porque su partido socialdemócrata (SPD) gobierna junto a Merkel desde 2013.
Su mensaje de justicia social ha tenido poco impacto en un país en pleno crecimiento económico y con niveles de desempleo históricamente bajos
La canciller aboga por seguir con las mismas políticas económicas y a dar confianza a los alemanes, en un contexto internacional agitado.
Pero la coalición de Merkel, formada por la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera, podría tener una victoria menos contundente que en otras elecciones.
Se espera también el auge tanto del partido de izquierda Die Linke como del de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que aspira a entrar por primera vez en el parlamento.
Con un 11-13% en los sondeos, el AfD sería tercero, por delante de Die Linke, los liberales del FDP y Los Verdes.
Este movimiento contrario al islam, a las élites, al euro y a la inmigración ha radicalizado todavía más su discurso durante la campaña, asegurando entre otras cosas que Alemania se ha convertido en “refugio de criminales y terroristas del mundo entero”.
El AfD también denuncia la “traición” de Merkel, de 63 años, por haber abierto las puertas en 2015 a centenares de miles de demandantes de asilo, en su mayoría musulmanes.
El avance de la extrema derecha, muy popular en la antigua Alemania del este, supondría un sismo para un país cuya identidad desde el final de la Segunda Guerra mundial se ha construido con el arrepentimiento por el nazismo y el rechazo al extremismo.
Según Jörg Forbrig, del German Marshall Fund, la entrada en el parlamento de los diputados de un partido “xenófobo, revisionista y antieuropeo” es “la mayor prueba de resistencia a la que se haya enfrentado jamás la democracia alemana”.
Además del avance del AfD, Angela Merkel podría enfrentarse también a negociaciones complicadas para formar una mayoría de gobierno.
La opción más simple sería volver a formar una gran coalición con los socialdemócratas del SPD pero el partido podría preferir mantenerse en la oposición.
Según los sondeos sólo quedaría entonces la opción de una coalición de la CDU-CSU con los liberales del FDP y Los Verdes, dos partidos que sin embargo tienen muchas diferencias en cuestiones como el futuro del diésel o la inmigración.
Los partidos que formen la próxima coalición tendrán una importancia capital para cuestiones complejas también a nivel internacional, como las reformas de la zona euro, la negociación del Brexit, el futuro de la relación con Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump o la cuestión de las sanciones a Rusia.