En medio del revuelo periodístico, la directiva de la UDI y el grueso de sus parlamentarios, fueron de visita al anexo penitenciario Capitán Yáber para saludar al desaforado senador Jaime Orpis, en una decisión institucional de ese Partido que, por su propio carácter, motiva la discusión política y el interés público.

En lo personal, he insistido que la defensa corporativa de las diferentes fuerzas políticas hacia las figuras o dirigentes que son procesados en causas sobre hechos de corrupción, es un acto que acentúa el descrédito y la desafección hacia la política, constituyendo un errado testimonio de consideración humana al imputado que debe encarar la acción de la justicia.

La imagen pública es de solidaridad hacia conductas que han lesionado gravemente la legitimidad del sistema político, que dañan profundamente la democracia y que proyectan la idea de una verdadera asociación ilícita de personas comprometidas en acciones reprobables dirigidas al enriquecimiento ilegal e indebido de sus miembros.

Aquí no se trata de una vendetta personal hacia ninguna persona por separado. En este caso, el problema es la consumación de prácticas que al corromper el sistema político afectan en su esencia la sana convivencia ciudadana en las distintas comunidades nacionales que se ven afectadas en un aspecto fundamental: la confianza que sostiene la estabilidad institucional.

El argumento que el sistema judicial no tiene la misma severidad hacia terceros en situaciones similares no puede justificar la defensa corporativa que estamos criticando, esa posible situación sólo puede sanarse con una acción más enérgica de la justicia y no creando hechos o circunstancias que contienen y frenan a los Tribunales, como es en los hechos, la conducta de clara presión política que realiza la UDI.

La tarea de las tareas es la reconstitución de la credibilidad y el prestigio del sistema político, por ello, cada persona debe responder y asumir la responsabilidad que le toca, sin sufrir ningún tipo de violación en sus derechos, pero sin obtener un respaldo que resulta totalmente equívoco y ante la gente viene a reforzar la imagen de privilegios y de abusos de poder que tanto daño están provocando a la gobernabilidad democrática.