Hoy, cuando la política está en uno de los puntos más bajos de valoración pública, la banalidad con la que se formulan juicios y opiniones, con que se analizan las causas o la debilidad de las decisiones públicas, ya no solo se restringe a las redes sociales. Cada día, vemos, oímos… y nos sorprendemos, con agudos análisis… desde alguna tribuna privilegiada… formulando opiniones al voleo, sin antecedentes, sin análisis objetivo, y lo que es más grave, sin una racionalidad mínima para fundamentar sus juicios.