En Chile, en junio del año pasado, una persona que trabaja en la defensa de los Derechos Humanos fue secuestrada por desconocidos. Varios hombres lo arrastraron desde el patio de su casa y lo retuvieron contra su voluntad por aproximadamente 8 horas, de noche, en invierno.
Mientras estuvo secuestrado lo torturaron. Según su relato, lo golpearon- incluso utilizando palos- y le abrieron las piernas a la fuerza hasta causarle excesivo dolor. Lo trasladaron con los ojos vendados por diferentes lugares para desorientarlo.
Lo amenazaron: le dijeron que si no detenía su trabajo de defensa de derechos, lo iban a matar. Lo tiraron al agua en un canal cercano y casi lo matan, llegó a sentir el metal de un arma en su cabeza. Finalmente lo abandonaron ahí, adolorido, mojado, con frío y sin saber dónde estaba.
Esta persona fue víctima de un delito grave, y presentó una querella en tribunales por ello. Sin embargo, según el abogado querellante la Fiscalía nunca pareció estar haciendo grandes esfuerzos por investigar. Finalmente, hace algunas semanas, la Fiscalía decidió no perseverar con la investigación. El 17 de mayo próximo será la audiencia para formalizar esta situación y, en la práctica, cerrar el caso.
¿Cómo no indignarse con esta historia? ¿Cómo es posible que no se sepa de esto? Agrego entonces algunos datos que omití en los párrafos anteriores.
Lo relatado es una historia 100% real y la persona en cuestión es el lonko Víctor Queipul de la Comunidad Autónoma de Temucuicui. Su trabajo de defensa de derechos es la lucha por su territorio, el apoyo a la lucha de otras comunidades mapuche, la convicción de que el camino es la conservación de la tradición mapuche y la autonomía.
Contrario a lo que se ha informado en algunos medios, el lonko nunca ha “estado preso”. Sí ha sido imputado por delitos – desórdenes públicos, un delito de la ley de tránsito, usurpación no violenta – pero hasta ahora nunca ha sido condenado. Y hasta ahora siempre ha habido juicio, pues el lonko se niega a aceptar salidas alternativas.
Otro dato omitido al comienzo: el secuestro se produjo en medio de un operativo policial. Un gran contingente de Carabineros llegó a la casa del lonko con disparos y lacrimógenas, afectando a toda su familia e incluso a un bebé que estaba dentro de la casa y que tuvo problemas para respirar debido a los gases. Cuando el lonko intentaba hablar con los Carabineros, le lanzaron una lacrimógena directo al cuerpo, en medio de la confusión que esto le produjo fue llevado por desconocidos vestidos de civil. Es decir, mientras estaba rodeado de vehículos policiales. Era tal la violencia del operativo, que cuando el lonko fue liberado, su principal preocupación era si su familia estaba bien, si había alguien herido o muerto.
Y finalmente un último dato: según informó su abogada a Amnistía Internacional, nunca se ha hecho una reconstitución de escena. No se ha tomado declaración a las personas de su familia que estaban presentes ese día. Diligencias básicas para determinar los hechos. La Fiscalía incluso habría ordenado diligencias que no se han realizado. Pese a eso, no parece tener la voluntad de seguir con el caso y ha tomado la decisión de no continuar con la investigación.
Si la historia hubiera sido solamente los dos primeros párrafos ¿sería distinta la reacción? Si no se tratara de un líder mapuche, si no hubiera un posible rol de Carabineros en los hechos. ¿Sería distinta la reacción?
El ataque del que fue víctima el lonko Víctor Queipul es muy grave, no sólo porque todo secuestro es grave, sino porque todo indica que buscaba ser una manera de intimidar al lonko para que deje de hacer su trabajo – lo que por supuesto- no resultó.
Pero más grave todavía es que el Estado no tome en serio lo sucedido: que el secuestro y torturas sufridas por el lonko queden en la impunidad deja una pésima señal acerca de la protección que pueden recibir quienes asumen un rol más público en la defensa de sus derechos, su territorio, sus recursos naturales, su autonomía. Es la señal de que, si eres demasiado persistente al exigir tus derechos, estas cosas te pueden pasar y está más o menos dentro de lo normal, así que no amerita ser investigado siquiera. Y esa señal es sumamente peligrosa no sólo para el lonko, sino para todas las personas que estamos en la defensa de los derechos humanos y como consecuencia, para todas y todos.
Por Ana Piquer
Directora Ejecutiva de Amnistía Internacional Chile