“El género puede ser entendido de modo general como una red o sistema de creencias en las que se incorporan actitudes, ideas, comportamientos e imágenes de lo que significa para una persona ser hombre o mujer. Esta construcción que es simbólica y personal, se va incorporando a través de varios sistemas de socialización”.
Así lo señala Gonzalo Soto, doctor en psicología y académico Universidad Central, quien señala que el género es entonces, desde un transitar en la vida, donde hombres y mujeres comenzamos a ‘lenguajear’ sobre lo que es masculino o femenino.
“De esta forma se comienzan a producir ideas del tipo ‘esta es una película para mujeres’ o ‘es típico que ellos hacen el asado y ellas preparan las ensaladas’ o ‘ellas pueden ir al baño en grupo, ellos no’ o peor aún ‘ellas pueden ser emocionales, ellos no tanto’. Lo antes descrito permite visualizar la forma en la que las personas vamos estableciendo un mapa de ideas de lo femenino o masculino”, señala el profesional.
¿Existe una sola forma de comprender la masculinidad?, pregunta el especialista. “Durante muchos años se pensó que sí, negando espacios de desarrollo pero al mismo tiempo promoviendo la mantención de zonas de confort propias del ser hombre (ganar más, trabajar menos en lo doméstico, tener siempre la última palabra, creer que por ser hombre puedo piropear etc.)”, indica Gonzalo.
El experto afirma que independiente de que hoy se pueda tener la idea de que las concepciones de masculinidad han cambiado, a su juicio existen dobles discursos en este aspecto, lo que vuelve a situar a lo masculino en un espacio rígido, cómodo, pedante en ocasiones y restrictivo.
“¿Ha visto usted en el último tiempo algún comercial relacionado con lavar la ropa y donde esta tarea sea asumida por ellos? (piense en la generalidad, no el suceso que pueda surgir, sobre todo cuando se acerca el día del padre) ¿Ha visto usted algún comercial donde ella maneja un porche y donde él va como acompañante/objeto?”, plantea.
“Estas preguntas sólo desde lo publicitario o lo televisivo, piense en sus interacciones cotidianas ¿Cuántas veces ha emitido el comentario “típico de mina” o cuantas veces ha sospechado de otro hombre sobre su orientación sexual solo por el modo en “cómo se ve” o gesticula?”, añade.
La idea de masculinidad al parecer sigue siendo restrictiva, autoritaria, heteronormada y patriarcal -dice Soto- ya que no promueve la diversidad de opciones en la que los hombres puedan configurar su masculinidad; sin tener que sufrir por ello el castigo social, el cual surge de forma inmediata y que con matices se sigue manteniendo independiente a las nuevas ideas de “modernidad masculina” que en ocasiones ofrecen ciertos medios. ¿Cuándo se ha visto que un hombre (no homosexual, aquí otro prejuicio) ande con un espejo en su bolso?
“Salir de la norma en lo que respecta a lo masculino es al parecer mucho más complejo de lo que se pueda mostrar en medios de comunicación, artículos académicos o conversaciones de matinal (sin menospreciar, hoy por hoy son los únicos espacios donde se tocan estos temas). Dejar lo establecido en este aspecto, deja un espacio de ‘rareza’ que no es agradable, que implica cuestionamiento, ‘duda’, dificultad para encasillar, complejiza entender esta otra posible forma de lo masculino ¿será gay? Y por sobre todo implica una ambigüedad para categorizar lo diverso ya que lo diferente al parecer, no es parte de la concepción tradicional de lo masculino”, expresa el académico.
¿Cree usted que existe entonces, una sola forma de masculinidad?, plantea finalmente.