Acaba de pasar el 18 y muchos hemos usado tarjetas para pagar las compras del asado, los pasajes de bus para visitar a la familia o la bencina. No lo dudamos mucho. Pagamos con tarjetas porque es más cómodo, no tenemos que andar con dinero en efectivo y, sobre todo, porque confiamos en que las tarjetas son más seguras. Pero le voy a decir algo: eso no es tan cierto.