A comienzos de diciembre, luego de la decepción que significó que Chile no vaya al mundial, Arturo Salah declaró a Revista Capital que “al final, el balance a fines del 2017 es positivo más allá del dolor deportivo y futbolístico”. Una idea que llamó la atención y que sonó demasiado favorable para definir el estado del fútbol chileno y, principalmente, la labor de la ANFP durante los últimos doce meses.
En la misma entrevista, el presidente de la ANFP explicó que su directorio avanzó en “cosas importantes que, a lo mejor, la eliminación ensombrece. A diferencia de la administración anterior, que los éxitos deportivos tapaban todo el desastre que había aquí”. Algo de razón tiene, porque en la actualidad los problemas son más propios de una organización deportiva que de un grupo de maleantes, pero no significa que no existan.
En lo deportivo, el año que se va fue el de la ‘Roja’ finalista de Copa Confederaciones y ganadora de la China Cup, pero principalmente de la que fracasó al intentar alcanzar el premio más grande: llegar a Rusia 2018. Es evidente que la ANFP no podía meterse en la táctica de Pizzi o en la preparación que tenían los jugadores, pero ese porrazo tiñe cualquier evaluación, por más que no quieran. Ah, aprovechando, un mensaje a los seleccionados: todavía esperamos más autocrítica por lo que pasó. Poquitos la han hecho y cuesta creer que cuando se gana son la ‘Generación Dorada’ capaz de vencer todo, pero cuando se pierde son pobres jóvenes obligados a jugar mal por un DT. Es raro.
Volviendo a la evaluación del año, que Manuel Pellegrini, el principal candidato de la directiva, no quisiera asumir en la selección no puede ser considerado parte de una visión positiva. Tampoco el mal paso de la Sub 20 en el Sudamericano y la Sub 17 en el Mundial (sin reprimendas ni costos para los cuerpos técnicos) ni los fracasos de los equipos chilenos en torneos internacionales, por más que en este último tema tengan más responsabilidad los dirigentes de cada club.
En lo administrativo, la Segunda División Profesional sumó un nuevo año siendo un torneo que genera más problemas que beneficios (clubes descendidos administrativamente incluidos) y desde la mesa central de Quilín poco se ha avanzado en sincerar el tema. La liga femenina tampoco ha sido potenciada en serio, lo que quedó claro cuando le programaron sus duelos finales en días y horarios que coincidían con otros grandes eventos futboleros y que le quitaban opciones de resaltar más, yendo a contramano con los deseos de darle más importancia a la competencia.
Tema sensible en este ciclo post Sergio Jadue es el de la transparencia por parte de los miembros de la ANFP. Por aquello, el tema de las facturas por viajes de familiares de dirigentes que fueron ‘cargadas’ a nombre de la organización poco ayuda, aunque haya sido un acto más desprolijo que corrupto. Simplemente, instaló la duda cuando no debía.
Para el final queda el horrible año de los árbitros, que ya habían exhibido demasiadas fallas groseras en la temporada y que con el error de Eduardo Gamboa en el Vallenar-Melipilla (conflicto que tendrá sus consecuencias en 2018, así que mejor lo anotamos en esa cuenta) pusieron la guida de la torta. Rápidamente Salah respaldó a Enrique Osses, hombre de su confianza, sin someter siquiera a un análisis de su labor como encargado de la Comisión de Árbitros. Un par de días después se conoció que Mario Sánchez, principal involucrado en el ‘club del póker’, tiene un trabajo (pequeño, pero trabajo al fin y al cabo) vinculado con la Comisión y que Osses no había informado de su nombre a la ANFP. ¿Seguirá don Enrique sin recibir una evaluación como corresponde por su desempeño?
A su favor, Salah y su directiva podrá exhibir que ganó la batalla que trae de vuelta los torneos largos (siempre fue su deseo) o la venta millonaria de los derechos de televisación de la selección y de las torneos locales (más obra del potencial que ve el mercado que de un gran producto). También que aumentó el público en los estadios o que, como decíamos antes, los problemas actuales del fútbol chileno se pueden resolver en un Consejo de Presidentes y no ante un juzgado. Pero la verdad es que la suma y resta no da a favor. Por eso, presidente, no alcanza para decir que 2017 fue positivo para la ANFP. Simplemente, no es cierto.