En la vorágine de información desafortunada, pobre y sin sentido que hemos escuchado estas últimas semanas en los medios de comunicación, sobre el caso de Nabila Rifo, creo fervientemente que la declaración más acertada fue la de la propia víctima, quien tras conocer el veredicto condenatorio, declara no estar feliz, quizás un poco más segura, pero no feliz, pues finalmente el agresor fue su pareja, lo cual si quisiera puede llegar a sanar y perdonar, pero lo que no dejará de ser nunca, es ser el padre de sus hijos, de quienes hasta ahora nadie se ha preocupado.