Por Jesús Diamantino y Álvaro Araya

Stranger Things se ha convertido en una de las apuestas más exitosas en la historia de la televisión; probablemente pasará a la historia (por lo menos su primera temporada) como uno de aquellas obras que dio un giro absoluto al tratamiento de lo fantástico y la ciencia ficción. ¿Pero podríamos afirmar que la serie es realmente original?

Dicho fenómeno nos recuerda a lo que sucedió el 2004 con el estreno de Lost; el drama creado por J. J. Abrams y Damon Lindelof que narra la historia de un grupo de supervivientes del vuelo 815 de Oceanic Airlines Sidney que se estrellan en una misteriosa isla. La primera entrega de episodios nos adentra en la vida de los personajes principales a través de diversos flashbacks, junto con fenómenos sobrenaturales que contribuyen a sembrar el misterio y la tensión. En un comienzo, la crítica y la audiencia caían rendidas a sus pies, destacando la dimensión misteriosa, los impresionantes giros y la frescura argumental; incluso críticos como Tim Goodman del San Francisco Chronicle, llegaron a catalogarla como “un nuevo género”. Pero todo este frenesí fue decayendo con cada nueva temporada. Creemos que uno de los principales motivos fue el excesivo alargue de la historia que violentó la premisa de base; tornándose errática y forzadamente compleja. Si en un principio Lost fue considerada uno de los logros más altos de la nueva era dorada de la televisión, terminó siendo el ejemplo de un desastroso guion para las escuelas de cine.

Por supuesto, no es nuestra intención establecer un marco comparativo entre Stranger Things y Lost sino más bien, recordar un fenómeno mediático que pareciera repetirse. Pero si de similitudes se trata, lo más llamativo del drama creado por los hermanos Matt y Ross Duffer, es el supuesto homenaje a todo el universo fantástico-ficcional de la década de los 80’s: ET de Steven Spielberg, Alien de Ridley Scott, Los Goonies de Chris Columbus, los cuentos de horror de Lovecraft y el universo macabro de Stephen King, son solo algunos de los referentes más evidentes.

Stranger Things | Netflix
Stranger Things | Netflix

Sin embargo, si pausamos nuestra ilimitada búsqueda de referencias para Stranger Things y observamos con mayor detención los estrenos de Hollywood de los últimos 10 años, quizás no tengamos que escarbar tanto en los años 80’s y 90’s para encontrar el verdadero modelo argumental de la serie. El 10 de junio de 2011, Paramount Pictures estrenaba la película más ambiciosa de J. J. Abrams: Super 8. La cinta, ambientada en 1979, refiere la historia de un grupo de niños que se enfrentan a “extraños sucesos” acaecidos en su pueblo, Lillian, Ohio. En medio del rodaje de una película de bajo presupuesto en la estación de tren local, Joe Lamb (Joel Courtney), el protagonista, observa como una camioneta se dirige a las vías para interceptar al ferrocarril que en ese momento pasaba por ahí. Esto provoca un terrible accidente que termina con el descarrilamiento del tren y la liberación de “algo” que estaba contenido en uno de los vagones. Los niños quedan ilesos, pero luego se dan cuenta que la cámara super -8 con la que estaban filmando, grabó el accidente. Al mismo tiempo, algunos habitantes del pueblo comienzan a desaparecer misteriosamente y las fuerzas militares evacúan la zona. En ese punto, Alice Dainard (Elle Fanning), el gran amor de Joe, es secuestrada por una extraña criatura “de otro mundo” y sus amigos inician una desesperada excursión para recuperarla con vida. ¿Suena familiar? Todavía hay más. En el segundo acto de la película, los niños descubren a través de una grabación de 1958 que la fuerza aérea de Estados Unidos realizaba experimentos científicos con un ser alienígena y su nave espacial, precisamente la misma criatura que rapta a Alice.

Sin ir más lejos, en términos visuales y conceptuales, Stranger Things incorpora muchos elementos del film de Abrams, como las emblemáticas bicicletas, el secuestro de un niño, la familia disfuncional (ausencia de la madre o del padre), las teorías conspirativas, el monstruo arquetípico, la metaficción (en Super 8 los niños filman una película de zombis, mientras que en el drama de Netflix los chicos juegan a Calabozos y Dragones) y el valor de la amistad infantil como lección moralizante para los adultos.

Confirman segunda temporada de Stranger Things
Netflix

Siguiendo la misma línea de “referencias” que ha tomado la serie en relación a la cinta, es pertinente hacer mención al soundtrack. Aquel que propicia esa atmósfera que nos evoca a los 80’s. En ese contexto, la serie nos dejó grabada Should I stay or should I go (1982), de The Clash como una de sus canciones principales; mientras que en el largometraje es posible escuchar a The Knack, con My Sharona (1979). Sin necesidad de hacer un análisis estrictamente musical, los datos hablan por sí solos: las canciones principales usadas por cada una tienen tan solo 3 años de diferencia y su similitud es innegable en cuanto al género.

Continuando con la constatación de hechos, nos encontramos con 2 personajes que son clave en el desarrollo de ambas historias, los policías Deputy Jackson Lamb (Super 8) y Jim Hopper (Stranger Things), interpretados por Kyle Chandler y David Harbour, respectivamente. Ambos son el reflejo de la adultez en un relato donde un grupo de niños son los protagonistas. Ambos son hombres solitarios, que de alguna u otra forma reflejan en su comportamiento algún trauma del pasado; uno y otro desconfían de los supuestos poderes fácticos y buscan redimirse uniéndose a la empresa de los niños. Por último, no podemos dejar de mencionar el símil entre los amoríos preadolescentes: Super 8 nos presenta la relación de Joe y Alice (una suerte de Romeo y Julieta de Disney). Este último arriesga todo por rescatar a la chica Dainard del monstruo extraterrestre; de la misma forma en que

Eleven salva a Mike Wheeler del Demogorgon, incluso sacrificando su propia vida.

En este sentido, probablemente la única diferencia realmente sustancial entre ambas obras, sea el carácter conservador que Abrams impregna en su film (por supuesto influenciado por Steven Spielberg como productor), enalteciendo valores familiares y la conciliación de la comunidad, mientras que los hermanos Duffer se dejan llevar por la estela pesimista del terror contemporáneo.

Stranger Things dice algo cierto sobre los "universos paralelos" y experimentos en humanos
Eleven de Stranger Things | Netflix

Este ejercicio (odioso para algunos, productivo para otros), no tiene otro fin más que bajar las revoluciones de quienes vociferan y proclaman cada nueva serie con relativo éxito como “la mejor de todos los tiempos”. Ya tuvimos la experiencia con Lost y ahora la historia podría volver a repetirse con Stranger Things.

Si se trata de un homenaje (que, hasta el momento, no se ha manifestado que haya sido así), estamos ante una serie muy bien lograda, en términos de alcanzar una cercanía a Super 8, su obra inspiradora. Por el contrario, si lo que hemos visto se trata de un plagio, lo más digno y honesto es reconocerlo abiertamente… por lo menos por lo menos los espectadores tenemos derecho a depurar el cúmulo de referencias.

Luego de determinar este primer punto, se abre otra incógnita, a propósito de que ya empezó el rodaje de la segunda temporada de la serie de Netflix: ¿Qué podemos esperar para la secuela de la primera temporada? Con una reflexión somera, podríamos deducir que: la trama podría tener un giro radical y desmarcarse de su antecesora; o bien, podría continuar la línea argumentativa de la primera temporada (y seguir con el… ¿homenaje o plagio?).