El eventual derretimiento del Ártico, producto del cambio climático, podría ser más peligroso de lo que se creía, pues científicos descubrieron que hay gigantescas reservas de mercurio entre el permafrost, que es la capa del suelo que está permanentemente congelada en los hemisferios.
Así lo reveló un estudio publicado el lunes en la revista científica Geophysical Research Letters, que fue realizado por académicos estadounidenses.
De acuerdo a la investigación, entre el permafrost habría alrededor de 15 millones de galones de mercurio. Dicha cantidad corresponde al menos al doble de lo que actualmente hay en la atmósfera, los océanos y el resto de la tierra… combinados.
El mercurio es el único metal que se puede hallar en estado líquido a temperatura ambiente y, en algunas de sus formas, puede ser una neurotoxina que daña la salud de los humanos y también afecta a otros animales y a peces, indica la revista estadounidense National Geographic.
Cuando niños entran en contacto con este elemento, puede verse perjudicado el desarrollo de su cerebro, deteriorando funciones como la memoria, el lenguaje, las habilidades motoras y la visión.
Por su parte, cuando adultos tienen contacto con grandes cantidades, también pueden tener problemas en esas áreas, además de afectar sus sistemas reproductivo e inmune, y causar dificultades al corazón.
Este elemento ya se encuentra en el ambiente, pues es liberado cuando se hace fuego, durante actividades mineras y erupciones volcánicas.
En ese sentido, una gran parte del mercurio liberado a la atmósfera es por la actividad humana. Una vez llega allí, puede volver a caer a tierra y mezclarse con el agua. Eventualmente puede llegar a los animales y peces, contaminando la cadena alimenticia.
Por esto es que el hecho de que mucho más mercurio pueda liberarse al resto del planeta es tan peligroso.
Conclusiones del estudio
De acuerdo a Kevin Schaefer, coautor de la indagación y académico de la Universidad de Colorado, “antes del inicio del estudio, se asumía que el permafrost contenía muy poco mercurio, o nada de nada. Pero resulta no sólo que hay mercurio allí, sino que también es la reserva más grande del planeta”.
Los científicos están seguros de que, en el futuro, al menos una parte de ese mercurio va a liberarse al resto del planeta, en alguna forma que sea tóxica para los humanos.
Por ejemplo, un modo en que se puede filtrar es: cuando el hielo se derrita, crecerán plantas que tendrán metilmercurio en sus sistemas, una forma muy tóxica del elemento. A partir de ellas, puede propagarse por el aire y el agua.
Lo que falta por determinar es exactamente cuánto podría liberarse, y cuánto sería en una forma que pueda perjudicar nuestra salud. El problema es que es en extremo difícil calcular una cifra, porque depende de muchos factores.
“¿Cuánto puede terminar en la cadena alimenticia y cómo? Esa es la pregunta del millón. Cuando llegamos a ese punto en la investigación, la perspectiva se torna gris”, señala Paul Schuster, autor jefe del estudio e hidrólogo del Servicio de Geología de Estados Unidos, a National Geographic.
Algunos de los factores que hay que considerar para determinar cuánto podría filtrarse, son cuán rápido subirán las temperaturas en el planeta producto del efecto invernadero y con cuánta velocidad se derritirá el hielo eterno.
“Lo que pasa en el Ártico no se queda en el Ártico. Eventualmente se va a dispersar por la Tierra. Se moverá por todas partes”, recalca Schaefer.
Ahora, los científicos seguirán con su investigación para tratar de dar respuesta a estas interrogantes, y el tiempo apremia.