Impensada hace algunos años, pero toda una realidad para las generaciones de hoy, la nomofobia, o miedo irracional a salir de casa sin teléfono móvil, ya es todo un caso en Chile y el mundo.
Esto ha llevado a investigadores de la City University de Hong Kong y la Sungkyunkwan University de Seúl a tomar cartas en el asunto y estudiar en profundidad ésta fobia que cada año se hace más presente en nuestra sociedad.
La investigación, llevada a cabo a través de una muestra de 300 estudiantes coreanos, identificó un fuerte vínculo entre los jóvenes estudiados y sus teléfonos móviles, los que aseguraron revisarlos unas 34 veces al día.
Para Dominique Karahanian, psicóloga y académica de la Universidad Mayor, la nomofobia tiene su foco en esta “sociedad hiperconectada”, la que tiende a normalizar el uso desmedido de herramientas tecnológicas como el teléfono celular.
Y pese a que no se considera un trastorno mental, la nomofobia se manifiesta claramente cuando el teléfono está por descargarse, se queda sin señal o, peor aún, no se tiene cerca.
“Cuando somos presos de la desesperación al darnos cuenta de que olvidamos el celular y pensamos que en ese transcurso ha podido contactarnos un número inconmensurable de personas, hablamos claramente de este fenómeno”, comentó la académica.
Para la psicóloga, existe una delgada línea entre lo que es la importancia del celular como herramienta de trabajo, a lo que se entiende como la adicción desmedida que este puede generar en las personas, decantando en situaciones como miedo, fobia o ansiedad.
Consultada por las posibles causas de esta adicción a los teléfonos móviles, Karahanian explicó que los afectados, mayoritariamente jóvenes, “encuentran en un mismo dispositivo todas sus necesidades cubiertas”, pasando desde aspectos básicos como consultar el clima, a establecer contactos con amigos a través de las redes sociales.
“Siento que el teléfono móvil, como herramienta, es fantástica. El problema está en el abuso. Por ejemplo, cuando se junta un grupo de amigos y ninguno despega la vista del móvil, al igual que ocurre en reuniones familiares o en la relación de pareja”, indicó Karahanian.
En cuanto a las claves para manejar la nomofobia, la académica U. Mayor señaló que todo pasa por desprenderse del teléfono móvil o buscar alternativas para separar lo que es el trabajo de la vida social.
“Recomendaría tener un segundo teléfono, uno bien antiguo que sólo permita hacer llamadas y enviar mensajes, y dejar el smartphone para las actividades de lunes a viernes. Así se comparte más tiempo con la familia, la mente descansa y se disminuyen los niveles de ansiedad”, señaló la psicóloga.
Para quienes no cuentan con un teléfono alternativo o prefieren tener sólo uno, la académica agregó que “en ese caso lo mejor es ponerle límites al dispositivo post horario laboral: desactivar las notificaciones, ponerlo en modo nocturno y, sobre todo, dejarlo cargando en otra habitación” ya que, créalo o no, en el mercado aún se siguen vendiendo despertadores tradicionales.