El hombre murió, a los 30 años, tras una fallida operación de alargamiento de pene. Ocurrió en Suecia, Estocolmo, reveló la semana pasada el Journal of Forensic Sciencer. El varón, de buena salud, falleció a causa de un paro cardiorrespiratorio: la grasa que le inyectaron en el miembro se filtró al torrente sanguíneo, lo que provocó una “embolia grasa”, explica la publicación.
Octubre de 2013. El inglés John Clinton asesina a su esposa, a cuchilladas, en la noche, tras 24 años de matrimonio. John es alcohólico, pero un incidente desencadena su furia: su mujer, en la discusión, se burla del tamaño de su pene.
En Camboya encuentran a un hombre ahorcado. Es junio de 2007. Los peritos dictaminan suicidio. La causa: el dolor insufrible por las heridas autoinflingidas en los genitales. Un tónico casero para el aumento del miembro lo intoxicó. La piel se le hizo tiras, úlceras. Fue preferible el suicidio.
Estas tragedias, ocurridas en la última década, poseen un factor común: la obsesión masculina por el tamaño del pene, sin importar el continente o la cultura. Estudios revelan que el 55% de los hombres está inconforme con el tamaño de su miembro, y según el sexólogo peruano Christian Martínez Monge, 9 de cada 10 desea mayor longitud, sin importar que sus medidas sean las “correctas”.
¿Las medidas “correctas”? ¿Cuáles son? ¿Cuán importante es el tamaño para la reproducción y el placer sexual? ¿Es justificada esa carencia sentida en numerosos varones? ¿Qué consecuencia acarrea? ¿Quién se beneficia en la búsqueda de un par de centímetros extra?
¿Soy normal?
Así se llama el estudio más abarcador que se ha realizado sobre el tema. “Am I normal?”, una investigación que analizó más de 15 mil 500 hombres de todos los continentes. Realizada en 2015 por el Kings College de Londres y la Maudsley NHS Foundation Trust, los resultados se publicaron en la reconocida revista de medicina British Journal of Urology.
La medida media del miembro masculino en el planeta, según el informe, es de 13.12 centímetros en erección y de 9.16 en descanso, aunque existen notables diferencias según el origen geográfico y étnico. Para los expertos, una medida de entre 13 y 16 cms. se considera normal.
En base al resultado de los análisis, el sitio web Targetmap creó un mapa con la media por países, donde se aprecian las diferencias entre las regiones del planeta. En Sudamérica (por encima del promedio global), países como Ecuador, Venezuela y Colombia superan los 16 cms., mientras Chile y Argentina alcanzan 14,59 y 14,88 cms., respectivamente.
“Estos resultados ayudarán a los médicos a tranquilizar a la gran mayoría de los hombres acerca del tamaño de su pene”, sentenció el profesor David Veale, uno de los autores del estudio.
Tallas XXL: expectativa vs realidad
“La inmensa mayoría de hombres que piensan que su pene es pequeño están dentro de la media”, aclara Jesús Eugenio Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano. Llegan a esa conclusión, en la mayoría de los casos, por comparación con otros, frecuentemente con actores del cine porno o con otros en los vestuarios y baños. El Dr. Ferrán García, sexólogo español, ha explicado que “muchas veces es un problema de apreciación óptica, nuestro pene lo vemos desde arriba, el de los demás frontalmente o de perfil. Es lo que los psicólogos llaman acortamiento en perspectiva”.
Aunque sea una apreciación subjetiva, lo cierto es que muchas personas se deprimen por este motivo. Los casos más graves pueden desembocar en el Trastorno Dismórfico Corporal, que “consiste en una preocupación fuera de lo normal por algún defecto, ya sea real o imaginado” y que limita o impide a las personas que lo padecen relacionarse con los demás, ya sea social o sexualmente. O llegar a destinos radicales, como los del joven sueco, el suicida de Camboya o el inglés John Clinton.
En muchas ocasiones estos sentimientos nacen de la inseguridad y el desconocimiento. La científica comportamental Debra Herbenick, de la Universidad de Indiana, refiere el impacto de los correos “spam”, que aseguran que más de 17 cm es lo “normal” para una erección, cuando en realidad pertenece “al 2% más alto”.
“Todavía me sorprende que tantos hombres tengan preguntas, inseguridades y preocupaciones sobre el tamaño del pene. En realidad lo que necesitamos son buenos datos”, aseguró Herbenick.
El mercado muchas veces se aprovecha de esta inconformidad. Publicitan miles de productos y tratamientos de dudosa eficiencia. Aunque los métodos varían, todos poseen un rasgo común: los elevados precios y la promesa del “milagro”. Esta floreciente industria mueve millones de dólares en el mundo, aunque aún (por ser tema tabú en numerosas sociedades) no se precisan las ganancias conjuntas.
A río revuelto… ganancia de mercaderes. Según el sitio web estheticon.es, plataforma internacional para procedimientos estéticos, el costo de una operación de alargamiento de pene cuesta como promedio 1.416 dólares (casi 1 millón de pesos) en Rumanía y 8.652 (5,6 millones de pesos) en Alemania. El “impulso”, como norma, no supera los 2 cms. de agrandamiento, y en estado eréctil, con frecuencia, no se aprecian cambios.
Según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica (ISAPS, por sus siglas en inglés), en 2014 se registraron 15 mil 414 intervenciones de este tipo. Si se contabilizan las cirugías ilegales, efectuadas en el mercado negro o en secreto, la cifra puede dispararse a niveles insondables.
Los hermanos Maurizio y Roberto Viel, de origen italiano, han sabido sacarle lasca al negocio. En sus dos clínicas de Europa operan a más de 400 pacientes al año. Provienen de todo el mundo. La ganancia supera el millón de libras esterlinas (aproximadamente 843 millones de pesos). “Es cierto que no salvamos vidas”, cuenta Maurizio en una entrevista, “pero sí mejoramos la calidad de vida de nuestros pacientes. Hacemos que la gente se sienta mejor consigo misma. Transformamos su autoestima. Siento que hacemos algo bueno”.
Chile también se inserta en la tendencia global. Bathmate “la hidro-bomba para agrandar el pene más comercializada en todo el mundo, con más de 1 millón de unidades vendidas hasta el momento y un promedio de 20 mil ventas cada mes”, ofrece sus servicios aquí. Según el catálogo de su sitio web, los precios oscilan entre 70 mil pesos la más económica, hasta 160 mil la más “sofisticada”. Las cirugías e intervenciones directas son más costosas. Según reveló en 2013 una investigación periodística, el método a base de inyecciones de Aquamid (seis en total, a un costo de 250 mil pesos la unidad), logra engrosar el miembro dos milímetros; “ampliación”, por 1 millón y medio de pesos, bastante tímida.
Otro recurso utilizado en las clínicas es la inyección de grasa del propio hombre, el método usado por el paciente sueco fallecido. Se realiza una liposucción en el abdomen u otras zonas, y se inyecta en el órgano genital. El costo base, según la publicación, ronda los 3 millones de pesos. Aún así, un riesgo perturbador pende como la “espada de Damocles”: el cuerpo puede reabsorber la grasa, y el pene quedar de la misma manera que antes de operarlo.
Mientras más grande, ¿mayor felicidad?
Roberto Esquivel Cabrera, a quien todos apodan “Centurión”, es el hombre más “dotado” del mundo. El mexicano, de 54 años, exhibe una marca de espanto: 48 centímetros de miembro. A pesar del “regalo” de la naturaleza, su vida sexual es nula, no consigue erección, incluso, apenas encuentra ropa para disimular el órgano. “Me siento más cómodo vendado”, confesó en una entrevista. Esquivel, además, está imposibilitado para trabajar. Sobrevive con un subsidio del estado.
Muchos hombres ansían mayores dimensiones, entre otras causas, para satisfacer mejor a sus parejas. Sin embargo, los sexólogos consideran que “uno de los aspectos de la respuesta sexual femenina que más se desconoce es que los 4 a 5 cms. más externos y accesibles de la vagina son los más sensibles, es ese pequeño segmento donde la musculatura pubococcígea circunda la vagina, y se sienten las contracciones espasmódicas durante el orgasmo femenino, que agradan tanto al hombre como a la mujer”.
Más categórico resultó el Dr. Ferrán García, Secretario General de la Asociación Española de Andrología, Medicina Sexual y Reproductiva. En una entrevista espetó: “El placer de la mujer está relacionado con el contacto con el clítoris, la zona exterior de la vulva y la entrada de la vagina, por lo que la obsesión por el tamaño del pene no tiene ningún fundamento funcional o de placer, sino sólo estético”.
Sin embargo, numerosas mujeres no son tan absolutas. Así lo atestigua un reciente experimento de las Universidades de Nuevo México y California, publicado en septiembre de 2016. Según el reporte, se cuestionó a 75 féminas sexualmente activas, de 18 a 65 años de edad. Las pusieron a elegir cuál sería la “medida perfecta”, entre varios modelos impresos en 3D. Las señoras eligieron, como promedio, la pieza de 16 centímetros.
Como bien cuestionaba el estudio, la investigación indagaba por la “medida perfecta”, la cual, se sabe, está muy por encima del promedio global (13,12 cm, según el informe del Kings College de Londres y la Maudsley NHS Foundation Trust). En cuanto a lo “real”, a la vida cotidiana, las damas parecen menos exigentes. Según el informe global, el 85% de las mujeres están conformes con las medidas de sus parejas.
Científicos, especialistas y sexólogos al margen, cada persona tiene su propia experiencia, y por tanto, su propia realidad. El criterio de los expertos, en sinfín de ocasiones, será desmentido por los lectores. Los datos ayudan, acaso, a comprender un poco, a descubrir la lejanía inaccesible de otros cuerpos; pero en el sexo, en el amor, los números no valen. Los amantes tienen la última palabra.