Lo que le pasó a Landerreche en su casa, pasa en la Araucanía todas las semanas. Pasa desde hace años y pasa cada día más. Y la diferencia grotesca en la forma en que reacciona el Gobierno frente a un caso y el otro no tiene que ver solo con una cuestión de centralismo. Sino sobre todo, con un error grave ¡gravísimo! de diagnóstico. Porque lo que hay en la Araucanía no es un conflicto intercultural.